El evangelio, la única solución. Romanos 1:16
“Porque
no me avergüenzo del Evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo
aquel que cree”
En toda la historia de la humanidad,
jamás el hombre se enfrentó a una crisis tan compleja, peligrosa y alarmante,
como la que hoy padece el mundo; y por lo mismo jamás se requirió más valor,
más prudencia, más sacrificio, más moral, y más vigor espiritual que el que el
hombre necesita hoy para afrontar la presente situación en el mundo.
El mundo ha mejorado en toda clase
de tecnología y en conocimientos científicos. Sí, el mundo ha mejorado
muchísimo en los valores materiales, pero toda persona inteligente y
observadora tiene que admitir que todo hombre ha perdido muchísimo en los
valores espirituales.
El hogar, el dulce hogar está en
precaria situación; la familia está divorciada, el respeto es vejado, la moral
es desnudada y ultrajada, lo espiritual es menospreciado y ridiculizado, lo
eterno es rechazado y blasfemado.
Es una crisis general que afecta al
individuo, al hogar, a la ciudad, a la nación, al mundo entero. Es una crisis
general que afecta a la política, la docencia, las artes, la ciencia, la moral;
todas las esferas y relaciones humanas.
En lo político el mundo está en
crisis. Hay permanente peligro de conflagración mundial; las bombas nucleares
están sobre la tierra, sobre los mares, debajo de los mares, están
constantemente volando por el espacio; y lo que es peor, están en la mente, en
los planes y en las manos de hombres sin escrúpulos y de ningún respeto por la
vida humana.
En lo docente el mundo está en
crisis. Cada vez se excluye más el pensamiento de Dios en la enseñanza superior
y se insiste más en el materialismo ateo.
En las artes el mundo está en
crisis. Mientras más disparatada y confusa la pintura y los murales, más mérito
tiene; mientras más dislocada y chabacana (grosero, ordinario o de mal gusto)
la música, más gusta y más adeptos tiene.
En la ciencia el mundo está en
crisis. Mientras más destructiva el arma que cegará millones de vidas, más
codiciada y más conservada es para su uso oportuno.
En lo moral el mundo está en crisis.
El diabólico azote de las drogas, estupefacientes, la marihuana y heroína que
arruina y envilece a la adolescencia y a la juventud, y que origina esta
infernal ola de crímenes, robos y delincuencia, es otro pavoroso aspecto de
esta horrible crisis moral por la cual atraviesa el mundo.
Amigos míos, pero ante estos
espantosos hechos y negras realidades, no todo se ha perdido, hay en el mundo
una reserva, una fuerza, una luz que es lo único que puede afrontar con éxito
esta angustiosa crisis con todos sus aterradores aspectos y horribles
consecuencias.
¿Serán las riquezas? No. La
felicidad del hombre no estriba en las riquezas que posee.
¿Será la educación? No. Casi siempre
las universidades son centro de materialismo y de frustraciones.
¿Las filosofías? No. Son un
laberinto sin salida.
¿Las Naciones Unidas? No. Están
demasiado desunidas.
¿Las religiones? No. Hay muchas,
paganas, y seudocristianas, y ninguna ha podido resolver la situación.
¿Y cuál es esa reserva?, ¿cuál es
esa fuerza?, ¿cuál es esa luz?, ¿cuál es esa potencia?
Es el poderoso Evangelio de nuestro
Señor Jesucristo el que derriba todas las barreras sociales, políticas, económicas,
religiosas y nos pone a vivir como hermanos. Pues, el que “está en Cristo
nueva criatura es” (2 Co. 5:17). Y en Cristo Jesús “no hay griego, ni
judío, ni circuncisión ni incircuncisión, bárbaro ni escita, siervo ni libre,
sino que Cristo es el todo, y en todos” (Col. 3:11).
Es el poderoso Evangelio de nuestro
Señor Jesucristo la refulgente luz que alumbra en las densas tinieblas del
pecado y de la ignorancia.
Es el poderoso Evangelio de nuestro
Señor Jesucristo la potente fuerza que transforma vidas, hogares, ciudades,
naciones, y el mundo entero.
Es el poderoso Evangelio de nuestro
Señor Jesucristo la extraordinaria reserva de energía moral y espiritual que
capacita al individuo y a los pueblos a
vivir vidas dignas, limpias, santas, llenas de amor y de paz con sus
semejantes.
Es el poderoso Evangelio de nuestro
Señor Jesucristo la fuerza dinámica, creadora, transformadora y preservadora
que el mundo necesita.
El dinero puede ayudar, la educación
puede ayudar, la política puede ayudar, la religión puede ayudar; el dinero
ayuda en lo material, la educación ayuda en lo intelectual, la política ayuda
en lo social, la religión ayuda en lo moral. Pero lo que hace el verdadero
trabajo en el individuo y en los pueblos es el Evangelio de nuestro Señor
Jesucristo que trasciende a lo material, eclipsa a lo intelectual, supera a lo
social, y absorbe a lo moral. “Porque la Palabra de Dios es viva y eficaz…” (He.
4:12).
El Evangelio de Jesucristo va a la
raíz de los problemas, extirpa el mal y resuelve el problema espiritual del
hombre que es en realidad el que origina todos los demás problemas. Con razón
nuestro Señor Jesucristo ordenó: “Id por todo el mundo y predicad el
Evangelio a toda criatura…” (Mr. 16:15-16).
El Evangelio de Jesucristo es único,
es lo que el mundo necesita para la solución a sus problemas y a sus angustias
y para sofocar esta asfixiante crisis que arruina y destruye la sociedad.
Un médico hace mucho por la
humanidad, también un científico, o un filántropo, o un político, o un
educador, pero el que más hace en bien de la humanidad es el fiel predicador
del Evangelio de Jesucristo, el portavoz de Dios, el mensajero de las buenas
nuevas de salvación, el canal, el conductor de la fuerza bienhechora más
potente y trascendental que hay en el mundo el Evangelio de Jesucristo.
En esto de la salvación, de la
verdadera felicidad y de la vida eterna, cuando el médico no puede, el
predicador puede; cuando el filántropo no tiene, el predicador tiene; cuando el
científico no sabe, el predicador sabe; cuando el educador no comprende, el
predicador comprende; cuando el político no resuelve, el predicador resuelve;
cuando todos descienden frustrados con sus manos vacías, el predicador asciende
recompensado con sus manos llenas de las gavillas que son las almas que rescató
y ganó para la eternidad y la felicidad eterna que es lo que realmente vale.
El mundo necesita más del Evangelio
de Jesucristo que es potencia de Dios para salvar. Por lo mismo necesita más
valientes predicadores, más consagrados pastores, más verdaderos misioneros,
más honestos evangelistas, más fieles obreros de Dios. Amén.
Rev. Luis M. Ortiz
Fundador del M.M.M.