Los verdaderos justos. Romanos 2:12-13
“Porque todos
los que sin ley han pecado, sin ley también perecerán; y todos los que bajo la
ley han pecado, por la ley serán juzgados; porque no son los oidores de la ley los justos
ante Dios, sino los hacedores de la ley serán justificados.”
CONCLUSIONES.
En primer lugar, seas conocedor o no de las sagradas escrituras;
serás condenado si vives en pecado y pecado no solo es hacer lo que desagrada a
Dios; sino dejar de hacer lo bueno, lo que a Él le agrada, estos son los llamados
pecados por omisión. Veamos algunos
ejemplos:
Ejemplo 1:
No leer la biblia no es un acto de maldad; pero dejarla de leer es
ignorar un mandamiento que dice: “Escudriñad
las escrituras” Juan 5:39. En síntesis, no leer la palabra de Dios, resulta
siendo un pecado que causa perdición eterna, ya que allí se encuentra todo lo
necesario para escapar del juicio final.
Ejemplo 2:
No creer que Jesucristo es el único camino hacia la vida eterna no es un
pecado; pero dice la escritura que los que no creen ya han sido
condenados. “El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido
condenado” Juan 3:18. En síntesis,
no creer en Jesucristo, sino en otra persona, animal, difunto, muñeco o cosa,
resulta siendo una abominación delante de Dios, que indefectiblemente conducirá
al hombre a la perdición eterna.
Ante Dios no valen este tipo de excusas: Es que yo no sabía que era pecado; es que
nadie me lo dijo, es que todo el mundo hace lo mismo, es que nuestra cultura no
lo permite, es que no tuve tiempo de leer la biblia, es que no tuve tiempo de
buscar a Jesucristo, es que mi religión me prometió vida eterna, es que mis
padres me educaron así, etc. Hay que
recordar que cada cual será juzgado por sus propios actos; tenga o no
conocimiento de que ellos son para el bien o que son para el mal. Si conociste la palabra, serás juzgado por
los mandamientos allí escritos; y si no la conociste, tu propia conciencia te
acusará en el día del juicio; pues Dios actúa en el hombre a través de la conciencia,
permitiéndole saber qué es bueno y qué es malo antes que sea ejecutado; sin un
previo conocimiento de la biblia. El
problema con la conciencia es que muchos hombres la cauterizan, la ignoran, la
callan, con tal de cumplir con sus propósitos egoístas y malévolos. Por ejemplo, un sicario tuvo que luchar mucho
con su conciencia, antes de asesinar al primer individuo; luego de esto ya la
tiene cauterizada y matar de nuevo, ya le es tan simple como matar una mosca.
En segundo lugar, el concepto de justicia no depende de
lo que cada uno piense que es; sino más bien del grado de cumplimiento de las
leyes y mandatos bíblicos. Si cumples
los mandatos bíblicos; entonces eres justo para Dios; pero si escuchas frecuentemente
la Palabra de Dios; pero nunca pones en práctica lo que te corresponde; eres
injusto o más bien pecador delante de Dios.
Esto se explica porque el acto de desobediencia es uno de los pecados
más abominables ante Dios; y este siempre ha estado presente desde el momento
que Adán y Eva pecaron.
Si eres indiferente ante Dios o te crees bueno delante de
Dios; entonces ya eres injusto; primero porque eres incrédulo y segundo porque todos
somos pecadores y justo solo hay uno y es Dios.
“Por tanto, como el pecado entró
en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a
todos los hombres, por cuanto todos pecaron.” Romanos 5:12.
Se obediente ante Dios, cumple con sus mandatos y serás
contado entre de los justos, los cuales heredarán la vida eterna. Entiende que nosotros no podemos enseñarle a
Dios qué es justo y qué no lo es; es Dios el que pone las reglas y no nosotros;
pues Él es soberano sobre toda la creación.
No son justos los que oyen mucha palabra, los que van
frecuentemente a cultos y misas, los que celebran las fiestas y tradiciones de
su iglesia; pero su vida sigue inmutable, su vida no cambia; pues siguen en
pecado, en vicios, en desobediencia, en indiferencia ante Dios. Esto es lo que se denomina ser religioso, los
religiosos predican, pero no practican; en cambio los que practican la palabra,
los hacedores de la palabra, estos son los justos delante de Dios, estos son
los merecedores de la vida eterna, estos son los verdaderos hijos de Dios. Los que siguen practicando el pecado son
hijos de perdición, hijos del diablo; pues el que ha conocido a Dios, este ya
no peca (al menos voluntariamente). “Todo
aquel que permanece en él, no peca; todo aquel que peca, no le ha visto, ni le
ha conocido.” 1 Juan 3:6.
Mucho habla la biblia sobre la idolatría; sin embargo,
los religiosos siguen rindiendo culto a los muñecos, a las imágenes de madera,
metal o yeso. ¿Por qué lo hacen? Porque son oidores de la palabra, pero no
hacedores. Y aún ni siquiera oidores,
pues no les interesa leer la palabra, para que no sean confrontados, para que
no sean sorprendidos en sus pecados.
Ellos prefieren ir tras una imagen, la cual no les exige absolutamente
nada, pues no pueden oír, ni ver, ni hablar; en cambio, no quieren entregar su
vida a Jesucristo, porque este es real y porque este sí nos hace exigencias en
su palabra. En síntesis, los religiosos
siguen siendo religiosos por conveniencia, pues no quieren compromisos, solo
quieren vivir una vida de deleites, haciendo lo que la voluntad de la carne,
del pecado y del mundo les exigen. Para
ellos es más deleitoso vivir en pecado, que vivir en la presencia de
Jesucristo.
¿Es usted un oidor o un hacedor de la palabra? Si eres solo un oidor o un religioso, estás a
tiempo de cambiar, de hacer la diferencia; pues este asunto es de vida o
muerte. Los religiosos irremisiblemente
irán a parar al algo de fuego y azufre que arde por una eternidad. ¿Es cierto que no quieres eso? Entonces hay que convertirse en un hacedor de
la palabra, en un verdadero hijo de Dios.
Que Dios los
bendiga grande y abundantemente.