COMO SER SALVO EN 5 PASOS
Si después de leer esta página, siente una angustia en su
alma y un deseo de comunicarse con Dios, vuelva a repasarla detenidamente
cuando esté a solas y siga las instrucciones.
1. Reconozca sus pecados como los reconoció el Salmista
David cuando dijo: "Contra
ti solo he pecado, y he hecho lo malo delante de tus ojos". Salmo 51:4.
2. Confiese al Señor Jesús todas sus culpas y pecados
diciéndole: Señor, soy culpable, he hecho lo malo delante
de tus ojos. Recuerde el consejo escrito
en Proverbios 28:13: "El que encubre sus pecados no prosperará;
más el que los confiesa y se aparta, alcanzará misericordia".
3. Crea con todo su corazón en el poder del Señor
Jesucristo para perdonar todos sus pecados. Crea como lo hizo David cuando dijo: "Lávame
y seré más blanco que la nieve".
Esté muy seguro de que la Sangre de Jesucristo le limpia de todo
pecado. 1 Juan 1:7-10.
4. Con su corazón contrito y humillado, diga al Señor
Jesús: Te recibo en mi corazón como mi
Salvador personal.
Desde este momento entra a mi corazón y perdona todos mis pecados,
límpiame de toda mi maldad y sé mi Salvador y Señor desde hoy hasta mi
muerte. Insista suplicando hasta que sienta
en su corazón una profunda paz. Esa es
la prueba de que Dios ha limpiado su corazón y el Espíritu Santo le ha hecho
nueva criatura. Salmo 51:10. Esté seguro
de que "Él es fiel y justo para
perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad". 1 Juan 1:9.
5. Llevar una vida de obediencia y santidad. Si aceptamos a Jesucristo como nuestro Señor y
Salvador, entonces nuestra vida tiene que ser recta delante de Dios, en
obediencia a su Palabra. Mateo 7:21 “No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que
hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos.”
Hebreos 12:14 “Seguid
la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor.”
Luego de este cambio de vida, estamos aptos para entrar en
el reino de los cielos. Si pecamos
nuevamente, tenemos que pedir perdón y reconciliarnos con Jesucristo. Si reincidimos en el pecado y la
desobediencia, entonces nuestro nombre es borrado del libro de la vida e
inscrito en el libro de la muerte. Si nos
coge la muerte física sin reconciliarnos con el Señor, entonces nuestro fin
será el lloro y el crujir de dientes por una eternidad.