La luz del mundo. Romanos 8:12

"Otra vez Jesús les habló, diciendo: Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida."


CONCLUSIONES.

Hay dos reinos, uno de luz y otro de tinieblas.  Estos dos reinos se hallan en el mundo espiritual, no material, por tal razón a muchos les es difícil creer.  El reino de la luz tiene su sede en el cielo, donde está el Padre, Hijo y Espíritu Santo y todo el ejército de los cielos, conformado por ángeles, serafines, querubines, etc.  El reino de las tinieblas tiene su sede en el centro de la tierra, el infierno, donde está Satanás, sus espíritus inmundos, sus demonios, sus principados, sus gobernadores, etc.  Se le llama de tinieblas, no tanto por la oscuridad que reina allí; sino porque todos los que andan allí están perdidos, están en tormento por una eternidad, privados de la presencia de Dios, privados del gozo, amor y paz eternos que solo se encuentran en el cielo.

Jesucristo vino al mundo a mostrar el camino hacia el Padre, el camino al cielo, el camino a la luz, por eso dice que El es la luz del mundo; pero para llegar a disfrutar de esa luz hay que seguirlo.  El seguir a Jesús, no consiste en mirar por dónde se fue para ir tras El, esto consiste en escudriñar su Palabra, el Evangelio de Jesucristo y hacer todo lo que El nos manda, de esta forma le somos obedientes y estamos siguiendo sus pisadas, para encontrarnos con la verdadera luz, la que brilla para salvación por toda una eternidad.

No hay otro personaje o cosa que pueda ser la luz del mundo; pues Jesucristo fue el único que descendió del cielo, tomó cuerpo de hombre, padeció, fue crucificado en una cruz por causa de nuestros pecados, fue sepultado y resucitó al tercer día según estaba escrito en la Biblia.  Por eso ninguna otra persona (incluyendo la madre terrenal de Jesús), ni ningún mal llamado "santo", ni ningún muerto, ni ninguna estatua de yeso o madera, podrán imitar a Jesús, ni mucho menos podrán redimir al hombre.  Aún ni el mismo Satanás es capaz de hacer las mismas cosas que Jesús hizo; pues Dios el Padre le dio esta potestad solo al Hijo, a Jesucristo.

Que Dios los bendiga grande y abundantemente.

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