El único pan que da vida. Juan 6:25-59.

“Y hallándole al otro lado del mar, le dijeron: Rabí, ¿cuándo llegaste acá? Respondió Jesús y les dijo: De cierto, de cierto os digo que me buscáis, no porque habéis visto las señales, sino porque comisteis el pan y os saciasteis. Trabajad, no por la comida que perece, sino por la comida que a vida eterna permanece, la cual el Hijo del Hombre os dará; porque a éste señaló Dios el Padre.”


CONCLUSIONES.

Jesús había hecho el milagro de la multiplicación de panes y peces para dar de comer a cinco mil personas; pero como querían apoderarse de él para hacerlo rey, entonces se fue solo a un monte y al anochecer caminó sobre las aguas para alcanzar a sus discípulos que habían partido en una barca hacia el otro lado del mar.  La multitud al no verle el día siguiente, entonces tomaron barcas para ir a la ciudad de Capernaum a buscarlo y le hallaron; pero no le buscaban para escuchar su Palabra, sino porque querían comida “gratis”.


1.  Las dos clases de pan.

Estas dos clases son el pan material y el espiritual.  Un ejemplo práctico del pan material, fue el maná que aunque bajó del cielo no podía dar vida eterna; porque simplemente era un alimento natural, para sostener el cuerpo de los Israelitas en el desierto.  En cambio el pan espiritual es el que da vida eterna a todo aquel que lo "come" y este pan es la Palabra de Dios, el Evangelio de Jesucristo.


2.  Jesús es el verdadero pan de vida.

El verdadero pan de vida es Jesucristo, el cual fue enviado de los cielos por Dios, nuestro Padre Celestial.  No hay otro ser a través del cual podamos ser salvos; pues Jesús es el único mediador entre Dios y los hombres; porque fue el que bajó del cielo, padeció, fue crucificado y resucitó al tercer día.

¿Pero cómo hacemos para comer de este pan de vida?  

Muy sencillo: Jesús dice que el que crea en El tiene vida eterna.  ¿Qué hay que creerle a Jesús?  Pues todo lo que dice su Palabra; o sea el Evangelio de Jesucristo.  Si escudriñamos su Palabra, la creemos, la guardamos en nuestro corazón y la ponemos por obra, entonces la estamos “comiendo” espiritualmente y nuestra alma y espíritu estarán gozosos, saciados, rejuvenecidos, despiertos y santificados para disfrutar de la vida eterna en el cielo, en compañía de Cristo Jesús.

¿Es suficiente con escuchar la Palabra de Dios?  

No es suficiente con escuchar, hay que asimilar la Palabra, creer firmemente en ella y ponerla por obra; para que dicha Palabra se convierta en nuestro pan de vida eterna.

Estimado amigo, ¿de qué sirve sacrificarnos toda una vida para conseguir el pan material; si cuando llegue la muerte, este cuerpo mortal que alimentamos tendrá que quedarse aquí en la tierra y descomponerse?  Es bueno que trabajemos para suplir las necesidades básicas, porque hay que cuidar nuestro cuerpo; sin embargo, lo más importante es alimentar el alma y el espíritu, porque estos son eternos y nos llevarán a dos sitios diferentes dependiendo del alimento que les dimos.  Si los alimentamos con Palabra de Dios, entonces irán al cielo; pero si los alimentamos de pecado, de vicios, de los placeres del mundo y de la carne, entonces irán al lago de fuego y azufre que arde por una eternidad.

Y lo más duro de todo esto, es que el destino final depende de nosotros; pues Dios nos dio libertad para escoger y El como un ser amoroso y misericordioso que es, no puede forzarnos a entrar al cielo; pero sí nos muestra el camino para que nosotros escojamos.

Algunos dirán que como Dios es amor, El no los enviará al infierno.  Error fatal es este; pues Dios no puede violar su Palabra ni tampoco la libertad que nos dio.  Aunque Dios quiere que todo el mundo se salve, somos nosotros los que escogemos a dónde ir después de la muerte.  Dios no quiere gente “obligada” en el cielo; ¿porque entonces qué tipo de adoración recibiría?  Es por eso que Dios quiere adoradores de verdad, de corazón puro y limpio.

Que Dios los bendiga abundantemente.

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