¿Eres justo? 1 Corintios 6:7-10.
“Así que, por cierto es ya una falta en vosotros que tengáis
pleitos entre vosotros mismos. ¿Por qué no sufrís más bien el agravio? ¿Por qué
no sufrís más bien el ser defraudados?
Pero vosotros cometéis el agravio, y defraudáis, y esto a los
hermanos. ¿No sabéis que los injustos no
heredarán el reino de Dios? No
erréis; ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los
afeminados, ni los que se echan con varones, ni los ladrones, ni los avaros, ni
los borrachos, ni los maldicientes, ni los estafadores, heredarán el reino de
Dios.”
CONCLUSIONES.
El término injusticia es demasiado grande dentro de la
Biblia; pero a continuación se presentan algunos pecados muy significativos que
hacen que una persona sea injusta. El
hecho de hacer injusticia hace que una persona ya no sea hijo legítimo de Dios;
sino hijo del mundo, que es donde reina satanás. Satanás es el padre de la injusticia y, por
lo tanto, todo aquel que hace injusticia, también es su hijo.
Veamos a continuación los tipos de personas que serán excluidos
del reino de los cielos por practicar la injusticia, según este texto bíblico:
1. Los que hacen
agravio. Las relaciones humanas son
complicadas porque hay orgullo y vanidad en las personas; por lo tanto, lo que
diga o haga otro contra mí, podría causarme un agravio; así realmente se trate
de una verdad o de un hecho conducente solo a ayudarnos. Este agravio puede generar entonces ira y
esta desencadena otras cosas más duras. Si el agravio o el fraude es contra un
cristiano, entonces el concepto bíblico es que lo suframos; así nuestra
relación con Dios permanecerá estable y nuestro adversario acumulará
condenación.
2. Los que defraudan. Dicen que el mejor amigo del hombre es el
perro; pero realmente el mejor amigo es Jesucristo. Esto denota que no tenemos confianza en el
ser humano y que cualquiera nos puede defraudar; pues hoy en día pesan más los
intereses personales que los del prójimo y si quiero algo, posiblemente pase
por encima de los demás para conseguirlo.
En este rango también se encuentran las personas que dicen mentira o que
calumnian a otros; pues al final están defraudando a su prójimo con el fin de
defender sus intereses, evitar problemas o evitar sanciones.
3. Los que forman
pleitos. Este es un lado oscuro de
la comunicación y se forma cuando nuestros intereses entran en conflicto con
los de otra persona. Si somos lo
suficientemente humildes, entonces vamos a ceder para que no haya problemas;
pero si no es así, entonces, nos vamos a agarrar de cualquier artimaña, para
hacernos ver más grandes, más fuertes, más sabelotodo o con más derechos sobre
nuestro adversario y si la otra persona hace lo mismo, entonces este pleito
desencadenará agresiones físicas y verbales y por último hasta la muerte
física.
4. Los fornicarios. Es usado básicamente en dos formas: Para referirse a las personas que siguen un
dios diferente a Jehová de los Ejércitos; así mismo para denotar las relaciones
sexuales entre parejas que no tienen ningún vínculo matrimonial. Un dios diferente puede estar representado en
hombres, animales o cosas, en quienes el hombre confía y a quienes el hombre da
la gloria, robándole de esta forma la gloria al Dios verdadero.
5. Los idólatras. Los que rinden culto, adoración u honra a
imágenes de yeso, madera o metal; así sea la imagen de Jesucristo; pues la
Biblia prohíbe rotundamente hacer imágenes de lo que hay arriba en el cielo o
abajo en la tierra. Y es de gran
relevancia en el tiempo de navidad el hecho de rendirle culto a un ser que no
existe, llamado “niño dios”, pues si se creó pensando en Jesús, Él ya no es un
niño; es un adulto con cuerpo glorioso que está sentado a la diestra de
Dios. Y si realmente lo que queremos es
celebrar el sacrificio de Jesucristo en la cruz del calvario; entonces tenemos
que buscar de la presencia de Dios en su Palabra, en oración, en ayuno, en
vigilias, etc.; pero lo que hace el hombre común es dedicarse a los paseos, la
glotonería, la embriaguez, los gastos desmedidos, etc.
6. Los adúlteros. Los que contaminan el vínculo del matrimonio
con relaciones sexuales extramatrimoniales.
Este pecado es dulce como la miel, pero trae consigo muerte; pues el que
muera sin arrepentirse irá a parar al infierno.
7. Los afeminados. Los que supuestamente tienen exceso de
hormonas femeninas en su cuerpo. Digo
supuesto, porque esta es la posición científica; sin embargo, lo que produce
los cambios en la persona es un espíritu inmundo que convive con ellos. En cuanto a la persona, cuando le agrada su
situación, entonces para defenderse alude al derecho de la libre personalidad.
8. Los homosexuales. Los que tienen relaciones sexuales o afinidad
con personas del mismo sexo. Este desvío
de la personalidad también está regido por un espíritu de homosexualismo.
9. Los ladrones. Son los que toman propiedad de lo ajeno, sea
por la fuerza bruta, por viveza, por medio de artimañas, por negocios oscuros o
por ganancias desmedidas. Vale también
recordar que si no damos a Dios lo que él exige en su Palabra (diezmos, ofrendas
y primicias), entonces también le estamos robando a Dios.
10. Los avaros. Son aquellos que tienen un afán desmedido por
acumular riquezas o propiedades y que usan cualquier medio para conseguirlo,
incluso el robo.
11. Los borrachos. Borracho no es aquel que en su momento perdió
la conciencia a causa del licor; si no aquel que con frecuencia acude a
cualquier tipo de bebida alcohólica sea por diversión, despecho, amistad,
exceso de utilidades, o simplemente por pasar un tiempo ameno.
12. Los maldicientes. Son los que hacen uso de palabras vulgares y
obscenas para referirse a los demás o a situaciones propias. Así mismo es maldiciente el que no desea ni
obra el bien para con su prójimo. Aquí caben también los llamados “chistes
verdes”.
13. Los estafadores. Son los que usan la mentira, la falsedad en
documentos o la traición para apoderarse de los bienes ajenos.
Si practicas alguno de estos pecados, arrepiéntete pronto y
acude a Jesucristo que es el camino, la verdad y la vida. Él te perdonará, te limpiará y te justificará
delante de Dios el Padre, haciéndote uno de sus verdaderos hijos y asegurándote
la vida eterna en el reino de los cielos.
Que Dios los bendiga grande y abundantemente.