El confort y el conformismo. Romanos 12:2


“No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.”

 

CONCLUSIONES.

Hablando espiritualmente, hay dos grandes males luego del pecado que aquejan al mundo:  El confort y el conformismo. 

En el confort están las personas pobres espiritualmente, o sea aquellos que creen que no tienen necesidad de Dios.  Quizás tienen un buen negocio, un buen empleo, una buena posición, unas propiedades que le permiten vivir holgadamente, una familia que le suple todo lo necesario, unos estudios que quizás lo mantienen muy solicitado, un negocio ilegal que le deja jugosas ganancias, unas fuerzas físicas para trabajar, una buena pensión, etc.  Ante este panorama y la ausencia de nubes grises en el horizonte, dichas personas pensarán que lo tienen todo y que buscar de Dios no es necesario.  Aquí es donde muchos blasfeman contra Dios y dicen: Mi dios es el dinero, mi dios es mi sabiduría, mi dios es mi fortaleza física, mi dios es mi belleza, etc.

En el conformismo están todas las personas que se conforman con la manera como están viviendo y haciendo las cosas.  Dicen en sus corazones:  Trabajo toda la semana, llevo a mi hogar todo que se necesita, desde el viernes estoy de rumba y el domingo salgo a pasear, sea donde un amigo, donde un familiar, a una casa finca fuera de la ciudad, a un balneario, a un río, a una playa, etc.  Y en cuanto a la búsqueda de Dios, que Él mismo se dé cuenta que no tengo tiempo para leer la Biblia, mucho menos para ir a la iglesia.  Además, pienso que mi Dios es tan grande en amor que me salvará y no me dejará ir la infierno, máxime cuando yo no le hago mal a nadie, pago mis votos, diezmo lo establecido, le doy limosna a los pobres, le prendo velitas a los santos devotos, etc. 

¿Cuál de estos caminos es el más perjudicial para el hombre?  Los dos, pues el confort le hace creer a las personas que no necesitan de Dios y terminan viviendo por una eternidad en el infierno, alejados de Dios, que era como querían estar.  Así mismo los conformitas, son tan perezosos espiritualmente, que piensan que Dios los va a cargar y que los va a obligar a entrar al reino de los cielos.  Pero Dios no puede obligar a nadie y estas personas también terminan alejados de Dios, en el castigo eterno.  No es que Dios los haya echado al infierno, sino que cada cual se condena, cuando rechaza a Jesucristo como su Señor y Salvador, que es el único camino a la vida eterna. 

¿Pero qué nos dice Dios en su Palabra?  No os conforméis a este siglo”.  Es decir que no nos conformemos a las cosas de este mundo, que por muy buenas que parezcan, en ninguna de ellas encontraremos la vida eterna; fuera de que van pasando y se van desapareciendo, porque aquí en la tierra nada es constante, a excepción del conocimiento de Dios y su sabiduría.  ¿Qué pasa con el hombre rico?  Al final de su vida está enfermo, de pronto imposibilitado para moverse, con tantas preocupaciones, que la vida eterna ya no pasa por su mente, pues la ha rechazado toda una vida, porque solo tenía tiempo para los negocios.  Sin duda alguna perdió su salud, perdió su tranquilidad y seguidamente perderá sus riquezas que irán a manos de otros y por último se irá al infierno, porque nunca recibió a Jesucristo en su corazón, pues lo tenía ocupado con billetes.

¿Cuál es el mandato de Dios?  Que nos transformemos renovando nuestro entendimiento”.  Esto se hace a través de la Palabra de Dios que es la que penetra hasta lo más profundo del hombre y lo transforma, desde el cuerpo hasta el espíritu.  Esta Palabra debe limpiar nuestra mente y nuestro intelecto, para que podamos, ver, escuchar y discernir el propósito de Dios en nuestras vidas.

¿Y para qué necesitamos una transformación?  Es simple, necesitamos ser unos vasos limpios, unos instrumentos limpios que Dios pueda usar.  Necesitamos conocer qué es lo que Dios espera de nosotros, necesitamos entender sus propósitos para con cada uno de nosotros, después del principal que es llegar a la vida eterna.  Luego de que estemos seguros de la salvación, entonces tenemos que servir a Dios, continuando con la obra redentora que inició nuestro Señor Jesucristo aquí en la tierra, este es el segundo propósito; sin embargo, también hay más propósitos particulares que Dios tiene en mente para cada hombre, si se arrepiente, si entrega su vida a Jesucristo y si se aparta del mundo, mediante la trasformación de su entendimiento.  A unos querrá Dios hacerlos profetas, a otros evangelistas, a otros pastores, a otros maestros, a otros les dará dones del Espíritu Santo, a otros los hará sus testigos, etc.  Si lee la Biblia encontrarás que Dios ha usado miles de hombres en diferentes tareas a través de toda la historia y también encontrará promesas para usted, si es que se deja usar por Dios.

¿Crees que hacer la voluntad de Dios es aburrido?  Recuerda que la voluntad de Dios es buena, justa, agradable y perfecta, y que mientras no haya disposición en nosotros para servir a Dios, entonces el hacer su voluntad será una carga para el hombre y no una fuente de bendición, como lo que realmente es.  Si le sirves al mundo toda la vida, seguramente perderás la vida eterna; pero si le sirves a Dios, te darás cuenta de que habrás ganado la vida eterna; por eso, dice Dios en su Palabra: “Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, la hallará.” Mateo 16:25. 

¿Qué ganarás si te esfuerzas toda la vida trabajando y te olvidas de Dios?  ¿Qué ganarás si pasas toda la vida disfrutando de los bienes de este mundo y te olvidas de Dios?  Aquí no cabe ese dicho popular que reza: “Disfrutemos, porque uno se muere y nada se lleva.”  Es cierto que no nos llevaremos nada material, pero el peligro radica en que el disfrute de las cosas de este mundo no sirve para ganar la vida eterna; en cambio, el servir a Dios, sí trae vida eterna en Cristo Jesús.

Que Dios los bendiga grande y abundantemente.

 

 

 

Entradas populares de este blog

El sueño espiritual. Romanos 13:11-14

El poder del evangelio (Romanos 1:16-17)

En ningún otro hay salvación. Hechos 4:11-12