El que es fiel en lo poco... Lucas 16:10-12.

"El que es fiel en lo muy poco, también en lo más es fiel; y el que en lo muy poco es injusto, también en lo más es injusto. Pues si en las riquezas injustas no fuisteis fieles, ¿quién os confiará lo verdadero? Y si en lo ajeno no fuisteis fieles, ¿quién os dará lo que es vuestro?"

CONCLUSIONES

Uno de los problemas más profundos de la sociedad actual es la avaricia, y por esta se llega a la injusticia, que es pecado delante de Dios.  Muchos quieren tener lo que no pueden obtener por medio del trabajo, o muchos no quieren trabajar, pero sí quieren tener de todo lo deseable y es por eso, que muchos tratan de "tumbar" o robar a otros, aplicando el dicho que reza: "El vivo vive del bobo"

Un objeto pequeño, por ejemplo un lapicero en una oficina de trabajo, tiene su dueño; sin embargo a muchas personas les gusta ser dueños de lo ajeno, lo toman y se lo "embolsillan" o lo piden prestado y se quedan con el.  Al comprar algunas cosas en la tienda, notamos que nuestra devuelta no está acorde, si nos falta, reclamamos de mal humor, pero si nos sobra, entonces muchos sonreímos y nos echamos la plata al bolsillo.  También sucede al hacer filas para obtener algún tipo de servicio, en el metro o en los tacos de las autopistas, tratamos de adelantarnos a los demás, usurpando su puesto, para así salir más rápido de la fila.  Y ni qué decir de los que en su trabajo desperdician el tiempo "chatiando", navegando o hablando por celular, tratando asuntos que no conciernen a su trabajo; fuera de eso son los que llegan tarde y salen antes de la hora señalada a almorzar o al cierre de la jornada, a sabiendas que ese tiempo es de la empresa, porque esta se lo está remunerando.

Se trata de bienes menores, pero una persona que sea capaz de quedarse con lo ajeno así sea pequeño, también es capaz de incurrir en robos más grandes, en fraudes que signifiquen grandes sumas de dinero (si ve la oportunidad); pues al fin y al cabo pensarán que eso es dinero fácil y que es una bendición de "lo alto".

Las riquezas aquí en este mundo son pasajeras, las verdaderas riquezas se hallan en el reino de los cielos.  Imagínense las moradas celestiales, la nueva Jerusalén con calles de oro y mar de cristal, esto no tiene precio, tampoco tiene comparación.  Este tipo de cosas, por supuesto, serán entregados a los fieles.  ¿Fuiste fiel aquí en la Tierra?  Entonces podrás administrar lo mucho y lo verdadero que está en el reino de los cielos.

Hay que entregar nuestra vida a Jesucristo y recibirle como nuestro único Señor y Salvador; de esta forma seremos transformados en hombres fieles, enteramente preparados para recibir las riquezas en el reino de los cielos.

Que Dios los bendiga grande y abundantemente.

Entradas populares de este blog

El sueño espiritual. Romanos 13:11-14

El poder del evangelio (Romanos 1:16-17)

En ningún otro hay salvación. Hechos 4:11-12