Guardaos de toda avaricia (Luc 12:13-20)

“Le dijo uno de la multitud: Maestro, di a mi hermano que parta conmigo la herencia. Mas él le dijo: Hombre, ¿quién me ha puesto sobre vosotros como juez o partidor? Y les dijo: Mirad, y guardaos de toda avaricia; porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee. También les refirió una parábola, diciendo: La heredad de un hombre rico había producido mucho. Y él pensaba dentro de sí, diciendo: ¿Qué haré, porque no tengo dónde guardar mis frutos? Y dijo: Esto haré: derribaré mis graneros, y los edificaré mayores, y allí guardaré todos mis frutos y mis bienes; y diré a mi alma: Alma, muchos bienes tienes guardados para muchos años; repósate, come, bebe, regocíjate. Pero Dios le dijo: Necio, esta noche vienen a pedirte tu alma; y lo que has provisto, ¿de quién será? Así es el que hace para sí tesoro, y no es rico para con Dios.”


CONCLUSIONES.

La avaricia es uno de los grandes males de la humanidad; pues nunca sentimos total satisfacción con lo que tenemos y conseguimos.  Cada vez queremos tener más y mejores cosas.  ¿Y si no, por qué creen que se venden los costosos autos último modelo?  ¿Por qué cada vez que vemos un apartamento más lujoso, lo queremos conseguir?  ¿Si tienes un vehículo que cubre tus necesidades, para qué quieres tener otro más potente y más hermoso?  ¿Si tienes una casa o apartamento digno donde caben todos los tuyos, para qué quieres otro más hermoso en el sitio más distinguido de la ciudad?  ¿De qué te sirve si luchas por las posesiones materiales, si lo más preciado que es tu ALMA, pasa desapercibida?  ¿De qué sirve si llegas a ser dueño de medio mundo, si tu alma está en poder del diablo?

Esta tendencia a la avaricia, se torna grave, cuando teniendo lo suficiente para vivir, queremos tener aún más y más, y ponemos todo nuestro esfuerzo en ello y pasamos por encima de quien sea necesario, con tal de cumplir nuestras metas.  En este punto, ya no somos humanos, sino máquinas entrenadas para la producción de bienes y valores materiales.  Y ni qué decir del alma; pues a estas alturas ya no queda ni la sombra de lo que fue.

El origen de la avaricia.

Cuando la vida de un hombre gira en torno a su EGO, entonces siempre estará pensando en la forma de satisfacerse a sí mismo, dejando a su suerte la vida de los demás.  Mas no sucede así, cuando el centro de nuestra vida es CRISTO (esto es ser verdaderamente cristianos), entonces inevitablemente el concepto de PRÓJIMO aparecerá en nuestras prioridades y de esta forma sentimos la necesidad de amar a nuestro semejante de la misma forma en que Dios nos ama.  Amar es verdaderamente imposible, si nuestro centro es el EGO, pero se convierte en una necesidad material y espiritual cuando somos realmente CRISTIANOS.  Es por esto que la avaricia, es abominación a Dios; porque la avaricia se centra en recibir y no en dar, en recolectar y no distribuir, en forma contraria a lo que sucede con el AMOR de Dios.

Tesoro en los cielos.

Dios nos invita a que hagamos tesoros en los cielos, donde no hay OXIDO que deteriore ni LADRÓN que hurte.  ¿Pero cómo hacer tesoros en los cielos?  Muy sencillo, aquí aparece la palabra mágica: DAR.  Dios dice que ni un vaso de agua que demos se quedará sin recompensa.  El dar, se deriva de amar y AMAR A NUESTRO PRÓJIMO COMO A NOSOTROS MISMOS es el segundo gran mandamiento.  El amar también es fundamental en el primer mandamiento: AMAR A DIOS SOBRE TODAS LAS COSAS y este encierra varios compromisos, entre estos el DAR a Dios para el sostenimiento de su obra.  Cumple con estos mandamientos y harás tesoros en los cielos.

La vida del hombre no consiste en la abundancia de bienes.  Esto a la verdad lo pueden hacer feliz, mientras vive aquí en la tierra, pero cuando Dios lo llame a su presencia, ¿de qué le van a servir los bienes terrenales?  Lo espiritual es totalmente incompatible con lo material; por lo cual, usted no puede decirle a Dios: ¡He aquí los millones que tengo en mi cuenta o los bienes que poseo, para pagar el rescate de mi alma!  Imposible, en el reino de los cielos solo sirven los tesoros celestiales y los premios se van pagando por anticipado; es decir, aquí en la tierra, mientras estamos vivos.

Estimado amigo, recuerda que los tesoros terrenales, aunque te puedan hacer más llevadera tu vida en la tierra, no te garantizan el futuro eterno.  Esta eternidad solo se consigue siguiendo el verdadero camino (que es Jesús) y haciendo tesoros en los cielos.

Que Dios los bendiga.

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