¿De dónde salió el agua?


Es una pregunta que los seculares han hecho para pretender invalidar la categórica narración del libro de Génesis. Cada día aparecen más evidencias científicas que respaldan la versión de la Biblia. La más reciente prueba surgió en una universidad de Irlanda con resultados sorprendentes. 

Andrew A. Snelling

 

“El planeta Tierra crea su propia agua desde la profundidad de la corteza terrestre”, era el titular de la noticia del 27 de enero de 2017 de la revista New Scientist.

Es irónico que los científicos seculares todavía busquen explicar de dónde salió el agua en la Tierra. Por muchos años han tratado de sustituir las piezas más difíciles de explicar de su “historia” acerca de cómo el planeta Tierra “simplemente” se convirtió en un lugar habitable para la vida durante el curso de supuestos billones de años.

Los científicos seculares creen que la Tierra se condensó a partir de una materia aterronada que fue lanzada de la nébula solar hace 4.56 billones de años, más o menos. Por lo que, originalmente, era una masa caliente y amorfa que se enfrió. Solían insinuar que la mayoría del agua venía de dentro de esta tierra en proceso de enfriamiento, pero que no era suficiente como para llenar los océanos que hay sobre la faz de la Tierra hoy en día.

Una teoría popular era que los cometas (que son esencialmente grandes bolas de nieve sucia) chocaban con la Tierra y depositaban su agua en la superficie.

Entre tanto, estos mismos escépticos seculares han exigido que los creyentes bíblicos expliquen de dónde salieron las aguas que inundaron la Tierra durante el catastrófico Diluvio relatado en Génesis. La respuesta no ha cambiado desde que se escribió el libro de Génesis, que es una revelación de Dios: “… fueron rotas todas las fuentes del grande abismo, y las cataratas de los cielos fueron abiertas” (Génesis 7:11).

En otras palabras, algunas de las aguas del Diluvio vinieron desde adentro de la Tierra, añadiéndose a las aguas que ya cubrían la Tierra desde el primer día de la semana de la creación (Génesis 1:2); en el tercer día, Dios juntó las aguas en un solo lugar y las llamó mares (Génesis 1:9-10).

 

Nueva evidencia

¿Cuál es la nueva evidencia que los secularistas han encontrado que ha confirmado lo que la Biblia siempre ha dicho?

La enorme reserva de agua que está en el planeta Tierra pudo haberse originado por reacciones químicas en el manto terrestre y no por haber llegado por medio de coaliciones de cometas enriquecidos de hielo. Este fue un resultado realizado por una simulación computadorizada acerca de las reacciones en el manto superior terrestre entre hidrógeno líquido y cuarzo, que es comúnmente conocido como sílice, la cual es una forma más común y estable en esta área del planeta… Esta simple reacción toma lugar a aproximadamente 1400 °C y ejerce una presión 20 000 veces más alta que la presión atmosférica. La sílice o dióxido de silicio, reacciona con el hidrógeno líquido para formar agua líquida e hidruro de silicio.

Los resultados de estos simulacros computarizados fueron reportados por Zdenek Futera y sus colaboradores en el Colegio Universitario de Dublín, en Irlanda. El trabajo simula esta reacción bajo varias temperaturas y presiones típicas de la parte superior del manto terrestre entre 40 a 400 kilómetros de profundidad. Esto apoya el trabajo hecho anteriormente por investigadores japoneses que ejecutaron y reportaron lo ocurrido en la reacción en el 2014.

¿Cuál es la novedad de este estudio más reciente? John Tse, un miembro del equipo de la Universidad de Saskatchewan, en Canadá, comentó lo siguiente: “Preparamos un simulacro computadorizado muy parecido a sus condiciones experimentales y simulamos la trayectoria de la reacción”. Pero sorprendentemente encontraron que “el hidrógeno líquido se difunde por la capa de cuarzo, pero termina creando agua en el grueso del mineral y no en la superficie”, afirmó Tse.

 

Terremotos profundos

Los autores también encontraron que la presión podía llegar a alcanzar hasta 200 000 atmósferas. Por lo tanto, el equipo de investigación sugirió que esta agua nueva podía llegar a estar bajo tanta presión que podría desencadenar terremotos a cientos de kilómetros bajo la superficie terrestre, temblores cuyos orígenes todavía no han podido ser explicados. “Hemos observado que cuando el agua está a una presión alta puede llevar a la posibilidad de terremotos inducidos”, dijo Tse.

Los terremotos pueden originarse cuando el agua finalmente se escapa de los cristales. La ocurrencia de los terremotos profundos que se producen en la zona superior de la litósfera del manto bajo los cratones estables (que son las bases de los núcleos para los continentes) se conoce, pero su origen es un enigma.

Por ejemplo, el terremoto del 2013 en Río de Viento (Wind River), en Wyoming (EE. UU.), ocurrió a 75 ± 8 kilómetros, muy por debajo de la base de la corteza. Esto sugiere que se produjo una falla frágil a temperaturas altas en la roca de la litósfera del manto. Sin embargo, el mecanismo desencadenador para una falla frágil en la zona estable de la litósfera del manto sigue siendo un enigma.

Estas nuevas simulaciones computadorizadas hechas por el equipo de investigadores ahora han podido demostrar que el agua sobrepresurizada por la reacción entre la sílice y el hidrógeno podría provocar los inicios de los terremotos profundos producidos en la litósfera del manto bajo los continentes. Otros investigadores están de acuerdo, como John Ludden, director ejecutivo del British Geological Survey (Centro Británico de Investigación Geológica). Pero, obviamente, se necesitan más investigaciones para cuantificar la cantidad de agua liberada necesaria para provocar estos terremotos tan profundos.

 

¿Cuál es la fuente?

Sin embargo, algo más significativo que este equipo de investigadores sugiere es que sus hallazgos también pueden informarnos acerca de cómo nuestro planeta obtuvo el agua desde un principio. “Siempre y cuando se pueda mantener suficiente hidrógeno, se puede especular que el agua formada por este proceso podría haber contribuido al origen del agua durante las primeras etapas del acrecentamiento de la Tierra”, indicó Tse. “El agua formada en el manto puede llegar a la superficie de varias maneras; por ejemplo, puede ser llevada por magma en la forma de actividades volcánicas”.

También es muy posible que aun hoy en día el agua continúe produciéndose así en las profundidades de la Tierra. “Este estudio resalta la forma en que los minerales que componen el manto terrestre pueden incorporar cantidades grandes de agua, y cómo, en cierto sentido, la Tierra realmente está ‘mojada’ hasta su núcleo”, comentó Lydia Hallis, de la Universidad de Glasgow, en Gran Bretaña.

 

¿Descubrimiento nuevo?

No obstante, este anuncio reciente realmente no es nuevo, considerando que varios estudios publicados por más de dos décadas y media han encontrado evidencia de que dentro de las rocas y minerales del manto se encierra suficiente agua para formar varios océanos.

En noviembre de 2016, se propaló la noticia del descubrimiento de agua dentro de una inclusión en el diamante que afirman surgió a la superficie de la Tierra desde una profundidad de 1000 kilómetros en el manto terrestre. Un grupo internacional había estudiado el diamante hallado en el sistema del río San Luis, en Juina, Brasil, y encontraron un mineral atrapado dentro de la inclusión del diamante durante la etapa de su formación.

Cuando estos investigadores examinaron de cerca, con microscopía infrarroja, la inclusión atrapada en el diamante, pudieron ver sin lugar a duda la presencia de iones hidroxilos (OH-), los cuales normalmente provienen del agua.

 

Las implicaciones

Pero, aun así, Raymond Jeanloz, de la Universidad de Berkeley, en California, no puede concebir “que haya habido una efusión de agua, al estilo del arca de Noé, aunque las balanzas se inclinen hacia un flujo mayor”. Así que solo es su parcialidad evolucionaria la que le impide aceptar que pudo haber ocurrido una efusión catastrófica de agua bajo presión en el manto, al estilo de las fuentes del arca de Noé, ¡tal y como lo describe la Biblia!

Es muy obvio que la declaración del relato de Génesis 7:11, en el cual el cataclismo del Diluvio global comenzó porque “fueron rotas todas las fuentes del grande abismo”, es una descripción muy vívida de una efusión catastrófica de agua hacia la superficie terrestre.

También es obvio que el agua había sido guardada bajo presión en la profundidad del manto antes de la era del Diluvio. Tal efusión de agua pudo haber sido acompañada por material proveniente del manto, cuya elevadísima temperatura tuvo que originar una catástrofe volcánica. Cuando la lava se esparció bajo el mar, produjo un nuevo fondo marino. En los continentes, el brote monumental de flujos de lava y explosiones de capas de ceniza volcánica fueron depositadas entre las capas de sedimentos que se iban acumulando y que enterraban fósiles rápidamente. El agua adicional que salió de las fuentes se agregó al creciente nivel del mar debido al impulso ascendente de su nuevo y caliente fondo marino, dando lugar a la inundación de los continentes. Los terremotos que ocurrieron por estas catástrofes agregaron un aumento en el oleaje del agua, parecido al de los tsunamis. La creciente inundación depositó capas de sedimentos por todos los continentes y enterró muchos animales, que se convertirían en fósiles.

Además, las efusiones de agua del manto a través de una gran red global de fracturas hicieron separaciones en el supercontinente original antes de la era del Diluvio, que hoy son las placas tectónicas. El agua dentro del manto hizo que bajara la viscosidad del material del manto (haciendo que el material fuera menos “grueso”), lo que permitió que las placas tectónicas pudieran moverse rápido sobre la superficie terrestre y se produjera el Diluvio global.

Así que las aguas que vinieron de adentro de la Tierra combinadas con las aguas originales crearon océanos para producir el Diluvio de Génesis. La descripción bíblica de ese acontecimiento explosivo simplemente ha sido confirmada por las últimas investigaciones de los científicos seculares. Podemos confiar plenamente en la veracidad del relato de Génesis sobre el catastrófico Diluvio global en los días de Noé, así como en la historia de la creación, desde el primer versículo. En resumidas cuentas, las aguas del océano no provinieron originalmente del manto, sino que fueron creadas por Dios y fueron puestas en su lugar desde “el principio”.

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