¿Cómo entrar al reino de Dios? (Juan 3:1-15)
“Había un hombre de los fariseos que se
llamaba Nicodemo, un principal entre los judíos. Este vino a Jesús de noche, y
le dijo: Rabí, sabemos que has venido de Dios como maestro; porque nadie puede
hacer estas señales que tú haces, si no está Dios con él. Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto
te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios. Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un hombre
nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su
madre, y nacer? Respondió Jesús: De cierto, de
cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar
en el reino de Dios. Lo que es nacido de la carne,
carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es “.
CONCLUSIONES.
1. ¿Qué
significa "nacer de nuevo"?
Nacer de nuevo es morir para las pasiones del
mundo y los deseos de la carne; y resucitar en Cristo Jesús; esto en otras
palabras, es abandonar el mundo de pecado, donde el "viejo hombre"
está lleno de vicios, para convertirse en una nueva criatura, llena de santidad
y obediencia a Dios.
Cuando nacemos de nuevo, entonces ya no somos
obedientes al mundo, sino a Cristo Jesús.
En este nuevo orden de vida, Cristo es nuestro Rey, porque solo a él
adoramos y obedecemos.
2. ¿Qué
significa "nacer de agua y del Espíritu"?
Hay dos nacimientos que se deben dar, antes
de que podamos estar preparados para entrar al reino de Dios: El de agua y el
del Espíritu.
Nacer de agua (de las aguas de vida, que son
las Sagradas Escrituras), es escuchar u oír la Palabra de Dios y obedecerla,
para que lleguemos a la comunión con Dios a través del conocimiento suyo.
Nacer del Espíritu, sucede cuando recibimos a
Jesús como nuestro Señor y Salvador, lo que causa que el Espíritu Santo de Dios
entre en nuestro corazón para convivir con nosotros. La durabilidad de esta convivencia depende en
gran medida de nuestro compromiso con Dios.
Si nuestra vida no cambia y seguimos desobedeciendo a Dios; entonces el
Espíritu Santo se retira de nosotros, lo cual da como resultado la pérdida de
nuestra identidad como hijos de Dios.
3.
Todo el que cree en Jesús, tiene la vida eterna.
Esto es muy cierto; pero también es cierto
que la fe en Jesús debe ser viva; o sea debe estar basada en la obediencia a
Dios; de lo contrario la fe es muerta y no sirve para salvación. En este orden de ideas, la fe tiene que
conllevar a la entrega de nuestras vidas a Jesucristo, así como la búsqueda de
Dios y el cultivar una vida de obediencia y santidad.
NO ES SALVO EL QUE CREE SER SALVO; SINO AQUEL
QUE HA NACIDO DE NUEVO.
NO ES SALVO EL QUE DICE TENER A JESÚS; SINO
AQUEL QUE OBEDECE A SU PALABRA.
NO ES SALVO EL QUE NO LE HACE MAL A NADIE;
SINO AQUEL QUE HA NACIDO DE AGUA Y DE ESPIRITU.
NO ES SALVO EL QUE ES HONESTO EN SU VIDA; SINO
AQUEL QUE TAMBIÉN ES HONESTO CON DIOS.
¿Si no conoces la Palabra de Dios, cómo
puedes creer entonces que ya naciste de nuevo?
Cumplir con los diez mandamientos, apenas es una pequeña parte de la
voluntad de Dios, dada en el Antiguo Testamento para el pueblo de Israel; ¿pero
conoces todas las obligaciones y reglas de vida que como verdaderos cristianos
debemos cumplir y que están escritas en el Nuevo Testamento?
No dejes para leer la Biblia antes de
presentarte al juicio final (esto no es un examen); pues sin cuerpo ya no hay esperanza,
ya no puedes demostrarle a Dios que solo le quieres obedecer a él.
Que Dios los bendiga.