El boleto de entrada al cielo. (Luc 18:15-17)

"Traían a él los niños para que los tocase; lo cual viendo los discípulos, les reprendieron. Mas Jesús, llamándolos, dijo: Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis; porque de los tales es el reino de Dios. De cierto os digo, que el que no recibe el reino de Dios como un niño, no entrará en él."


CONCLUSIONES.

Hay un dicho popular que reza:  "El niño nace bueno, pero la sociedad lo corrompe", el cual es muy cierto, sobre todo en esta época.  Analicemos uno de esos niños que todavía no ha sido contaminado por el mundo y encontraremos unas virtudes o cualidades que agradan sobremanera a Dios:

La obediencia.  

Un niño es feliz cumpliendo las exigencias de sus padres; así mismo Dios busca que nosotros como hijos le obedezcamos en todo, sin excusas.  Un niño hace la voluntad de sus padres, no la de El; pues aún no tiene carácter ni pretensiones, ni predilecciones, para tomar la decisión de si obedece o no.  Los niños que no obedecen, desafortunadamente ya están contaminados por la desobediencia.  Jesús decía:  "Mi comida es que haga la voluntad de mi padre"; obedecer era para El aún más importante que la comida y lo decía estando ya adulto.

La inocencia e ingenuidad.

En un niño de estos, no hay malicia, no hay un segundo sentido para las cosas, todo es limpio, puro y transparente.  No hay malas intenciones en lo que hace, su actuar se enmarca dentro de la justicia.  Como aún no conoce la maldad, todo es bondad para él y también espera lo mismo de los demás.  No tiene una segunda faceta o cara, siempre usa la misma de día o de noche.  Los hombres de hoy tienen varias facetas, es decir varían su comportamiento de acuerdo al sitio donde se encuentren, o de acuerdo al círculo social donde se desempeñan.

La verdad y transparencia.

Un niño no dice mentiras, porque no sabe qué es eso, no lo ha aprendido aún, no conoce el mal.  Si entra un ladrón a la casa con la intención de hacerles daño y le preguntan al niño dónde está su papá, seguramente le dirá en dónde está escondido.  Si llega el acreedor a cobrarle a su padre seguramente no va a negar que está dentro de la casa.  La mentira es uno de los grandes males de la sociedad, se miente aún hasta en los chistes, se miente en el trabajo, se miente en el hogar, se miente en la iglesia y se miente hasta soñando.

El altruismo.

El ego aún no está formado en el corazón del niño, por tanto no se apropia de nada, no tiene sentido de pertenencia.  Usa un juguete y cuando se cansa, lo suelta y lo coge otro niño o sencillamente se lo entrega.  Claro está que en algunos, el ogoísmo ya viene incorporado en sus instintos desde muy temprana edad, ya están contaminados.  En la sociedad actual, la avaricia es uno de los grandes males; pues el hombre acapara lo que más pueda, es incansable, nunca está satisfecho con lo que tiene y aún quiere tener más, sabiendo que hay gente que no tiene nada y les toca dormir bajo los puentes comiendo de lo que encuentran en los basureros.  El hombre actual hace lo necesario para conseguir lo que quiere, aún si en el camino tiene que pasar por encima de otros.

La fe.

Un niño cree todo lo que le dicen.  Si el papá dice que va a ir a la costa a comprarle una ballena de las que ve en la televisión seguramente no lo dudará un momento y cuando regrese se la va a reclamar.  Dios espera que nosotros creamos ciegamente en El, que el es el creador y consumador de la vida y que todas las promesas que están contenidas en su Palabra son ciertas.

Usted decide.

Si renunciamos al pecado y al mundo con sus pasiones y deseos y recibimos a Jesucristo como nuestro Señor y Salvador y le permitimos que El nos transforme, podremos llegar a ser como niños y tener entrada libre al reino de los cielos, mediante el boleto de una niñez no contaminada.

Que Dios los bendiga grande y abundantemente.

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