Si no se arrepiente, igualmente perecerá.
Lucas 13:4-5
“O aquellos dieciocho sobre los
cuales cayó la torre en Siloé, y los mató, ¿pensáis que eran más culpables que
todos los hombres que habitan en Jerusalén? Os digo: No; antes si no os arrepentís, todos
pereceréis igualmente”.
CONCLUSIONES.
Nos encontramos ante un problema muy grave de la humanidad y
es la negligencia, pues como seres humanos tenemos la particularidad de no
buscar la solución a nuestros problemas si estos no ponen en riesgo nuestra
vida y máxime cuando se trata de problemas espirituales, como dicen algunos.
Hay varias manifestaciones de negligencia como estas:
1. El hombre se
cree bueno y merecedor de la salvación.
Durante toda la historia, Dios le ha dicho al hombre que
debe arrepentirse de sus malos caminos: “No seáis como vuestros padres, a
los cuales clamaron los primeros profetas, diciendo: Así ha dicho Jehová de los
ejércitos: Volveos ahora de vuestros malos caminos y de vuestras malas obras; y
no atendieron, ni me escucharon, dice Jehová”. Zacarías 1:4; pero el hombre
dice que él no le hace daño a nadie y que cumple con los mandamientos, entonces
que no tiene de qué arrepentirse; pero por el solo hecho de creerse bueno se
hace pecador: “Un hombre principal le preguntó, diciendo: Maestro bueno,
¿qué haré para heredar la vida eterna? Jesús le dijo: ¿Por qué me llamas bueno?
Ninguno hay bueno, sino solo Dios”. Luca 18:18-19.
La mayoría de los hombres se creen buenos y por tanto
merecedores de la vida eterna, así le sirvan al mundo con los miembros de su
cuerpo, así le sirvan al mundo con su economía, así le sirvan al mundo con su
simpatía; pero Dios demanda santidad de su pueblo, pues para convivir con Dios
en el reino de los cielos necesitamos la santidad; de lo contrario seremos
incompatibles con su presencia y sería como tratar de mezclar el agua con el
aceite: “Sino, como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos
en toda vuestra manera de vivir”. 1 Pedro 1:15.
2. El hombre deja
en manos de Dios el problema de su salvación.
Otra demostración de negligencia de la humanidad consiste en
dejarle el problema de la salvación a Dios, basándose solo en el texto que dice
que Dios es amor y omitiendo el texto que habla de que Dios es fuego
consumidor: “El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor”. 1 Juan 4:8. Pero también dice otro texto: “Humo
subió de su nariz, Y de su boca fuego consumidor; Carbones fueron por él
encendidos” 2 Samuel 22:9. ¿Y por qué se irritaría Dios? Muy simple, pues
Dios abomina el pecado y por causa de eso la tierra está bajo maldición y el hombre es consumido: “Por esta
causa la maldición consumió la tierra, y sus moradores fueron asolados; por esta
causa fueron consumidos los habitantes de la tierra, y disminuyeron los hombres”.
Isaías 24:6.
Entonces el hombre dice descaradamente: “Dios es amor y por
lo tanto no dejará que nadie se pierda en el infierno”. Y esto lo dicen porque no les interesa los
compromisos con Dios o no tienen el conocimiento de la Palabra y no han leído
que Dios no tolera el pecado y que dará a cada uno el pago debido por sus
obras: “Porque el Hijo del Hombre vendrá en la gloria de su Padre con sus
ángeles, y entonces pagará a cada uno conforme a sus obras”. Mateo 16:27.
No dice que Dios en su infinito amor se llevará para su gloria tanto a justos
como a pecadores; más bien dice que dará a cada uno el pago según hayan sido
sus obras aquí en la tierra.
3. El hombre confía su salvación en las religiones.
Otra demostración de la negligencia del hombre consiste en dejar
su salvación en manos de las religiones y hasta han llegado a tal punto de
creer que con solo asistir a una iglesia los domingos o con rezar un “rosario”,
que entonces ya tienen asegurada la salvación de sus almas; pero recordemos que
ninguna religión puede salvar y que solo Jesucristo es el camino, la verdad y
la vida: “Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el
cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos”. Hechos 4:12.
Y aunque el hombre tenga la certeza de que el líder de su
religión es un dios (aunque esté muerto), es una falsa sensación, pues solo
Jesucristo tiene el atributo de ser Dios, fue el único que bajó del cielo y se
encarnó en un ser humano, fue el único que murió crucificado y lo mejor de todo
fue el único que resucitó al tercer día por el poder de Dios y subió nuevamente
a los cielos y se sentó a la diestra de Dios el Padre. ¿Hay algún otro dios que haya hecho dichas demostraciones
de poder? Absolutamente nadie, máxime
cuando Jesucristo es el Verbo, es decir que era la fuerza creadora que estaba
presente en el momento de la creación y por sus manos fue hecho todo el
universo: “Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha
sido hecho, fue hecho”. Juan 1:3. ¿Y usted se imagina a Jesucristo creando
otros dioses para que le hagan competencia? Es absolutamente imposible que algo
así suceda, máxime cuando toda criatura no puede ser igual o superior a su creador.
Si cada dios de los que proclama el hombre fuera real como
Jehová de los Ejércitos y su Hijo Jesucristo, entonces no tendríamos una sola
tierra como ahora, ni un solo sol, ni una sola luna, seguramente pudiéramos
saltar entre varias tierras; pues la competencia por la creación entre los
diferentes dioses hubiera producido abundancia de paraísos terrenales; pero ya
ve usted que al menos la tierra donde el ser humano puede vivir es una sola y
no hay varias de ellas en forma contigua.
Además de esto muchos de los dioses del mundo fueron líderes que no
pudieron confrontar la muerte, sencillamente se los llevó, les quitó la vida y
hoy ya no existen ni los huesos de cada uno de ellos.
4. El hombre está esperando que el futuro cambie a favor
de él.
Una de las tantas formas de negligencia del ser humano es
esperar que las cosas cambien por sí solas y que esos cambios traigan bendición
para el hombre; pero no podemos esperar a que las cosas mejoren a nuestro favor
si no hacemos nada para cambiar nuestro destino. Si no hacemos nada por nuestra salvación,
indudablemente seguiremos caminando por la puerta ancha que lleva hacia la
perdición y un día ya no tendremos este cuerpo físico y por ende habremos
perdido toda oportunidad de arreglar cuentas con Dios antes que la puerta del
arrepentimiento se haya cerrado: “Buscad a Jehová mientras puede ser
hallado, llamadle en tanto que está cercano”. Isaías 55:6.
Si esperamos negligentemente a que las cosas cambien en
nuestro favor, estaremos en peligro de que sucedan dos cosas: Que partamos
hacia la eternidad sin Cristo, lo que significa entrar al infierno y como
segundo estamos expuestos a los juicios que Dios envía sobre la humanidad: “Y
ya también el hacha está puesta a la raíz de los árboles; por tanto, todo árbol
que no da buen fruto es cortado y echado en el fuego”. Mateo 3:10
5. En un caso más extremo, el hombre no cree que haya un
Dios mi mucho menos un cielo.
Otro caso extremo de negligencia es no creer que haya un
Dios que esté ofreciendo gratuitamente una vida eterna más allá de la muerte. Y esto es porque el hombre está amañado con
su estilo de vida, está amañado viviendo en el pecado, está amañado viviendo
con el corazón puesto en la riquezas y en los bienes perecederos de este mundo,
está amañado dando rienda suelta a sus pasiones y deseos y para su perdición se
cree fuerte e invencible, máximo cuando algunos científicos están preservando
cuerpos con la promesa de que un día, apenas la tecnología esté más
desarrollada, entonces poder resucitar esos cuerpos y darles vida, una vida
material supuestamente eterna; pero no se han fijado que la vida solo está en
Jesucristo el Hijo de Dios y que donde Él no esté presente solo habrá muerte: “Jesús
les dijo: De cierto, de cierto os digo: Si no coméis la carne del Hijo del
Hombre, y bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros”. Juan 6:53.
El hombre que vive en maldad ha sido engañado por el diablo,
quien también les promete una eternidad con abundancia de riquezas y deleites;
pero lastimosamente como el diablo es “padre de mentira”, él ya está juzgado y
será el primero en habitar el lago de fuego y azufre: “Y el diablo que los
engañaba fue lanzado en el lago de fuego y azufre, donde estaban la bestia y el
falso profeta; y serán atormentados día y noche por los siglos de los siglos”.
Apocalipsis 20:10. ¿Entonces para qué seguir a alguien en el cual no hay
futuro? Por eso es mejor seguir a Jesucristo en quien verdaderamente sí hay
vida.
Estimado hermano y amigo, sino no se arrepiente y acude a
Jesucristo y le recibe como Señor y Salvador, solo le espera un destino: El
castigo eterno; por eso dice el texto: “No; antes si no os arrepentís, todos
pereceréis igualmente”. Si esto no
estaba en su mente, téngalo presente porque es una realidad, así como también
lo es Dios y su Hijo Jesucristo. No
sigas esperando a que alguien te salve, pues Dios en su infinito amor ya puso
un intermediario entre Él y los hombres, a su Hijo Jesucristo, a quien
sacrificó para lavarnos de nuestros pecados y justificarnos delante del Padre;
pero esta redención solo sucede en aquellos que le buscan de corazón, pues si
alguien le gusta más el pecado que la justicia, está en libertad de hacerlo.
Que Dios los bendiga grande y abundantemente.
Estimado amigo, si deseas
hoy entregar tu vida a Jesucristo haz esta sencilla oración en voz alta: “Señor
Jesús, reconozco que soy pecador y me acerco a ti arrepentido para que me
perdones y me laves con tu sangre derramada en la cruz del calvario. Yo
te acepto hoy como el Señor y Salvador de mi vida y te pido que entres en mi
corazón y me transformes, me purifiques y me santifiques, porque quiero ser el
templo de tu Santo Espíritu. A partir de hoy me comprometo a no practicar
más el pecado, a leer tu Palabra, a meditar en ella y sobre todo a obedecerla,
para que yo pueda estar en el reino de los cielos por una eternidad. Amen”.
Y si estás en peligro de muerte y no estás en paz con Dios, puedes acudir a la
misericordia de nuestro Señor Jesucristo, clamando a gran voz por
salvación: “Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo.”
Hechos 2:21.
Comentarios
Publicar un comentario