La paga del pecado es muerte. Romanos 6:15-23

“¿Qué, pues? ¿Pecaremos, porque no estamos bajo la ley, sino bajo la gracia? En ninguna manera.  ¿No sabéis que si os sometéis a alguien como esclavos para obedecerle, sois esclavos de aquel a quien obedecéis, sea del pecado para muerte, o sea de la obediencia para justicia?  Pero gracias a Dios, que aunque erais esclavos del pecado, habéis obedecido de corazón a aquella forma de doctrina a la cual fuisteis entregados; y libertados del pecado, vinisteis a ser siervos de la justicia.  Hablo como humano, por vuestra humana debilidad; que así como para iniquidad presentasteis vuestros miembros para servir a la inmundicia y a la iniquidad, así ahora para santificación presentad vuestros miembros para servir a la justicia.  Porque cuando erais esclavos del pecado, erais libres acerca de la justicia.  ¿Pero qué fruto teníais de aquellas cosas de las cuales ahora os avergonzáis? Porque el fin de ellas es muerte.  Mas ahora que habéis sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación, y como fin, la vida eterna.  Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.“

 

CONCLUSIONES.

En el mundo, hablando espiritualmente, hay dos reinos opuestos:  El reino de la luz y el reino de las tinieblas.  El reino de la luz está dirigido por Dios en sus tres personas: Padre, Hijo y Espíritu Santo; y todo el ejército de ángeles, arcángeles, serafines, querubines, etc.  El reino de las tinieblas está dirigido por satanás, espíritus inmundos, demonios, gobernadores de las tinieblas y huestes espirituales de maldad entre otros.  Entre estos dos reinos, no hay nada intermedio; o se es de un lado o se es del otro lado.  Por eso dijo Jesús: “El que no es conmigo, contra mí es” Mat 12: 30a.  Si alguien dice ser ateo y no servirle a nadie, entonces ya de por sí, está clasificado en el reino de las tinieblas, debido a que su incredulidad es el mayor de los pecados.  Si usted continúa diciendo mentiras, hablando vulgaridades, hablando mal del prójimo, en rumbas, en alcohol, en vicios, en idolatría, en incredulidad, en infidelidad con su cónyuge, etc.; entonces usted es del reino de las tinieblas y ya está “planillado” para ir al infierno cuando muera físicamente, a no ser que en usted ocurra un arrepentimiento verdadero.

Las tinieblas están dedicadas a expandir el mal por el mundo usando como instrumento al hombre y su paga es la condenación eterna para quienes prestan sus miembros para servir al pecado.  El diablo quiere cazar el mayor número de almas que pueda, para que lo acompañen eternamente; pues él ya fue juzgado y no quiere perderse solo.  El reino de la luz está dedicado a expandir la justicia por medio del sacrificio de nuestro Señor Jesucristo y su paga es la vida y el gozo eternos.

Basados en estas verdades bíblicas, podemos concluir que el hombre le sirve al pecado o le sirve a la justicia; pero no hay una tercera cosa a la que le pueda servir.  Y si le sirve al pecado, entonces su señor es el diablo y si le sirve a la justicia, entonces su señor es Jesucristo.  Si el hombre, aún no se ha convertido a Dios y sigue siendo un hombre carnal, entonces indudablemente le estará sirviendo a la carne y al mundo con sus pasiones y deseos, lo cual es pecado.  Y es mejor servir a Dios, quien nos recompensará con vida eterna y no servirle al diablo, quien nos enviará al infierno por una eternidad. 

La esclavitud al pecado tiene como fruto o consecuencia la muerte segunda, más los convertidos que ahora son siervos del Dios Altísimo, tienen como fruto la santificación y el fin de ellos será la vida eterna.  Estimado compañero o amigo, hay que escapar de la esclavitud del pecado; pues el pecado solo produce muerte espiritual.  Hay que acudir a Jesucristo arrepentidos y recibirle como nuestro Señor y Salvador, pues Él tiene suficiente poder para rescatarnos, lavarnos y finalmente trasladarnos al rebaño de los redimidos, al reino de los verdaderos hijos de Dios.

Que Dios los bendiga grande y abundantemente.

 

 

Entradas populares de este blog

El sueño espiritual. Romanos 13:11-14

El poder del evangelio (Romanos 1:16-17)

En ningún otro hay salvación. Hechos 4:11-12