Nadie escapará del juicio. 2 Corintios 5:6-10
“Así que vivimos confiados siempre, y sabiendo que entre tanto que
estamos en el cuerpo, estamos ausentes del Señor (porque por fe andamos, no por
vista); pero confiamos, y más quisiéramos estar ausentes del cuerpo, y
presentes al Señor. Por tanto,
procuramos también, o ausentes o presentes, serle agradables. Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el
tribunal de Cristo, para que cada uno reciba
según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo.”
CONCLUSIONES.
Podemos decir que al menos un 90%
de la población mundial ha pasado por una escuela básica primaria, donde
adquirimos conocimientos para nuestro diario vivir como lo es la lectura, la
escritura y las operaciones matemáticas.
Un porcentaje menor ha pasado por la escuela secundaria, donde
aprendemos cosas más técnicas y un porcentaje más bajo ha pasado por la
universidad, donde se especializan en diferentes ramas del saber y se equipan
con el conocimiento necesario para construir un proyecto de vida. Durante el transcurso de cada semestre o año
lectivo se hacen evaluaciones y con los resultados obtenidos al final, se da
uno de dos veredictos: Cumplió
satisfactoriamente con las evaluaciones y pasa al siguiente nivel o desaprobó
el periodo lectivo y debe repetir o en el peor de los casos debe irse para otra
institución. Aquí en la tierra, esto de
aprobar o desaprobar no significa ningún problema de vida o muerte; sino de
aprovechar o desaprovechar el tiempo y las oportunidades de crecer
laboralmente.
Pero si hablamos espiritualmente,
podemos decir que también estamos en una escuela, donde tenemos acceso a la
Palabra de Dios y estamos en una práctica permanente. En esta escuela se nos dio libertad para
buscar de Dios o para ignorarlo, de leer su Palabra o ignorarla, también se nos
dio libertad para hacer lo bueno o lo malo.
No hay evaluaciones; pero en todo momento, hay cámaras y micrófonos que
están grabando nuestro diario vivir. No
se hace un control anual, sino uno al final de nuestras vidas, cuando hayamos
abandonado el cuerpo físico y nuestra alma y espíritu se tengan que presentar
ante el tribunal de Cristo. Allí habrá
también dos veredictos: El primero, “Entonces el Rey dirá a los de su derecha:
Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la
fundación del mundo.” Mateo 25:34 y el segundo, “Entonces dirá también a los de la izquierda: Apartaos de mí, malditos,
al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles.” Mateo 25:41. Por eso nuestra vida debe ser agradable a
Dios mientras estemos viviendo en el cuerpo físico; pues de todo lo que hagamos
tenemos que dar cuenta y toda acción nuestra tendrá su justa retribución:
Bendición o castigo para aquellas de las cuales no nos arrepentimos..
Los planes de Dios son
inaplazables e innegociables, se cumplen al pie de la letra y a su debido
tiempo. Uno de los planes futuros, es
que cada hombre se presente en un juicio ante el TRIBUNAL DE CRISTO y esto se
cumplirá porque lo dijo el mismo Dios.
No hay forma de evadir este dictamen y si usted no cree, igualmente irá
a juicio y será condenado por incrédulo; pues la incredulidad es uno de los
mayores pecados contra Dios.
Si hay una evaluación final de
nuestra estadía aquí en la tierra, es porque este mundo es una escuela, en
donde se permite ejercer lo bueno o lo malo.
Claro que en las actuales circunstancias, ya se perdió el verdadero
sentido de las cosas y el mundo llama bueno al pecado. Por ejemplo llaman "sana diversión"
el sentarse en una taberna a tomar licor; cuando Dios dice en su Palabra "no os embriaguéis con vino en el cual hay
disolución" y "ningún
borracho heredará el reino de Dios".
Definitivamente lo que hagamos con nuestro cuerpo físico influye en
nuestra futura vida espiritual y no es posible hacer algo por nuestra salvación
luego que el cuerpo físico deje de existir.
Ni las velas, ni los santos, ni la virgen, ni los ruegos, pueden
modificar el futuro camino que cada cual ha labrado con sus obras aquí en la
tierra.
Es menester recordar que la mayor
parte del mundo anda por caminos equivocados, siguiendo a hombres, a ideales y
a falsas doctrinas que indudablemente los conducirán a la muerte segunda, la
cual comienza por un veredicto de castigo en el juicio final. Todos somos creados por Dios; pero tan solo
son hijos de Dios los que hayan nacido de nuevo, que hayan muerto a su
naturaleza pecaminosa y que hayan recibido al Espíritu Santo de Dios en sus
vidas. Si eres una nueva criatura,
entonces serás exonerado de toda culpa durante el juicio; porque Jesucristo ya
pagó con su sangre por tus pecados. Pero
si aún no eres una nueva criatura, entonces el veredicto final estará en tu
contra y tu destino será el lago que arde con fuego y azufre por una eternidad. Busca de Jesucristo y sigue su Santo
Evangelio, si quieres que el JUICIO FINAL te cause gozo en vez de temblor.
Nadie escapará del juicio final;
pero los que tienen a Cristo en su corazón, implícitamente ya tienen un abogado
que los defiende en el juicio y que siempre estará presto a decir ante cada
acusación: “Yo ya pagué por ese pecado
con mi sangre derramada en la cruz del calvario”. En síntesis, el acusado cristiano, más
pareciera estar de vacaciones, que estar ante un tribunal.
Que Dios los bendiga grande y
abundantemente.