¿Crees que llegarás al cielo?
¡Claro que si!,
contestarían la mayor parte de las personas cuando se les haga esta pregunta:
¿Cree usted que será salvo, es decir que irá al cielo cuando muera? Generalmente la respuesta obedece a un
conjunto de conceptos que tiene cada persona en su mente, más no obedece a las
conclusiones obtenidas luego de confrontar esos conceptos con la Palabra de Dios.
Se han
encontrado diferentes conceptos como estos:
- Que cuando uno se muere, se acaba todo, es
decir no creen que el ser humano tenga un tercer componente, el espiritual.
- Otros sí creen en una vida después de la
muerte; pero no en el cielo bíblico, sino en otra dimensión.
- Otros creen en la reencarnación y consideran
que la siguiente vida en cualquier tipo de cuerpo va a ser mucho mejor que la
que estamos viviendo ahora.
- Otros sí creen en la vida eterna, pero
consideran que Dios es muy bueno para castigarlos y por tanto tienen asegurado
el cielo.
- Unos dicen: Es que yo tengo mi propio
concepto del cielo y del infierno, por tanto eso a mí no me toca.
- Otros consideran que no son tan malos para ir
a parar al infierno.
- Otros consideran que cumplen con los tres
mandamientos básicos (no mato, no robo, no le hago mal a nadie) y que con esto
es suficiente para que Dios los salve.
- Y la mayoría creen en Dios y la vida eterna;
pero no consideran a Jesucristo como el único camino; sino que viven conforme a
las religiones del mundo, las cuales les han prometido conducirlos hasta la
eternidad a través de sus ritos, de sus ídolos y de sus propios santos.
- Otros definitivamente están narcotizados ante
los ídolos de metal, de madera o de yeso, tal como un vicioso depende de su
dosis diaria; por tanto para ellos no existe otro mundo fuera del éxtasis que
les produce el alucinógeno.
- Otros son demasiado tranquilos para
preocuparse por algo que no se ve ni se siente, estos son los perezosos
espirituales y piensan que Dios está obligado a salvarlos, pues ellos no tienen
fuerzas para buscarla.
¿Pero qué dice la Biblia referente a la vida
eterna? Veamos el versículo clave para
esta reflexión: "Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te
digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios. "
San Juan 3:3
¿Realmente entiendes
esto?
La mayoría tiene
puesto el velo de ceguera espiritual que ha colocado el rey de este mundo
(satanás) a los hombres, para que no busquen del verdadero Dios. Nicodemo tampoco entendió de qué se trataba
esto, cuando lo escuchó de labios del Hijo de Dios. El pensaba que era necesario volver a entrar
al vientre de su madre y volver a nacer.
Si usted tampoco conoce de qué se trata el nuevo nacimiento, entonces
reconsidera lo que pensaba acerca de su segura entrada al reino de los cielos.
Es cierto que
necesitamos conocer la Palabra de Dios y ser obedientes para alcanzar la
santidad, sin la cual nadie verá a Dios; pero si estos pasos ocurren de verdad
en nuestra vida, entonces habremos logrado lo que se llama el NUEVO NACIMIENTO,
sin el cual no podremos ver el reino de los cielos.
El nuevo
nacimiento es necesario para dejar atrás el viejo hombre, con sus vicios,
pecados y ataduras y presentarnos delante de Dios como verdaderos hijos suyos,
renacidos del agua y del espíritu (San Juan 3:5).
Veamos algunas
cosas que suceden a la persona que ha nacido de nuevo.
- Si tomaba licor, ya no lo hace ni siquiera
una vez al año; pues comprende que no es
la frecuencia de los actos lo que desagrada a Dios, sino el acto mismo que
contradice su mandamiento.
- Si antes jugaba chance, lotería y rifas,
ahora entiende que su suerte está en Jehová y que lo que le ha dado Dios es
para que lo invierta en sus necesidades básicas sin dejar de ayudar a los
demás.
- Si vivía desagradecido y renegando de su
salario, ahora vive agradecido con Dios porque su provisión le alcanza para
todo, aún para dar al prójimo, para ahorrar y para ayudar en la obra de Dios,
pues antes dejaba el dinero en los vicios, el juego y en las vanidades del
mundo.
- Si antes era desobediente ante los mandatos
de Dios, ahora se deleita escudriñando y poniendo por obra la Palabra.
- Si decía mentiras, así fueran piadosas, ya no
las dice, ahora es capaz de morir por causa de la verdad.
- Si usaba palabras vulgares y ofensivas, ahora
usa un lenguaje delicado y respetuoso, reconociendo que Dios está en todo
momento escuchándolo.
- Si se mantenía chismorreando o se gozaba
hablando mal de los demás, ahora considera a los demás como si fuera él mismo.
- Si usaba chistes verdes o de grueso calibre
que degradan a las personas, ahora su lenguaje dignifica y construye relaciones
armoniosas con los demás.
- Si se encomendaba a los santos, a los
afiches, a las imágenes, a los ídolos y a los muertos, ahora encomienda su vida
a Jesucristo, el único Redentor de nuestras almas.
- Si andaba en fornicación, ahora mejor se casa
con una sola mujer para no ofender a Dios.
- Si andaba en adulterio, ahora vive en
fidelidad a su cónyuge y a Dios, comprende que si es infiel con los hombres, lo
será mucho más con Dios.
- Si andaba perdiendo el tiempo y hablando
cosas que no edifican, ahora es una persona honesta y trabajadora, confiando en
que todo lo que hace es para Dios y que de El recibirá la recompensa.
- Si andaba tras una religión, ahora anda a los
pies de Jesucristo; pues el Hijo de Dios sí puede darnos salvación, lo que no
puede hacer ninguna secta o religión.
- Si antes andaba en pleitos, ahora sigue la
paz para con todos; lo cual es el principio de la paz con Dios.
- Si antes era deshonesto y usurero en los
negocios, ahora anda en justicia y equidad, reconociendo que las riquezas
provienen de Dios y que El las reparte como quiere.
- Si antes robaba, ahora comparte todo lo que
tiene con los necesitados, cumpliendo así con el mandamiento de amar al
prójimo.
- Si antes andaba en rumbas y tabernas, ahora
anda en el templo adorando a Dios y deleitándose en su presencia.
- Si antes iba al templo a dormir, ahora
va a alabar a Dios y a humillarse
delante de su presencia.
- Si antes cumplía solo tres mandamientos,
ahora trata de conocer y aplicar los 485 mandatos de la Biblia.
- Si antes solo le importaba las cosas de este
mundo, ahora tiene su mirada puesta en la vida eterna.
- Si antes vivía solo para hacer riquezas y
bienes, ahora hace tesoros en el reino de los cielos, sembrando para la obra de
Dios y haciendo partícipe a su prójimo.
- Si antes era usted mismo el centro de su vida
a causa del orgullo y la vanidad, ahora rebosa de humildad y se rinde delante
de Cristo, reconociendo ese gran mandato de Jesús: "Aprended de mi que soy
manso y humilde de corazón y hallareis descanso para vuestras almas"
- Si antes no leía la Biblia , ahora se deleita
todos los días escudriñándola y gozándose con las maravillas de Dios.
- Si antes creía en los santos de las
religiones, ahora solo cree en el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo de Dios.
- Si antes creía en sus propios conceptos, es
sus propios ideales o en su propia sabiduría, ahora considera el conocimiento
de Dios como la mayor riqueza del mundo, la única sabiduría que trasciende a
través de la muerte, la única sabiduría que puede dar vida eterna.
- Si antes su vida era la familia, ahora se
deleita perteneciendo a la verdadera familia de los hijos de Dios.
- Si antes su vida era el trabajo, ahora
trabaja incansablemente en la
Viña del Señor, continuando con la obra redentora de
Jesucristo, de llevar las buenas nuevas de salvación a los perdidos.
- Si antes era apasionado por el mundo y sus
deleites, ahora le apasiona estar en la presencia de Dios.
- Si antes solo le interesaban los placeres de
la vida, ahora entiende que el mayor gozo estará en el cielo junto a la
presencia de Dios.
- El nacido de nuevo ya no busca las cosas de
este mundo, busca el reino de Dios y su justicia, entendiendo que lo demás
vendrá por añadidura.
- El nacido de nuevo no está mirando qué
piensan los demás de él, sino qué piensa Dios de él y está clamando
permanentemente por revelación de lo alto, para corregir todo lo que le
desagrada a Dios.
- El nacido de nuevo vive feliz si tiene techo,
alimento y abrigo; lo demás material no le interesa, pues siendo pasajero, es
un lazo que puede encarcelar su alma.
- El nacido de nuevo aprovecha cualquier
oportunidad para buscar la presencia de Dios; en cambio el hombre natural
aprovecha el tiempo para ir de paseo, para visitar a su familia, para pasar el
puente o para ir de vacaciones. En
síntesis no encuentra nada que hacer porque su corazón está vacío de la
presencia de Dios.
Si te confrontas
con estos cambios y te das cuenta que sigues igual en algunos aspectos, entonces
no has nacido de nuevo y por tanto tampoco podrás entrar al reino de los
cielos. Algunos dirán: Es que yo
cumplo con muchos de ellos y no es justo que porque me falte algunos, entonces
tenga que ir al infierno. Veamos lo que
dice Dios respecto a esta controversia:
- Dios dice que los fríos y los tibios los
vomitará de su boca, por tanto tenemos que estar calientes, al 100% para ser
merecedores del reino de los cielos.
"Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré
de mi boca." Apocalipsis 3:16
- Además de esto Dios dice que el que ofende en
un punto de la ley, se hace culpable de todos. "Porque cualquiera que
guardare toda la ley, pero ofendiere en un punto, se hace culpable de todos."
Santiago 2:10. Esto es como una
enfermedad que tiene varios síntomas; de los cuales usted solo presenta uno o
varios; pero por eso no quiere decir que no tenga la enfermedad, que para este
caso es el pecado.
- El que es de Dios no peca, porque Dios nos
libra de las tentaciones. "Todo aquel que permanece en él, no peca;
todo aquel que peca, no le ha visto, ni le ha conocido." 1 Juan
3:6. Si alguien sigue pecando, es porque
realmente no ha nacido de nuevo.
- El que es de Dios se deleita en sus
mandamientos. "El que es de Dios, las palabras de Dios oye; por esto no
las oís vosotros, porque no sois de Dios." Juan 8:47.
¿Es duro saber
que no estamos tan cerca como creíamos del reino de los cielos? Pero aún es tiempo, anímate. Dios tiene una promesa muy grande: "Y
conoceréis la verdad y la verdad os hará libres". Por tanto lo primordial que debemos hacer es
empezar a leer la Palabra
de Dios, ella nos confrontará, nos mostrará qué hay que corregir, nos dará
poder para luchar contra el pecado y nos mostrará el camino.
Y no diga que
porque no cree en la vida más allá de la muerte entonces nunca verá ni cielo ni
infierno; ¿pues acaso la Palabra de Dios se aplica solo a los que creen? No podemos pensar que la Palabra actúa como la
justicia terrenal, que solo es para los justos, para los de ruana; pues los
maleantes siguen haciendo de las suyas.
Dios dice que ni una letra ni una tilde pasarán sin que se cumpla su
Palabra; El es un Dios de amor y de justicia, que no pasará por justo al
pecador. Y cuando habla de justicia, es
de equidad para todos, no como la justicia humana, que consiste en hacer lo que
a cada cual le conviene.
Que Dios los
bendiga grande y abundantemente.