¿Andarán dos juntos, si no están de acuerdo?


“¡Mirad cuán bueno y cuán delicioso es habitar los hermanos juntos en armonía!  Es como el buen óleo sobre la cabeza, el cual desciende sobre la barba, la barba de Aarón, y baja hasta el borde de sus vestiduras; como el roció de Hermón, que desciende sobre los montes de Sion; porque allí envía Jehová bendición, y vida eterna”. 

Salmo 133:1-3. 

“¿Andarán dos juntos, sino estuvieren de acuerdo?” Amós 3:3

Si queremos ser pueblo de Dios, y andar con Dios, debemos estar de acuerdo con El.  En primer lugar debemos estar de acuerdo con El respecto al pecado.  Dios declara en forma inequívoca, categórica, en las Sagradas Escrituras, que todos hemos pecado, que todos hemos escogido nuestro propio camino (Sal. 14:1-3)

Lo primero que nos dice Dios es que nos arrepintamos, que cambiemos de dirección.  Hemos estado andando en la dirección equivocada, transitando por el camino del yo, del egoísmo.  Debemos virar, y abandonar este camino equivocado, confesar y abandonar nuestros pecados, acudiendo al Señor, pidiéndole que nos perdone y nos dé la libertad por amor de Jesús.

                Ahora bien, existe un arrepentimiento que podríamos calificar de religioso y que solo busca eludir la sanción, librarse del castigo.  Pero debemos dar un paso más, hasta alcanzar lo que podríamos llamar el arrepentimiento genuino, cristiano.  Ese arrepentimiento abarca no solamente el temor al castigo, sino también una pena genuina por haber pecado contra el amoroso Padre Celestial, un dolor piadoso porque hemos ofendido a aquel que nos amó e hizo provisión para que alcancemos el perdón y limpieza.

                Debemos llegar a otro acuerdo si andamos con Dios, un acuerdo respecto del señorío de Cristo.  Indiscutiblemente debemos considerarlo como nuestro Redentor y Salvador.  Con frecuencia leemos en las Sagradas Escrituras "que todo aquel que invocare el nombre del Señor será salvo" (Rom. 10:13).  En esta oración resaltan dos palabras, una de ellas, naturalmente es "salvo", pero la otra palabra importante en ese pasaje bíblico es el vocablo "Señor".  Debemos ponernos de acuerdo con Dios respecto del señorío de Cristo.  Si hemos sido perdonados, si hemos nacido de nuevo, no es para que vivamos esta vida a nuestro antojo.  Dios nos ha redimido y renovado para que cumplamos sus propósitos.  El único descanso, paz y gozo verdaderos se sienten al encontrar nuestro verdadero lugar en relación con el Señorío de Jesucristo.

                Las Sagradas Escrituras afirman que Cristo cargó nuestros pecados en la cruz.  "Quien llevó El mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia..." 1 Pedro 2:24.  Ahora bien, esta provisión se hizo para todos, en todas partes, pero no nos beneficia hasta que sepamos de ella y hagamos los ajustes morales y espirituales necesarios; es decir, la confesión y el abandono de todo pecado, recibiendo a Jesucristo como Señor y Salvador.

                Las Sagradas Escrituras declaran  a sí mismo que Cristo no solamente cargó sobre si nuestros pecados en la cruz, sino que también llevó los pecados de todos los hombres de todo el mundo, de toda la raza humana en la cruz.  Pero esto tampoco nos beneficia hasta que lo sepamos y hasta que hagamos el necesario ajuste moral y espiritual, que significa una rendición a Dios total, incondicional e irrevocable, Jesús nos dice que equivale a tomar la cruz y seguirle.  El apóstol Pablo, después de haber experimentado esta entrega, declara: "con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, más vive Cristo en mí..." (Gál. 2:20).  Esta crucifixión también está incluida en el andar de acuerdo con Dios.

                La epístola a los Efesios 5:18 nos da otro imperativo: "Sed llenos del Espíritu".  El Espíritu habita en todos los creyentes que han “nacido del Espíritu” (Jn. 3:6), pero necesitamos este revestimiento del Espíritu Santo a fin de fortalecer nuestro carácter cristiano y ser como Cristo.  También el bautismo en el Espíritu Santo, que es una unción de poder, nos da como resultado una vida fructífera.

                Un estudio muy provechoso de la Biblia de parte de cada uno de nosotros sería la búsqueda de otras formas en virtud de las cuales es de necesidad imperativa que estemos de acuerdo con Dios, a fin que de manera inequívoca podamos andar con El.  Amen.

Rev. Ramón L. Aponte
Movimiento Misionero Mundial

Entradas populares de este blog

El sueño espiritual. Romanos 13:11-14

El poder del evangelio (Romanos 1:16-17)

En ningún otro hay salvación. Hechos 4:11-12