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Mostrando entradas de mayo, 2016

Aman más la gloria de los hombres. Juan 12:42-43.

“Con todo eso, aun de los gobernantes, muchos creyeron en él; pero a causa de los fariseos no lo confesaban, para no ser expulsados de la sinagoga.   Porque amaban más la gloria de los hombres que la gloria de Dios .” CONCLUSIONES. En el versículo 37 de este mismo capítulo está escrito: “ Pero a pesar de que había hecho tantas señales delante de ellos, no creían en él “.   Jesús iba por las sinagogas predicando el evangelio, sanando enfermos y liberando endemoniados y a pesar de que hacía milagros tan prodigiosos como la resurrección de Lázaro, muy pocos creían que Él era el hijo de Dios.    Si en aquella época donde podían ver a Jesús y observar sus milagros, no creían; ¿entonces que se podrá esperar del mundo actual que no está viendo a Jesús y que lo tiene que apreciar mediante la fe?   Ahora bien, en ese grupo que creyeron, había clase gobernante, de los cuales nos dice la escritura que muchos creyeron en él; pero no lo confesaban en público; para no ser expulsados de

El que ama su vida la perderá. Juan 12:23-25

“Jesús les respondió diciendo: Ha llegado la hora para que el Hijo del Hombre sea glorificado. De cierto, de cierto os digo, que si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto. El que ama su vida, la perderá; y el que aborrece su vida en este mundo, para vida eterna la guardará .”   CONCLUSIONES En este texto bíblico, Jesús se encuentra en una hora crucial.   Si abandona todo, por amor a su vida y para no pasar por la muerte física, entonces el plan de redención de la humanidad hubiera fracasado.   Pero tenía que enfrentar a la muerte y entregar allí su cuerpo físico, para que se cumpliera paso a paso, el plan trazado por Dios para liberar al hombre del pecado y de la muerte espiritual. Ese inmenso sacrificio, representó a la postre un galardón sobremanera grande, el ser glorificado en el reino de los cielos ante el Padre celestial y ser sentado a su diestra; pero para que esto sucediera tenía que entregar su vida a la muer

Yo soy la resurrección y la vida. Juan 11:21-27.

“Y Marta dijo a Jesús: Señor, si hubieses estado aquí, mi hermano no habría muerto. Mas también sé ahora que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo dará. Jesús le dijo: Tu hermano resucitará. Marta le dijo: Yo sé que resucitará en la resurrección, en el día postrero. Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá . Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto? Le dijo: Sí, Señor; yo he creído que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, que has venido al mundo.”     CONCLUSIONES.   Esta cita bíblica encierra uno de las más grandes milagros hechos por Jesús mientras estuvo aquí en la tierra; la resurrección de un muerto de cuatro días.  Si al segundo día ya empieza la descomposición, ¿cómo estaría al cuarto día?  Esto demuestra que Jesucristo sí era realmente el Hijo de Dios y que tenía los mismos poderes sobrenaturales de su Padre.  Las hermanas de Lázaro creían en la resurrección postrera, cuando

La fe es obediencia.

“Por la fe Abraham, cuando fue probado, ofreció a Isaac; y el que había recibido las promesas ofrecía su unigénito, habiéndosele dicho: En Isaac te será llamada descendencia; pensando que Dios es poderoso para levantar aun de entre los muertos, de donde, en sentido figurado, también le volvió a recibir”.   Hebreos 11:17-19                 Cuando Dios le habló a Abraham y le pidió: Sacrifícame a tu hijo al que amas (Génesis 22), Abraham no dudó, Abraham no rehusó, Abraham no se negó.  Abraham no hizo nada que pudiera dar a entender a su esposa, a sus criados y a su hijo, pues, no vieron en él rosto de tribulación, no vieron en él quebrantamiento de corazón y de llanto, ni vieron un corazón compungido por su hijo.  A veces nosotros podemos traer esta figura para conmover a la gente y tocar los sentimientos de los padres y de las madres.  Pero usted no puede ver esto en este hombre de Dios, y la respuesta está en la carta a los Romanos 4:18-21, donde nos dice que Abraham no dudó, que