Sin frutos no hay paraíso. Juan 15:5-8


“Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer. El que en mí no permanece, será echado fuera como pámpano, y se secará; y los recogen, y los echan en el fuego, y arden. Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho. En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto, y seáis así mis discípulos.”

CONCLUSIONES.

Si una finca es fértil esta dará frutos en abundancia y de buena calidad; que eso es lo que espera el dueño de la finca, una vez la hubo adquirido.  El dueño se regocijará vendiendo sus frutos en el mercado y su casa será saciada de todo bien; pues hay abundancia.

Nuestro Padre Celestial también desea que nosotros demos buenos frutos, frutos de justicia; pues de esta forma es glorificado Dios; no tanto en que lo alabemos; sino en que llevemos frutos en abundancia y que obedezcamos su palabra.  A diferencia del agricultor, nosotros como cristianos no estamos plantados en una tierra fértil; sino en el árbol de la vid verdadera que es Jesucristo; este árbol nos provee de alimento espiritual rico y permanente que es su sabia.  Dios dice que nosotros somos los pámpanos o brotes de la vid y que mientras estemos adheridos a sus ramas, entonces podremos dar fruto; en cambio si caemos del árbol de la vid o tratamos de pegarnos a otro árbol, entonces nos secamos y finalmente nos recogen y nos echan al fuego.  Es como cuando una planta es arrancada de su tierra, esta se seca y termina siendo quemada cuando preparan la tierra para la siguiente cosecha.

La planta del agricultor tiene que estar firmemente adherida a la tierra para que dé su fruto, así mismo los cristianos como pámpanos deben estar adheridos al árbol de la vid que es Jesucristo; de lo contrario no podrán dar frutos de vida eterna.  Permanecer en Jesucristo garantiza abundancia de frutos; separados de Jesucristo jamás podremos tener frutos; pues Jesucristo es el camino, la verdad y la vida y fuera de él solo hay tinieblas.  Si nos adherimos a una religión, a una filosofía, a una ciencia, a una secta, a cultos idolátricos, a cultos satánicos, finalmente terminaremos perdiendo el alma, y esta quedará en poder del diablo; pues en aquellas cosas no podremos dar frutos de vida eterna, porque allí no está Jesucristo, quien murió y derramó su sangre para limpiarnos de todo pecado y hacer que llevemos muchos frutos.

La manera que Dios provee para permanecer en Jesucristo es guardando su palabra: “Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros”.  La desobediencia a la Palabra, indudablemente causará que caigamos del árbol de la vid y que finalmente nos sequemos y seamos echados en el fuego.

Recordemos también dos bendiciones que obtendremos si llevamos muchos frutos:  Podemos pedir todo lo que queramos y vamos a ser verdaderos discípulos de Jesucristo o verdaderos hijos de Dios o verdaderos cristianos, lo que nos hace merecedores de estar en el paraíso y no en el lugar de tormento.

Que Dios los bendiga grande y abundantemente.

 

 

 

 

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