Si pudiéramos verlos.


En este mundo hay una lucha entre el bien y el mal, pero muchos de sus actores son invisibles a nuestros ojos físicos; más no por eso podemos negar su existencia.

Texto: Efesios 6:12.

Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes”.

CONCLUSIONES.

Existe un universo físico y también uno espiritual; sin embargo, en el plano físico se conjugan tanto criaturas visibles como invisibles; estando el hombre en el grupo de las criaturas visibles y siendo su alma el mayor de los objetivos de una lucha sin cuartel que se está librando entre el bien y el mal, luego que satanás y los ángeles que fueron contaminados por este, fueran expulsados de los cielos y echados al abismo: “¡Cómo caíste del cielo, oh Lucero, hijo de la mañana! Cortado fuiste por tierra, tú que debilitabas a las naciones. Tú que decías en tu corazón: Subiré al cielo; en lo alto, junto a las estrellas de Dios, levantaré mi trono, y en el monte del testimonio me sentaré, a los lados del norte; sobre las alturas de las nubes subiré, y seré semejante al Altísimo. Mas tú derribado eres hasta el Seol, a los lados del abismo”. Isaías 14:12-15.

El mal ha logrado seducir y contaminar a la mayoría de los hombres, haciendo que estos practiquen la maldad y la injusticia; y de esta forma se conviertan en siervos de las tinieblas; por otro lado muy pocos hombres han tomado la determinación de renunciar al pecado, de entregar sus vidas a Jesucristo y de hacerse militantes del ejército de los cielos; viviendo para Dios su Padre, obedeciendo a su Palabra y haciendo obras de justicia, de amor y de misericordia.

Pero esto no quiere decir que el ejército de las tinieblas sea el que esté ganando la batalla; nada de eso, sino que Dios dio al hombre libre albedrío para determinar en qué ejército quiere estar; si haciendo las obras de las tinieblas o haciendo las obras de justicia; por lo cual cada hombre determinará su futuro eterno, si lo vivirá con gozo en el reino de los cielos o lo vivirá con lloro y crujir de dientes en el horno de fuego; esto dependiendo del ejército en el cual militó mientras estaba vivo sobre la tierra.

Nosotros como seguidores del bien, hablo del pueblo cristiano, también hemos sido hechos partícipes de esa batalla contra el mal, en la cual tenemos que enfrentar aquellos seres o entidades espirituales que no tienen representación física; es decir, que no son de carne ni de sangre: “Porque no tenemos lucha contra sangre y carne”.

La Palabra dice que tenemos luchas y enfrentamientos contra el mismo diablo: “Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar” 1 Pedro 5:8; el cual a pesar de que parezca más grande y poderoso que nosotros, con los cristianos está Jesucristo quien ya venció a las tinieblas a través de su muerte en la cruz del calvario y por medio de Él tenemos la plena certeza de que somos vencedores: “Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo”. Juan 16:33.

Bajo el liderazgo del diablo está todo su ejército, conformado por principados, potestades, gobernadores, huestes, demonios y espíritus inmundos; que se mueven entre el cielo físico que vemos arriba de nosotros, la tierra y el infierno que está en el centro de la tierra: “Sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes”.

¿Y qué pasaría si pudiéramos ver con nuestros ojos físicos a este ejército de las tinieblas?

Si pudiéramos verlos las cosas serían diferentes; el mundo viviría bajo estrés, pánico y persecución viendo estos personajes metidos en todos los asuntos de la vida cotidiana (y hasta con cachos y cola como los pintan en la sabiduría popular); pero lo más importante y que no conviene al reino de los cielos, es que las personas, viendo la fealdad y crueldad de esos personajes del mal, terminen por correr a los pies de Jesucristo para arrepentirse y recibirlo como señor y salvador; y en el peor de los casos, los hombres perversos estarían complacidos con este ejército y hasta conformarían sus filas en forma abierta, participando en la tarea de combatir el bien y a todos los que siguen por estas sendas.

A Dios no le conviene que las personas se conviertan a Cristo como respuesta a un estado de pánico y de temor; dado que Dios busca adoradores voluntarios que le adoren en espíritu y verdad y no personas que por obligación tengan que acudir a Jesucristo y por eso el plan de las tinieblas tiene que desarrollarse en una forma sutil, tal que el hombre no se dé cuenta de lo que está sucediendo y que crea más bien que las situaciones difíciles obedecen a la mala suerte.

Si a Dios le agradara la idea de tener esclavos que le adorasen, sencillamente hubiera quitado el mal desde el principio y habría dejado solo un camino, para que el hombre fuera obligado a ser santo, debido a la ausencia del mal: “Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren”. Juan 4:23.

Hay varias armas que usan las tinieblas en contra del hombre como la incitación a la ira, al odio, a la venganza, al robo, a los disturbios, a la idolatría y a todo tipo de injusticia; y también la insinuación, que consiste en convencer la mente del hombre que lo poquito no hace daño y que tampoco lo hace incurrir en pecado; y de ahí salió el dicho de que “una vez al año no hace daño” y estas insinuaciones se pueden dar en el uso de bebidas embriagantes, de estupefacientes, en la infidelidad con el cónyuge, en mentir para salvaguardar sus intereses, en decir vulgaridades para sentirse grande y abrumador, etc. También el enemigo hace uso de dardos que atentan contra la vida y la integridad del hombre como son: Dardos de enfermedad, de lujuria, de lascivia, de inmundicia, de avaricia, de glotonería, de despilfarro, de pereza, etc.

En general en la lucha contra las tinieblas no hay armas físicas, sino armas espirituales como las ya citadas y de parte del cristiano, Dios también pone a su servicio una armadura que lo protegerá de todos los ataques del maligno y que también le permitirá enfrentarlo y defenderse: “Estad, pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad, y vestidos con la coraza de justicia, y calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz. Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno. Y tomad el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios; orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos”. Efesios 6:14-18.

¿Y por qué los individuos del ejército de las tinieblas no tienen cuerpo físico?

En el principio el diablo era una creación de Dios que hermoseaba el reino de los cielos, cuyo nombre era Lucero, un querubín protector y su ejército actual eran ángeles del reino de los cielos, que por causa del orgullo y la altives de Lucifer, también fueron contaminados y expulsados a la tierra; en síntesis todos eran seres espirituales no visibles en el plano terrenal y lo seguirán siendo porque así fueron creados; y es por eso que los demonios usan a los hombres como sus huéspedes para moverse y desde sus corazones ejecutar los planes de las tinieblas, y en algunas oportunidades usan cuerpos de animales como la historia del endemoniado gadareno: “Y los demonios le rogaron diciendo: Si nos echas fuera, permítenos ir a aquel hato de cerdos”. Mateo 8:31.

Pero todo esto no quiere decir que estas entidades espirituales no se puedan ver en el mundo espiritual, pues allá tienen un cuerpo incorruptible, qué sí puede ser visto y apreciado por los sentidos espirituales, aún con mayor sensación que como ocurre aquí en la tierra con nuestros sentidos físicos. Para este caso los verdaderos hijos de Dios, desde la tierra y en ejercicio de sus sentidos espirituales o en momentos de éxtasis y de visiones, pueden ver estos personajes espirituales, o en su defecto, ellos pueden personificarse como el caso de los ángeles, encarnarse como el caso de Jesucristo o posesionarse de personas como el caso de los demonios (pues ningún ente de las tinieblas puede encarnarse).

Los demonios conocen a la perfección al pueblo cristiano y deben conocerlo, porque son sus enemigos, a quienes mayormente deben atacar y tratar de quitarles cualquier oportunidad de obtener la salvación de sus almas o la vida eterna; la mala noticia para los demonios y otros seres del mal es que Jesucristo los venció y que los discípulos de Jesús también pueden vencerlos y echarlos fuera de cualquier persona: “Y sanó a muchos que estaban enfermos de diversas enfermedades, y echó fuera muchos demonios; y no dejaba hablar a los demonios, porque le conocían”. Marcos 1:34.

He aquí la promesa de que todos los seguidores de Jesús tienen potestad sobre los demonios, si actúan en el nombre de su maestro Jesús: “Y estas señales seguirán a los que creen: En mi nombre echarán fuera demonios; hablarán nuevas lenguas”. Marcos 16:17

Debido a que los demonios son entidades espirituales, entonces en una persona humana podrían habitar y caber muchos de ellos: “Y le preguntó Jesús, diciendo: ¿Cómo te llamas? Y él dijo: Legión. Porque muchos demonios habían entrado en él”. Lucas 8:30.

Estimado hermano y amigo, si aún no te has dado cuenta, hay un ejército invisible que lucha en contra de nuestras vidas y una forma de combatirlo es hacernos discípulos de Jesucristo, para recibir el poder y la armadura que nos hará victoriosos en esta lucha sin cuartel; si no haces nada terminarás siendo destruido y apartado del reino de los cielos por una eternidad y mientras estás vivo aquí en la tierra, entonces serás un instrumento de las tinieblas para esparcir el mal, el pecado y la injusticia; así que espero que entiendas esta realidad y tomes cartas en el asunto, antes de que sea tarde y ya no puedas arrepentirte.

Algunos dirán que ellos no le sirven a nadie y muchos menos al diablo; pero el solo hecho de ignorar el llamado de Jesucristo al arrepentimiento y a ser sus discípulos, está reflejando la eficacia de al menos dos armas de las tinieblas en dichas personas: La indiferencia (para que ignore a Dios y mejor busque las cosas pasajeras del mundo) y la rebelión (para que se crea bueno y autosuficiente y considere que no necesita de Dios ni de su salvación).

Que Dios los bendiga grande y abundantemente.

Estimado amigo, si deseas hoy entregar tu vida a Jesucristo haz esta sencilla oración en voz alta: “Señor Jesús, reconozco que soy pecador y me acerco a ti arrepentido para que me perdones y me laves con tu sangre derramada en la cruz del calvario.  Yo te acepto hoy como el Señor y Salvador de mi vida y te pido que entres en mi corazón y me transformes, me purifiques y me santifiques, porque quiero ser el templo de tu Santo Espíritu.  A partir de hoy me comprometo a no practicar más el pecado, a leer tu Palabra, a meditar en ella y sobre todo a obedecerla, para que yo pueda estar en el reino de los cielos por una eternidad.  Amen”.  Y si estás en peligro de muerte y no estás en paz con Dios, puedes acudir a la misericordia de nuestro Señor Jesucristo, clamando a gran voz por salvación: “Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo.” Hechos 2:21. 

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