Criatura o hijo. Juan 1:11-13

"A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron. Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios."


CONCLUSIONES.

Dios había seleccionado un pueblo de entre todos los pueblos de la tierra, para colocar allí su nombre y su presencia, para serles por Padre y ellos por hijos, para glorificarse delante de todas las naciones; este fue el pueblo de Israel, que lamentablemente nunca entendió la grandeza de este llamamiento; y solo se dedicó a despreciar a Dios, yendo en pos de dioses ajenos y entregándose en manos del pecado.  Por eso dice el primer versículo que "vino a lo suyo; pero los suyos no le recibieron".

Habiéndose negado Israel a ser un pueblo santo y habiendo despreciado el regalo de Dios, entonces se abrió la posibilidad de que cualquier persona de otra nación (llamados los gentiles), pudieran creer en Jesucristo y recibirle como su Señor y Salvador; y de esta forma cumplir los dos requisitos que se necesitan para ser un hijo de Dios.

Pero el ser hechos  hijos de Dios, no es potestad del hombre, ni de la mujer, ni de ninguna religión, ni de ningún gobierno, esta potestad le fue dada a Nuestro Señor Jesucristo.  El da el título de hijo de Dios a quienes le reciben y creen en su nombre; pero con una fe viva; la cual se demuestra con obras de arrepentimiento, obras de obediencia y obras de justicia.  No es posible ser hijo o cristiano de verdad (el que tiene a Cristo en su corazón) solo con el hecho de nacer en una familia cristiana, es necesario cumplir con los requisitos descritos previamente para poder llevar ese titulo.  No es hijo o cristiano los descendientes de la raza humana, estos son criaturas (por ser una de las creaciones de Dios) más no hijos; porque al nacer heredamos la naturaleza pecaminosa de Abraham, por lo que estamos destituidos del reino de Dios, hasta tanto no hayamos sido reconciliados mediante Jesucristo.

En síntesis, no somos hijos de Dios con el hecho de habernos puesto dicho título o pertenecer a una religión; es necesario cumplir con varios requisitos, para que el mismo Dios nos eleve a la categoría de hijos; pues estos no son engendrados de la voluntad del hombre, sino de la voluntad de Dios.

Que Dios los bendiga grande y abundantemente.

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