La fe confirma la ley. Romanos 3:27-31

“¿Dónde, pues, está la jactancia? Queda excluida. ¿Por cuál ley? ¿Por la de las obras? No, sino por la ley de la fe.  Concluimos, pues, que el hombre es justificado por fe sin las obras de la ley.  ¿Es Dios solamente Dios de los judíos? ¿No es también Dios de los gentiles? Ciertamente, también de los gentiles.  Porque Dios es uno, y él justificará por la fe a los de la circuncisión, y por medio de la fe a los de la incircuncisión.  ¿Luego por la fe invalidamos la ley? En ninguna manera, sino que confirmamos la ley.

 

CONCLUSIONES.

Mucho hemos hablado en el sentido de que la salvación es por la fe en nuestro Señor Jesucristo y eso está muy bien, solo que el hombre tiene un espíritu facilista y ha tomado esta frase en su sentido más literal, con el fin de tratar de ganarse la salvación sin mucho esfuerzo.  Es decir, creen que con solo tener la certeza de que Jesucristo salva, entonces ya escaparán del infierno.  Algunas religiones incluso han invalidado el antiguo testamento, donde comenzó la ley; basados en el hecho de que el advenimiento de nuestro Señor Jesucristo partió la historia y de que ya no es necesario el sacrificio de animales para ser limpiados de nuestros pecados; ya que Jesucristo hizo un sacrificio único en nombre de toda la humanidad.  Estos han extirpado la parte histórica de la Biblia junto con sus leyes y profecías, para de esta forma acceder a la salvación sin preocuparse por obedecer los mandamientos allí escritos.

Cabe anotar que Jesucristo vino para buscar las ovejas perdidas del pueblo de Israel; pero este pueblo con su duro corazón no le recibió y ahí fue donde el pueblo gentil, nosotros, fuimos injertados dentro de ese olivo verde que son los judíos, para que también fuésemos pueblo de Dios; por eso dice la escritura que “A lo suyo vino y los suyos no le recibieron” Juan 1:11.  Esto para comprender que Dios justificará por la fe tanto a los judíos (los de la circuncisión) como a los gentiles (los de la incircuncisión).

Es cierto que la fe mueve montañas, pero la fe verdadera no es solo un pensamiento, un comportamiento, una forma de ser.  La verdadera fe debe estar acompañada de obras, sin las cuales, dicha fe está muerta y no sirve de nada.  La verdadera fe es ver más allá de donde llegan nuestros ojos, ver lo que no es como si estuviera sucediendo y adornar esta visión con hechos reales.  Si realmente tenemos fe, tomamos de corazón la promesa de la justificación y salvación que nos ofrece nuestro Señor Jesucristo; pero no basta solo con decirle a Jesús que aceptamos su sacrificio y que queremos que Él sea nuestro Señor y Salvador.  Hasta aquí, puede que no haya sucedido absolutamente nada, si en su corazón, está la idea de cumplir solo con el ritualismo.  Si de verdad tiene fe, entonces empezará a leer la Palabra y a confrontarla con su vida, para descubrir qué pecados o faltas está cometiendo o en qué está desagradando a Dios, para arrepentirse, pedir ayuda a Dios y hacer el propósito de no volver a caer en las mismas cosas.  Si no estudiamos la palabra, si no confrontamos nuestra vida con ella, si no nos proponemos a cambiar, si no escapamos de la religión que nos tiene atrapados, entonces nuestra vida seguirá siendo igual y no habremos logrado el nuevo nacimiento, sin el cual nadie podrá ver a Dios.  ¿Entiende esto?  Por eso es que este texto bíblico dice que la fe no invalida la ley, sino que la confirma. 

¿Eres un hombre de fe?  Sin duda alguna, entonces te aferrarás a la palabra completa, incluyendo el antiguo testamento, sede de la ley y los profetas y desde allí comenzará la tarea de convertir los pensamientos en obras y hacer que su fe sea verdadera y que esta agrade a Dios, para que Él pueda librarle del castigo eterno.  Es muy bueno que creas en Dios y en su hijo Jesucristo; pero con el solo hecho de creer no asegurará su vida eterna, a no ser que su fe vaya acompañada por obras.  Es el caso de Abraham, quien tuvo un solo hijo ya en su vejez y Dios le pidió que se lo sacrificara.  No se puso a contender con Dios, sino que se fue camino de tres días al desierto y allí preparó el holocausto.  Cuando Dios se dio cuenta que de verdad lo iba a sacrificar entonces detuvo el sacrificio y le proveyó de un animal para que hiciera su ofrenda.  Este es el ejemplo máximo de la fe y por eso fue llamado el padre de la fe.

Que Dios los bendiga grande y abundantemente.

 

 

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