El que creyere y fuere bautizado será salvo (Marcos 16:14-18)

"Finalmente se apareció a los once mismos, estando ellos sentados a la mesa, y les reprochó su incredulidad y dureza de corazón, porque no habían creído a los que le habían visto resucitado. Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.  El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado. Y estas señales seguirán a los que creen: En mi nombre echarán fuera demonios; hablarán nuevas lenguas; tomarán en las manos serpientes, y si bebieren cosa mortífera, no les hará daño; sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán. "


CONCLUSIONES.

Hay dos requisitos para ser salvo; pero solamente uno para ser condenado; el que no creyere en el Hijo, nuestro Señor Jesucristo y en su obra redentora, este de por si ya es condenado; pues ha desechado el único camino que lo podrá conducir a la eternidad espiritual en el cielo.  Veamos estos requisitos:


1.  El que creyere.

Esto significa fe, pero fe viva, aquella que está acompañada por obras, pues dice la Palabra que "la fe sin obras es muerta" es decir, no sirve de nada.  ¿A cuáles obras se refiere?  Muy simple: si creo en Dios y su Hijo Jesucristo, también debo poner por obra lo que ellos me piden, es decir tenemos que ser obedientes a sus mandatos.  Si yo creo que cierta medicina me puede curar, entonces la compro y me la tomo según la prescripción médica; pero si no creo, entonces ni siquiera la compro.

Si realmente creo en Jesucristo, entonces me arrepiento de mis pecados, lo recibo como mi Señor y Salvador, empiezo a escudriñar su Palabra y a ponerla por obra, lo que finalmente me lleva a la obediencia y la obediencia me lleva a la santidad, sin la cual nadie verá a Dios.  Si creo en Jesucristo entonces ya no debo arrodillarme delante de ninguna imagen ni de ningún templo, ahora debo hacerlo en lo más secreto de mi alcoba, delante del Dios vivo, derramando mi corazón delante de El, humillándome delante de El, declarando el señorío de Jesucristo y creyendo que es el único que me puede conducir al cielo.


2.  Y fuere bautizado.

Usted dirá, es que yo ya fui bautizado cuando estaba recién nacido; pero este requisito va después del primero.  Primero hay que creer, luego puede ser bautizado y esto no lo puede hacer un recién nacido, ya que no tiene conciencia del pecado y tampoco puede arrepentirse.  También Jesucristo nos da testimonio, junto con Juan el Bautista, cuando fue bautizado en el río Jordán a la edad de 30 años.  Allí iban los habitantes de Judea a bautizasen, los cuales eran sumergidos en el río, como un testimonio de compromiso de arrepentimiento ante Dios.

Eso mismo debemos hacer nosotros.  Si realmente creímos, entonces hacemos un compromiso con Dios y lo sellamos mediante la inmersión en agua.  Este compromiso quiere decir que estamos listos para seguir a Jesús y apartarnos del pecado, de las pasiones del mundo y de la carne

Ahora, usted puede discutir que es creyente; pero para ser un creyente verdadero le deben seguir estas señales:

-  Echarán fuera demonios en el nombre de Jesús.
-  Hablarán nuevas lenguas.
-  Tomarán en sus manos serpientes y no le harán daño.
-  Beberán cosas mortíferas y no morirán.
-  Pondrán sus manos sobre los enfermos y estos sanarán.

Después de leer esto, su seguridad sobre si es un verdadero creyente o no, quedará sin piso.  Si le sucede como al apóstol Pedro, que aún su sombra sanaba a los enfermos, cuando esta pasaba por encima de ellos, entonces ya eres un verdadero cristiano, revestido con el poder del Espíritu Santo de Dios para hacer señales y prodigios.

Que Dios los bendiga grande y abundantemente.

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