¿Ya naciste de nuevo? 2 Corintios 5:17
“De modo que, si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.”
Vale la pena
recordar que para ser una nueva criatura, esta tuvo que haber nacido de nuevo;
pero no físicamente, es decir, no se puede nacer de nuevo en un vientre
maternal ni mucho menos en una religión; en cambio sí se puede nacer de nuevo
espiritualmente, del agua que es la palabra de Dios y del Espíritu Santo,
veamos lo que dice la Palabra: “Respondió Jesús: De cierto, de cierto te
digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino
de Dios.” Juan 3:5. Así mismo, la Palabra de Dios nos da unas pautas para
conocer si de verdad hemos nacido de nuevo: “No es buen árbol el que da malos frutos, ni árbol malo el que da buen
fruto. Porque cada árbol se conoce por
su fruto; pues no se cosechan higos de los espinos, ni de las zarzas se
vendimian uvas.” Mateo 6:43-44.
Cuando Cristo entra a morar en el corazón del hombre, este es
transformado, es limpiado de su maldad y de sus vicios y todo en él es hecho
nuevo, hasta su modo de hablar ya es diferente; pero esto solo puede darse si
el hombre le abre a Dios las puertas de su corazón y le permite que entre a
morar en él.
Si alguien nació de
nuevo en Cristo, entonces estará dando buenos frutos y estos son: “Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo,
paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales
cosas no hay ley.” Gálatas 5:22-23.
Si esa criatura todavía sigue dando los frutos de la carne, entonces se
encuentra engañado a sí mismo, o ha sido engañado por una religión. Estos son los frutos que no debe dar un
cristiano renacido: “Y manifiestas son
las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia,
idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas,
disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas
semejantes a estas; acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho
antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios.”
Gálatas 5:19-21.
Entonces, si estás
en Cristo, cualquier forma de pecado ya la habrás dejado atrás y ahora estarás
dando los frutos del Espíritu Santo.
Pero si aún sigues inmutable, si aún sigues mintiendo, hablando
vulgaridades, tomando licor, haciendo injusticias, honrando imágenes, andando
en infidelidades o alejado de Dios, entonces aún no eres una nueva criatura y
si se siente a gusto con su modo de vida distante de Dios, entonces es que el
diablo lo tiene engañado, para que finalmente se pierda y no alcance la
salvación. Ser cristiano es un nuevo
estilo de vida, una vivencia permanente, enmarcada dentro de los mandatos
bíblicos. Ser cristiano no es asistir a
una iglesia y conseguir un certificado de asistencia, es más bien una
experiencia de cerca con el creador y esta experiencia abarca actividades como:
La lectura de la Biblia, el ayuno, la oración, la intercesión, el evangelismo,
el testimonio de que Cristo vive en nosotros y por sobre todo la obediencia y
la santidad sin las cuales nadie verá a Dios.
Nacer de verdad
significa llegar arrepentidos a los pies de Jesús, recibirle como Señor y
Salvador y vivir una vida de obediencia y santidad a la Palabra. Luego de este acontecimiento, entonces nos
podemos preparar para dar el gran paso del bautismo en agua y en ese momento ya
estaremos preparados para recibir el bautismo del Espíritu Santo. Pero esto no se consigue con solo ir a la iglesia
el domingo y pararnos a lado de la puerta, tampoco se consigue escuchando el
sermón por televisión y recostados en el mueble de nuestra casa; para esto se
necesita compromiso, se necesita llegar a los pies de Cristo humillados y
arrepentidos, se necesita el deseo que querer cambiar completamente, solo así
Cristo puede entrar en nuestra vida y transformar nuestro cuerpo, alma y
espíritu. ¿Es que su trabajo o su
círculo social no le permiten cambiar el estilo de vida? Entonces debe recordar que todo esto es
pasajero y que luego que muera, solo perdurará su relación con Dios, quien le
sostendrá aún más allá de la muerte. Pero si su relación íntima no es con Dios,
sino con el mundo, entonces perecerá igualmente con el mundo y Dios no podrá
hacer nada por usted, pues usted a través del pecado y la indiferencia con
Dios, le entregó el control de su vida a satanás y a las tinieblas, quienes
tomarán propiedad de su alma y espíritu al momento que muera.
Que Dios los bendiga grande y
abundantemente.