Una Familia sólida
Una Familia sólida
“Si Jehová no edificare la casa, en vano trabajan los
que la edifican…” Salmo 127:1.
Dice la Palabra de Dios, y
leemos: “Si Jehová no edificare la casa,
en vano trabajan los que la edifican…” (Salmo 127:1), si Dios no edifica la
casa, aunque los trabajadores o los edificadores se esfuercen en vano trabajan.
También la Biblia dice que: “Por demás es que os levantéis de madrugada,
y vayáis tarde a reposar, y que comáis pan de dolores…” (Salmo 127:2). Es
decir, que sin la bendición de Dios, por mucho que nos afanemos, por mucho que
nos esforcemos, por mucho que queramos hacer las cosas no pueden salirnos bien,
la única garantía es cuando estamos edificando en Cristo, cuando estamos
edificando en el fundamento de la Verdad.
La familia en la actualidad está
siendo atacada, aunque siempre fue atacada, desde el principio el enemigo, el
diablo, ha querido destruirla. Lo negativo en el mundo, en nuestros pueblos, en
nuestro vecindario, no es más que el resultado de la destrucción del núcleo
familiar, se han perdido los valores y los principios. No hay un ejemplo, un
modelo a seguir, que sea de responsabilidad, de respeto, honorable; a veces, lo
que se tiene al frente es un padre irresponsable, borracho, que está en vicios,
cautivo por una obra demoniaca; o a una madre en la misma condición, que viven
peleándose desde la mañana hasta el anochecer, donde hay golpes, ultrajes,
violencia, y toda clase de atropellos, eso es lo que los niños desde sus
primeros días empiezan a oír y a ver.
¿Cómo podemos exigir y esperar
tener una sociedad, una niñez o una adolescencia o una juventud diferente a la
que hoy tenemos? Si el núcleo familiar, si el hogar, si la familia están
destruidos, no hay estabilidad, ¿por qué? Porque la gente está edificando conforme
al designio de su corazón, le han dado la espalda a Dios, siguiendo vanas
filosofías, siguiendo huecas religiones que le han alejado más bien de Dios.
Incluso, no hay ejemplo en los que nos gobiernan; entonces, ¿qué se le puede
exigir a esta sociedad?
¿En qué mundo estamos viviendo?
Se pregunta la gente cuando ocurren asaltos, asesinatos, violaciones, entre
otros males de la sociedad. Países civilizados, aparentemente muy adelantados,
donde cualquier hombre armado en la calle le apunta a una multitud y mata a
varias personas de un momento a otro; países que aparentemente todo lo tienen y
uno dice: ¿Por qué tantos locos? Como los casos que se han dado, pueden ser en
un colegio, o en una universidad, o en un lugar donde concurren muchas personas
y se presenta una persona armada y dispara y deja a su paso a muchos heridos y
muertos, ¿qué está pasando? Que la gente está lejos del Señor, que no tienen
conocimiento de Dios, no le han querido dar el corazón a Dios, pero el Señor
sigue diciendo a la humanidad: “Venid a
mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar”
(Mateo 11:28).
El hombre cuando está en la
esfera de la política, en el momento de ser candidato promete todo, y la gente
le cree, y le sigue; pero son sólo promesas de hombres, son sólo palabras,
porque allí no hay fundamentos, allí no hay solidez, porque el hombre es como
la hierba del campo que hoy es y mañana no es, porque el hombre está
construyendo sobre un fundamento totalmente movedizo, como la arena,
vulnerable; pero hay una Roca donde se puede construir, y donde se construye no
sólo momentáneamente para esta vida, sino también para vida eterna, y ese es
Jesucristo.
¿Cómo puede entonces una familia
en este siglo XXI mantenerse estable? Sólo cuando le abren su corazón a Dios,
sólo cuando se rinden a Él y le aceptan como Señor y Salvador de su vida, de su
alma, como el único que le puede dar estabilidad a su hogar; se puede mantener
una familia estable. Una familia estable es la que honra a Dios, que abraza la
Palabra, que abraza los mandamientos, que sigue las instrucciones del
Todopoderoso, esa es una familia sana, esa es una familia estable, libre de
alcohol, libre de drogas, libre de brujerías, libre de vicios, libre de cadenas.
La familia estable, es la que se
mantiene en medio de las circunstancias, firme como se mantuvo el hogar de Noé,
en medio de una generación perversa, de una generación que se había olvidado de
Dios, de una generación que le habían dado la espalda a Dios, pero a pesar de
todo eso había un hombre que cada día oraba, que dependía y amaba a Dios. Noé
no solamente invocaba a Dios con sus labios, sino que lo hacía de corazón, y
aunque todos los demás se habían depravado, se habían ido tras el placer, este
hombre se mantuvo fiel con su esposa y con toda su familia, y fueron
preservados, fueron salvados, todo lo demás pereció, pero esta familia
sobrevivió, esta familia estuvo allí, porque estaba fundada sobre el fundamento
poderoso de Dios, el fundamento inconmovible.
¿Cómo puede permanecer una
familia sólida en este tiempo? Solamente en Cristo, alejados de la
prostitución, de tanto desvío sexual, de tanta delincuencia, de tantas cosas
que el mundo les puede ofrecer, sólo si está refugiada en Cristo, y sólo si los
padres les dan buen ejemplo a sus niños, dignos de seguir, si ven a un hombre o
una mujer integra, honesta, que respeta a Dios, que respeta a las autoridades,
que respeta a su prójimo, que honra los principios de la Palabra, que no vive
codiciando, que no vive anhelando lo que el vecino tiene, que no vive pendiente
de tantos males, es esa familia que está amparada en Cristo Jesús, que su
fundamento es Dios, que no vive por vivir, vive sabiamente, sabe que un día se
tiene que presentar delante del Dios Omnipotente.
Rev.
Gustavo Martínez.
Presidente
del M.M.M.