La verdad sobre el cambio climático. Salmos 107:33-34
“El convierte los ríos en desierto, Y los manantiales de las aguas
en sequedales; La tierra fructífera en estéril, Por la maldad de los que la habitan.”
El pasado sábado 22 de abril se celebró el día de la tierra. Una cadena de televisión estuvo dedicada todo el tiempo a pasar reportajes científicos y climáticos, donde se enfatizan varios puntos fundamentales:
CONCLUSIONES.
El pasado sábado 22 de abril se celebró el día de la tierra. Una cadena de televisión estuvo dedicada todo el tiempo a pasar reportajes científicos y climáticos, donde se enfatizan varios puntos fundamentales:
1. Que la
contaminación ambiental está produciendo el efecto invernadero, que finalmente
hace que la temperatura del planeta se eleve.
2. Que una vez la
temperatura haya subido siquiera 2 grados, entonces el hielo de los polos se
derretirá completamente.
3. Que una vez
derretido el hielo de los polos, el nivel del mar podrá subir hasta 1 metro y
esto hará que muchas islas y zonas costeras queden bajo del agua.
4. Y por último que
las inundaciones producirán un éxodo masivo de personas hacia ciudades con
terrenos más altos, lo que deteriorará la economía y la convivencia pacífica.
Hay muchos líderes y políticos que no creen en que esto esté
ocurriendo; sin embargo muchos otros han aceptado la realidad basados en las
evidencias que nos da la naturaleza. Si
bien es cierto que las temperaturas siguen en aumento, que las tierras fértiles
están desapareciendo y que cada vez los fenómenos naturales golpean con mayor
fuerza, devastando poblaciones y cultivos; no es cierto desde el punto de vista
bíblico que esto se deba a la contaminación producida por vehículos y fábricas
y a la deforestación de las zonas selváticas.
La Biblia nos declara en este texto que Dios es el que tiene
el control de todo y que El con su poderosa mano está secando ríos y fuentes de
aguas, que con su poderosa mano está convirtiendo las tierras fértiles en
desiertos; pero que todo lo está haciendo con un solo propósito: Llamarle la atención
al hombre por su maldad. En este
mundo cada vez hay más pecado, más injusticia, más explotación, más distancia
entre ricos y pobres, más necesitados, más hambrientos, más enfermos, más
idólatras, más ateos, más depravados, más ladrones, más corruptos, más
homicidas, etc. El mundo gasta millones
de dólares en armamentismo, en investigación científica, en viajes
extraterrestres, cuando hay millones de hombres en la miseria, que los podrían
alimentar con dichos recursos.
Por nuestra maldad, Dios no está contento y está permitiendo
que nuestra casa (la tierra) se contamine y se vaya volviendo nociva para la
vida humana.
Si todos nos deleitáramos en la Palabra de Dios y la
obedeciéramos, seguramente se cumplirían las promesas que hay en su Palabra,
como las que se contemplan en el texto siguiente:
Levítico 26:3-5 “Si
anduviereis en mis decretos y guardareis mis mandamientos, y los pusiereis por
obra, yo daré vuestra lluvia en su tiempo, y la tierra rendirá sus productos, y
el árbol del campo dará su fruto. Vuestra trilla alcanzará a la vendimia, y la
vendimia alcanzará a la sementera, y comeréis vuestro pan hasta saciaros, y
habitaréis seguros en vuestra tierra.”
Salmos 107:35 “Vuelve
el desierto en estanques de aguas, Y la tierra seca en manantiales.”
Eso lo que quiere decir es que si le obedecemos, Dios dará
la lluvia a su tiempo y en forma moderada, los desiertos serán convertidos en
tierra fértil y en afluentes de agua, la tierra será productiva y los frutos
alcanzarán para comer hasta saciarnos.
Fuera de lo anterior nos promete que viviremos en paz y seguridad.
Es cierto que hay un detrimento de nuestro planeta por las
malas costumbres del hombre; pero Dios puede limpiar y sanar nuestra tierra si
le obedecemos, de lo contrario entonces permitirá que las cosas se vayan
degradando aún más.
2 Crónicas 7:14: “si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi
nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus
malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra.”
Que Dios los bendiga grande y abundantemente.