Un reino de glotones. Romanos 14:17-19.

Porque el reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo.  Porque el que en esto sirve a Cristo, agrada a Dios, y es aprobado por los hombres.  Así que, sigamos lo que contribuye a la paz y a la mutua edificación.”

 
CONCLUSIONES.

Muchos esperan que el reino de los cielos sea como una gran fiesta en una ciudad llena de palacios, donde haya muchos invitados, donde haya comida de todo tipo y para todos los gustos, donde haya licor para todos los paladares, donde se baile y se goce hasta el cansancio.  Esto suena como a una mal llamada “parranda santa”; sin embargo, nada de esto tiene que ver con el reino de los cielos; pues el gozo que se alcanza en la tierra es meramente carnal y fuera de que no contribuye nada al camino espiritual, más bien es contrario a los designios del Espíritu de Dios.  Además, este gozo carnal es efímero, esto quiere decir que habrá pocos momentos de gozo y luego todo desaparece; pero también habrá largos periodos de sufrimiento, debido a que estamos en un mundo lleno de injusticia, de violencia, de depravación, de orgullo, de vanidad, de privaciones, de competencias por todo; donde cada persona intenta salir adelante aun pisoteando a su prójimo, si le fuere necesario para alcanzar sus metas.

Hay quienes nos les importa el reino de los cielos; pero sí creen que cuando mueran irán de parranda con el diablo, pues aún piensan que el diablo es bueno y que lo que pasa es que lo han estigmatizado asociándolo con el pecado.  Es necesario aclarar que el diablo promete muchas cosas materiales como dinero, fama, negocios, posesiones, placeres, etc.; pero al final, cuando el hombre muera irá directamente a una celda de castigo en el infierno, donde el gusano nunca muere y el fuego nunca se apaga.  Y si tu ojo te fuere ocasión de caer, sácalo; mejor te es entrar en el reino de Dios con un ojo, que teniendo dos ojos ser echado al infierno, donde el gusano de ellos no muere, y el fuego nunca se apaga”. Marcos 9:47-48.  Ese es el reino o el trono que el diablo les regala a los que hacen pacto con él.  Pero de ninguna forma habrá tal fiesta en el infierno, allá se va solamente a sufrir, a ser castigados; allá no hay sitios de privilegio.  Personajes famosos que han hecho pacto con el diablo, han terminado en el infierno, en una celda de 1 metro de ancho, donde el fuego los envuelve a cada minuto, haciendo que se escuche el lloro y el crujir de dientes.  El diablo no tiene privilegios con nadie, lo que pasa es que es el maestro del engaño y atrae a muchas personas prometiéndoles palacios en el infierno, con muchas mejores cosas que las que puede conseguir aquí en la tierra; con razón la Biblia lo cataloga como el padre de mentira.

Seguramente si el reino de los cielos se pareciera a las fiestas que se hacen aquí en el mundo, la mayoría lo estuviera buscando desesperadamente; pero como la Biblia dice que esto no es así, entonces los que viven en los placeres mundanos, mejor negocian con el diablo y no quieren ir al reino de los cielos porque dicen que es un “lugar aburrido”.  Son malas noticias para estas personas, pues el gozo espiritual es infinitamente grande en comparación con el gozo terrenal, además de que es totalmente diferente.  El problema es que mientras estemos habitando en un cuerpo carnal y en un mundo material, no será posible experimentar el gozo espiritual; a no ser que nos sumerjamos en la inmensidad del Espíritu Santo mediante la alabanza, la oración y la adoración.

En el reino de los cielos hay un gozo espiritual en nada comparable con el gozo físico.  Allí los seres espirituales viven en amor, justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo y este gozo es superior, es trascendental, y dado que nuestro espíritu es inmortal, entonces también ese gozo será eterno.

El que sirve a la justicia aquí en la tierra, está sirviendo a Cristo y esto es agradable delante de Dios y aún de los hombres que también gustan de la justicia; porque los siervos de las tinieblas no buscan las virtudes de Dios; sino más bien buscan extirpar de la tierra todo lo que queda de ellas.

El texto bíblico nos invita a seguir todo lo que contribuya a la paz y a la mutua edificación; esta edificación se refiere al crecimiento material y espiritual de cada ser humano; sin que esto conlleve al detrimento de la vida de otros; es decir, esta edificación tiene que contribuir con el cumplimiento del segundo gran mandamiento.

Hay que recordar que solo se llega al reino de los cielos a través de Jesucristo, quien, con el derramamiento de su sangre en la cruz del calvario, nos puede limpiar de todo pecado y mostrarnos justos delante de Dios el Padre y hacernos merecedores de la vida eterna.  Busca hoy de Cristo y no pongas tu mirada en los placeres de la vida, que estos sin duda te llevarán a la muerte espiritual.

Que Dios los bendiga grande y abundantemente.

 

 

 

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