Resultados de la justificación. Romanos 5: 1-2


“Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo; por quien también tenemos entrada por la fe a esta gracia en la cual estamos firmes, y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios.”

 
CONCLUSIONES.

En temas anteriores se habló de que la justificación provenía de dos elementos fundamentales:

1.  La fe viva, contada como justicia.
2.  La remisión de pecados a través del lavamiento por la sangre de Jesucristo.

Ahora bien, ¿de qué nos sirve entonces ser justificados?

Hay una vida después de la muerte física, donde estarán presentes el alma y el espíritu.  Esta vida será en eterno gozo o en eterna condenación y todo depende del resultado del proceso de justificación concluido aquí en la tierra.  Si buscamos la justificación y la logramos, entonces nuestra vida futura será en el reino de los cielos; sin embargo, si no buscamos la justificación o esta no llegó a su culminación por causa de una fe sin obras, entonces nuestra vida futura va a ser en el lago de fuego y azufre por una eternidad.

Según el texto bíblico hay cosas específicas que se alcanzan con la justificación:

1. Tenemos paz para con Dios.

Cuando ocurre la justificación, ya no somos extraños delante de nuestro Padre Celestial, ahora somos tan hijos como lo es nuestro Señor Jesucristo.  Si de verdad hemos nacido de nuevo, entonces seremos los hermanos menores de Jesucristo; es decir, verdaderos hijos de Dios.  Dios nos mirará, nos atenderá y nos responderá con beneplácito, debido a que somos sus verdaderos hijos.  Esta paz solo se logra a través de Jesucristo, quien nos justifica delante del Padre y quien es el único mediador entre Dios y los hombres. 

2.  Tenemos entrada al estado de la gracia.

Gracia se deriva de la palabra gratis.  Cuando somos justificados, lo cual también es gratis, entramos en un estado denominado gracia; donde tenemos la cercanía de Dios y estamos en continua comunión con Él.  Sus bendiciones fluyen a través de nuestra vida y también de nosotros sale alabanza permanente con el corazón y con la boca, hacia ese ser supremo que nos creó y que ahora gobierna nuestras vidas.

3.  Nos gloriamos en la esperanza.

Cuando somos justificados, nuestra gloria ya no está en las cosas del mundo; sino en la esperanza de que Jesucristo se gloriará un día en cada uno de nosotros, los que le hemos recibido como nuestro Señor y Salvador.  Con el mismo poder conque fue resucitado Jesucristo, nosotros también seremos resucitados de este cuerpo mortal a un cuerpo glorioso y seremos llevados (todos los discípulos de Jesucristo) a participar de las bodas del cordero; donde Jesucristo es el novio y su iglesia (la redimida por su sangre) será la novia.  Luego de estas bodas, nunca más nos apartaremos de Jesucristo, viviendo por siempre en la inmortalidad y el gozo eterno.

Que Dios los bendiga grande y abundantemente.

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