Abriendo los oídos a Jesús.
"Al salir ellos
de Jericó, le seguía una gran multitud.
Y dos ciegos que estaban sentados junto al camino, cuando oyeron que
Jesús pasaba, clamaron, diciendo: ¡Señor, Hijo de David, ten misericordia de
nosotros! Y la gente les reprendió para
que callasen; pero ellos clamaban más, diciendo: ¡Señor, Hijo de David, ten
misericordia de nosotros! Y deteniéndose Jesús, los llamó, y les dijo: ¿Qué
queréis que os haga? Ellos le dijeron:
Señor, que sean abiertos nuestros ojos.
Entones Jesús, compadecido, les tocó los ojos, y en seguida recibieron
la vista; y le siguieron."
Mateo 20:29-34.
Aquellos
dos ciegos, cuando oyeron que Jesús pasaba empezaron a usar lo que tenían, su
voz, y clamaron en busca de ayuda. "Y
deteniéndose Jesús, los llamó, y les dijo: ¿Qué queréis que os haga?" (Mateo 20:32).
Esta fue la pregunta que nuestro amado
Salvador Jesucristo hizo a dos ciegos de Jericó: "¿Qué queréis que os
haga?". Estos dos hombres
vivían en la oscuridad. Jesús dijo en
una ocasión: "La lámpara del cuerpo es el ojo" (Mateo 6:22), y
las lámparas del cuerpo de esos ciegos estaban irremisiblemente dañadas, no
había posibilidad humana que se restituyeran sus lámparas, no existía
tratamiento médico que restableciera la luz en sus ojos, estaban fuera de
alcance de cualquier esperanza de recuperar la visión.
¿Qué más
podían hacer los que transitaban el camino de Jericó, sino apiadarse de ellos y
darles una limosna? Pero Jesús pasó por
aquel lugar de desesperación, de pobreza, de imposibilidades; llegó la luz del
mundo, pasó al lado de ellos el Creador del cuerpo, del alma y del espíritu
humano, El creó al hombre sin anomalías, sin defectos.
En
Inglaterra, las compañías de seguros han conseguido un decreto del gobierno por
el cual se les autoriza a pedir un mapa genético a los que deseen contratar una
póliza de seguros. Con este mapa de los
genes se puede detectar si la persona tiene alguna anomalía genética, alguna
enfermedad que no aparece en los análisis clínicos, pero que la persona está
propensa a desarrollar en un futuro.
Si estos
dos ciegos viviesen hoy en Inglaterra se les negaría el derecho de tener una
póliza de seguros. Esto solo es una
muestra de lo que el hombre del siglo XXI traerá a la humanidad,
¡verdaderamente aterrador! La mayoría de
estos científicos de la genética son ateos confesos, que pretenden ser los
reparadores de los errores de la vida, se sienten como dioses, no sabiendo que
el pecado cometido por Adán y Eva en el huerto del Edén, es el verdadero
causante de tantos sufrimientos humanos, tanto en lo físico como en lo moral.
La
humanidad entera está sufriendo la horrenda consecuencia de vivir separada de
Dios, pero no hay científico que se detenga a pensar cómo se puede reparar el
comportamiento humano, cómo se puede regresar a la armonía con el Dios
Todopoderoso que perdimos en el Edén.
Pero Jesús pasó al lado de estos ciegos; El es el restaurador de las
deformaciones espirituales y morales que existen en la naturaleza humana, El es
el único que nos puede devolver a la comunión gloriosa con nuestro Dios y
Padre.
Jesús se
acercó a lo irreparable, a lo olvidado, a lo adolorido; aquellos dos ciegos no
tenían visión pero tenían oído "cuando oyeron que Jesús pasaba",
empezaron a usar lo que tenían, Dios puede obrar cuando usamos lo que
tenemos. Estos ciegos nos dan una
tremenda lección primero usaron el oído, la Biblia dice que "la fe es
por el oír, y el oír, por la
Palabra de Dios" (Romanos 10:17). Luego fueron más lejos, no solo usaron el
oído, sino que "clamaron, diciendo: ¡Señor, Hijo de David, ten
misericordia de nosotros!".
Pablo nos recuerda: "Porque con el corazón se cree para
justicia, pero con la boca se confiesa para salvación" (Romanos
10:10).
Qué
bueno es prestarle al Señor el oído, el corazón y la boca, porque esto trajo la
pregunta de Jesús: "¿Qué queréis que os haga?" Jesús está
ahora junto a tu camino de desesperación, está pasando a tu lado, quizás la
justicia te ha sentenciado como irrecuperable, la medicina te ha declarado
incurable, o cuanta cosa negativa has podido oír, ¿por qué no usas en este
instante tu oído para Jesús?
Por qué
no clamas a El: ¡Señor... ten misericordia de mí! Ahí mismo donde te encuentras, en tu camino
de Jericó. Solo así obtendrás la
respuesta divina, la restauración y la victoria. "Entonces Jesús, compadecido, les
tocó los ojos, y enseguida recibieron la vista; y le siguieron" (Mateo
20:34).
Amados
lectores, Jesús no ha cambiado, todavía está llamando, todavía está
preguntando: "¿Qué queréis que os
haga?"
Rev. Alberto
Ortega
Movimiento
Misionero Mundial