¿Amas a tus enemigos? Romanos 12:16-21.

“Bendecid a los que os persiguen; bendecid, y no maldigáis.    No paguéis a nadie mal por mal; procurad lo bueno delante de todos los hombres.  Si es posible, en cuanto dependa de vosotros, estad en paz con todos los hombres.  No os venguéis vosotros mismos, amados míos, sino dejad lugar a la ira de Dios; porque escrito está: Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor.  Así que, si tu enemigo tuviere hambre, dale de comer; si tuviere sed, dale de beber; pues haciendo esto, ascuas de fuego amontonarás sobre su cabeza.  No seas vencido de lo malo, sino vence con el bien el mal.”


CONCLUSIONES.

Amar no ha sido fácil para el hombre, aun cuando se trate de su cónyuge, de sus hijos y de sus amigos.  Tampoco lo es cuando se trata de nuestro prójimo y peor aun cuando se trata de nuestros enemigos, no necesariamente declarados; sino también personas que nos hacen la guerra silenciosa, que nos acosan, que nos persiguen, aparentemente sin causa alguna.  El problema fundamental es que estamos ante un mundo gobernado por las tinieblas, donde el verdadero amor no tiene cabida y lo que se busca es saciar los intereses personales de cada uno.  Claro está que el mayor factor que lleva al odio es la influencia de las tinieblas sobre el ser humano, pues satanás quien gobierna este mundo solo vino a matar, hurtar y destruir y esto es lo que está trasmitiendo al hombre, a través del consejo y la asesoría personal que los demonios hacen sobre la mente del hombre.  Es decir, el ejército de las tinieblas está instigando constantemente al hombre para que se convierta en enemigo de los demás, pues las tinieblas no saben qué es el amor, dado que este don es la cualidad más representativa de Dios; además el diablo sabe que, sembrando el odio, muchos pasaran de ser hijos de Dios a ser hijos suyos, propiedad suya para el fuego eterno.

Para ser verdaderos hijos de Dios, entonces también debemos amar a nuestros enemigos, aunque esto parezca una teoría descabellada y la Biblia nos enseña cómo debe ser demostrado este amor:

1.  Bendecid y no maldigáis a los que os persiguen.

Nuestro instinto carnal nos lleva a responder con el mismo agravio que hemos recibido o aún mayor; pero Dios nos manda a bendecir a los que nos hacen mal, a los que nos persiguen.  ¿Este comportamiento suena como a ser una “gallina”?  Claro que no, Cristo en la cruz del calvario pedía perdón para sus perseguidores y los hubiera podido fulminar con fuego del cielo; solo que, si lo hubiese hecho, entonces su reino no fuera de amor sino de venganza.

2.  No paguéis mal por mal.

El mundo nos dice que paguemos con la misma moneda; pero Dios nos dice que no es así como hacen los hijos de Dios.  Si nos hacen mal, entonces paguemos con bien, solo así seremos de nuestro Padre Celestial.  Si pagamos con mal, entonces ya no somos de Cristo sino del diablo.

3.  Procurad lo bueno delante de todos los hombres.

Un hijo de Dios debe dar testimonio de Cristo en todo lugar donde se encuentre; por eso su actitud debe ser siempre orientada hacia el bien.  Si un cristiano se ve envuelto en cosas malas, entonces no está dando buen testimonio y lo que va a pasar es que aquellos que no han llegado a los pies de Cristo, nunca lo vayan a intentar, pues dicen en sus corazones: Si así actúan los cristianos, entonces yo no quiero ser cristiano.

4.  Estad en paz con todos los hombres.

Uno de los mandatos de Dios es “Buscad la paz” en cuanto dependa de vosotros.  Si estamos en paz con todos, entonces el reino de Dios se habrá acercado a nuestras vidas.  Este es uno de los frutos del Espíritu Santo y si no hay paz en nosotros, quiere decir que el Espíritu de Dios no mora en nosotros y que más bien en nuestro corazón está el espíritu del anticristo. 

5.  No os venguéis vosotros mismos.

Es muy común el buscar venganza por los males o agravios recibidos, ya que nuestro orgullo personal fue golpeado y según nosotros merece una recompensa.  Cuando no haya orgullo en nosotros, entonces tampoco habrá necesidad de venganza, máxime cuando conocemos la promesa de que Dios mismo tomará venganza por cuenta de nosotros; esto si realmente somos cristianos y le estamos sirviendo a Dios.

6.  Dale de comer y de beber a tu enemigo.

Es posible que queramos ver enterrados a nuestros enemigos o también a los desconocidos, aunque no sean nuestros enemigos.  ¿Pero qué nos dice Dios?  Mejor dales de comer y de beber, refiriéndose a suplir las necesidades básicas del enemigo.  Si nuestro enemigo ve que en nosotros está el amor de Dios, entonces eso lo incitará a buscar el perdón, la reconciliación y a llegar a los pies de Cristo.  Haciendo esto se acumulará juicio para el enemigo inconverso, dado que no se convirtió de sus malos caminos, aún ante la demostración de amor de aquellos verdaderos cristianos.

7.  No seáis vencido de lo malo.

La maldad de este mundo nos entristece, nos humilla, nos golpea; pero el llamado de Dios es a no dejarnos desestabilizar por la maldad y la injusticia.  Si te dejas derribar o contaminar por el mal, entonces te vas a hacer también partícipe del mal y Dios lo que quiere es que, como hijos, permanezcamos dentro de su redil y que no saltemos la barrera y caigamos al otro lado, al redil del mundo.

Con todo esto podrás reflexionar si realmente amas a tus enemigos.  Si aún no lo haces completamente, quiere decir que no eres del rebaño de los hijos de Dios.  Pues el que es de Cristo, el amor de Dios se ha derramado en su corazón y amará a todo el mundo incluyendo a sus enemigos y perseguidores.

Que Dios los bendiga grande y abundantemente.

 

 

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