El hijo pródigo
En el capítulo 15 del Evangelio según San Lucas, nuestro Señor Jesucristo relata tres parábolas acerca de algo perdido que luego fue recobrado.
La primera parábola es acerca de la oveja
perdida. El pastor deja las noventa y nueve seguras en el aprisco, y va en
busca de la oveja perdida hasta encontrarla; cuando la encuentra la trae sobre
sus hombros gozoso e invita a otros a compartir su gozo. La enseñanza de esta
parábola es como sigue: “Os digo que así
habrá más gozo en el cielo por un pecador que se arrepiente, que por noventa y
nueve justos que no necesitan de arrepentimiento” (Lucas 15:4-7).
La segunda parábola es de la dracma
perdida. La mujer que perdió la moneda encendió la lámpara, barrió la casa, y
buscó con diligencia hasta encontrarla; cuando la encuentra se regocija e
invita a otros a compartir su gozo. La enseñanza del Señor por medio de está
parábola es como sigue: “Os digo que hay
gozo delante de los ángeles de Dios por un pecador que se arrepiente”
(Lucas 15:8-10).Y la tercera parábola que es de la cual nos vamos a ocupar en este mensaje, es la del hijo pródigo, el Señor dice así:
El
Hijo Pródigo
“Un
hombre tenía dos hijos; y el menor de ellos dijo a su padre: Padre, dame la
parte de los bienes que me corresponde; y les repartió los bienes. No muchos
días después, juntándolo todo el hijo menor, se fue lejos a una provincia
apartada; y allí desperdició sus bienes viviendo perdidamente. Y cuando todo lo
hubo malgastado, vino una gran hambre en aquella provincia, y comenzó a
faltarle. Y fue y se arrimó a uno de los ciudadanos de aquella tierra, el cual
le envió a su hacienda para que apacentase cerdos. Y deseaba llenar su vientre
de las algarrobas que comían los cerdos, pero nadie le daba.Y volviendo en sí, dijo: ¡Cuántos jornaleros en casa de mi padre tienen abundancia de pan, y yo aquí perezco de hambre! Me levantaré e iré a mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti. Ya no soy digno de ser llamado tu hijo; hazme como a uno de tus jornaleros. Y levantándose, vino a su padre. Y cuando aún estaba lejos, lo vio su padre, y fue movido a misericordia, y corrió, y se echó sobre su cuello, y le besó. Y el hijo le dijo: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti, y ya no soy digno de ser llamado tu hijo. Pero el padre dijo a sus siervos: Sacad el mejor vestido, y vestidle; y poned un anillo en su mano, y calzado en sus pies. Y traed el becerro gordo y matadlo, y comamos y hagamos fiesta; porque este mi hijo muerto era, y ha revivido; se había perdido, y es hallado. Y comenzaron a regocijarse” (Lucas 15:12-24).
En las dos primeras parábolas, puesto que lo perdido era una oveja y una moneda, esto es, un animal sin razón y sin responsabilidad moral, y un objeto inanimado, a ambos hubo que ir a buscarlos. Pero en el caso del hijo pródigo, siendo un ser humano, un agente responsable, con libre albedrío, consciente, conocedor del hogar y del camino de retorno al hogar, él tuvo que buscar el hogar.
En este caso del hijo pródigo se describe
magistralmente la situación de aquella persona que de algún modo conoce o ha
conocido al Señor, la iglesia, el Evangelio, y se ha alejado, se ha apartado,
se ha descarriado; y también describe la preciosa oportunidad que tiene de
volver, de regresar, de reconciliarse.
En la decisión del hijo menor de ausentarse
del hogar, hallamos siete pasos o escalones descendentes:
1.-
PROPIA VOLUNTAD: “Dame la parte de los bienes que me corresponde” (v. 12). Este hijo
tomó esta decisión en contra del deseo y el consejo del padre; lo hizo por su
propia voluntad; y los resultados demostraron que fue en contra de la voluntad
de Dios.
El hacer las cosas por la propia voluntad y
por consiguiente en contra de la voluntad de Dios, siempre ha resultado
perjudicial y en ocasiones fatal. En Jeremías 6:16 nos dice: “Mirad… cuál sea el buen camino, y andad por
él”, pero el pueblo de manera voluntariosa responde: “No andaremos.” A causa de esta terquedad del pueblo, Dios dice: “He aquí yo pongo a este pueblo tropiezos, y
caerán en ellos los padres y los hijos juntamente; el vecino y su compañero
perecerán.” (Jeremías 6:21). “Mas
Dios es el juez; a éste humilla y a aquél enaltece” (Salmo 75:7).
Por causa de hacer su propia voluntad,
estos tropiezos y estas humillaciones las sufrió el hijo pródigo y todos los
que actúan como él.
2.-
EGOÍSMO: “Juntándolo
todo” (v. 13). Nada dejó, todo era para él, pensaba solo en él. Descendió
el peldaño del egoísmo.
En Oseas 10:1, dice: “Israel es una frondosa viña, que da abundante fruto para sí mismo”.
A causa de esta actitud egoísta, Dios dice: “Comeréis fruto de mentira, porque confiaste en tu camino” (Oseas
10:13). El hijo pródigo quería dar fruto para sí mismo, pero cosechó mentira y engaño.
Lo mismo les sucede a todos los egoístas como él.
3.-
SEPARACIÓN: “Se
fue lejos a una provincia apartada” (v. 13). Abandonó el hogar, se separó
de su padre y de la familia. Fue otro peldaño que bajó.
En Isaías 53:6, dice: “Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su
camino”. “Hay camino que al hombre
le parece derecho, pero su fin es camino de muerte” (Proverbios 14:12). Hubiera
muerto el hijo pródigo si no hubiera regresado al hogar. Y morirá eternamente
separado de Dios quien no retorne a Dios.
4.-
SENSUALIDAD: “Desperdició
sus bienes viviendo perdidamente” (v. 13). Se entregó a derrochar dinero,
salud y dignidad. Descendió el peldaño de la corrupción moral. Cambio la
austeridad del hogar por la inmundicia del prostíbulo.
Para los que siguen ese mismo camino, la
amonestación divina es: “No os engañéis;
Dios no puede ser burlado: pues todo lo que le hombre sembrare, eso también
segará. Porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción; mas
el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna.” (Gálatas
6:7, 8).
5.-
DESTITUCIÓN: “Y
cuando todo lo hubo malgastado… comenzó a faltarle” (v. 14). Todo lo
malgastó, y cuando azotó el hambre en aquella provincia, nada tenía. Descendió
al peldaño de la destitución, de la miseria. Cambió la abundancia del hogar por
la miseria de la ausencia del hogar.
Lo mismo sucede a todo aquel que malgasta
su vida, salud, energía, dignidad en las prácticas del pecado; “está destituido de la gloria de Dios” (Romanos
3:23).
6.-
DEGRADACIÓN: “Se
arrimó a uno de los ciudadanos de aquella tierra, el cual le envió a su
hacienda para que apacentase cerdos” (v. 15) Ésta era la ocupación más vil
y despreciada entre los orientales. Descendió el peldaño de la degradación.
Cambió su posición de hijo heredero por la de miserable esclavo.
Y a todos aquellos que se degradan
apacentando los cerdos de creencias vanas y religiosas idolátricas y muertas,
Jesús les dice: “Todo aquel que hace
pecado, esclavo es del pecado” (Juan 8:34). Y San Pablo afirma: “Lo que los gentiles sacrifican (a los
ídolos), a los demonios lo sacrifican”
(1 Corintios 10:20).
7.-
INANICIÓN: “Deseaba
llenar su vientre de las algarrobas que comían los cerdos, pero nadie le daba”
(v. 16). Los cerdos estaban mejor que él. Descendió el peldaño de la inanición.
Cambió la alimentación abundante del hogar, por el hambre y la hediondez de la
porqueriza.
Todos los que siguen esa senda, esos
peldaños descendentes, también llegarán a ese punto de inanición espiritual. “Vienen días, dice Jehová el Señor, en los
cuales enviaré hambre…de oír la Palabra de Jehová. E irán errantes de mar a
mar; desde el norte hasta el oriente discurrirán buscando Palabra de Jehová, y
no la hallarán” (Amós 8:11, 12). “Un
abismo llama a otro (abismo)” (Salmo 42:7). Un pecado engendra otro pecado
(Santiago 1:15); un demonio trae otros demonios (Mateo 12:45); y la persona va
de mal en peor (2 Timoteo 3:13).
Pero es una cosa
maravillosa que el hijo pródigo no se quedó en esa terrible situación. Desde la
porqueriza de los cerdos inició su regreso ascendente al hogar; y también
fueron siete escalones que tuvo que ascender:
1).-
COMPRENSIÓN: “Volviendo
en sí” (v. 17). Si volvió en sí era porque estaba fuera de sí. Ascendió al
peldaño de comprender, reconocer y rechazar tan paupérrima condición.
El pecado es del diablo, Jesús dijo: “Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y
los deseos de vuestro padre queréis hacer” (Juan 8:44). Y cuando una
persona vive en pecado está fuera de sí. Es como un loco bajo la férula del
diablo. Tiene que volver en sí, tiene que reconocer su condición pecaminosa y
tiene que odiar esa despreciable condición, y decirle a Dios: “Ten misericordia de mí que soy pecador”.
2).-
RESOLUCIÓN: “Me
levantaré e irá a mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y
contra ti” (v. 18). Resolvió, decidió regresar al hogar. Ascendió el
peldaño de una buena resolución, la mejor.
Así mismo cada pecador tiene que resolver
decidir por sí mismo si sale de la porqueriza, de la inmundicia del pecado y
regresar al hogar de Dios. Cada cual tiene un libre albedrío, y “cada uno… dará a Dios razón de sí” (Romanos
14:12).
3).-
ARREPENTIMIENTO: “Ya no soy digno de ser llamado tu hijo; hazme como a uno de tus
jornaleros” (v. 19). Ascendió el peldaño del arrepentimiento. Estaba tan
arrepentido de haber dejado el hogar como hijo, que estaba dispuesto a regresar
como jornalero.
De la misma manera el pecador tiene que
arrepentirse de todos sus pecados. Jesús dijo: “Si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente” (Lucas 13:13).
4).-
REGRESO: “Y
levantándose, vino a su padre” (v. 20). No se quedó en la porqueriza
lamentándose de su situación, haciendo buenas resoluciones y reconociendo que
hizo mal, sino que se levantó y vino a su padre. Ascendió el peldaño del
regreso.
Igualmente, el pecador tiene que levantarse
y abandonar la pocilga del pecado y regresar a Dios, pues, Él dice: “Deje el impío su camino, y el hombre inicuo
sus pensamientos, y vuélvase a Jehová, el cual tendrá de él misericordia, y al
Dios nuestro, el cual será amplio en perdonar” (Isaías 55:7).
5).-
RECONCILIACIÓN: “Y cuando aún estaba lejos, lo vio su padre, y fue movido a
misericordia, y corrió, y se echó sobre su cuello, y le besó. Y (ahí
abrazado) el hijo le dijo: Padre, he
pecado contra el cielo y contra ti, y ya no soy digno de ser llamado tu hijo”
(vv. 20, 21). Por su arrepentimiento y por el perdón del padre ascendió el
peldaño de la reconciliación.
Así como el padre anhelaba el retorno del
hijo, así Dios anhela el retorno del pecador para reconciliarle, pues “Dios estaba en Cristo reconciliando consigo
al mundo” (2 Corintios 5:18-20).
6).-
RESTAURACIÓN: “El
padre dijo a sus siervos: Sacad el mejor vestido, y vestidle; y poned un anillo
en su mano, y calzado en sus pies” (v. 22). Fue restaurado como hijo y como
heredero.
Igualmente, el pecador que retorna a Dios
es restaurado, es hecho hijo de Dios; es vestido del mejor vestido que es la
justicia de Cristo; le es puesto el anillo de heredero, o sea el Espíritu Santo
que es las arras de nuestra herencia; y le es puesto el calzado del Evangelio
de Cristo.
7).-
REGOCIJO: “Comamos
y hagamos fiesta...Y comenzaron a regocijarse.” (vv. 23, 24). Todo era
regocijo. El hijo ascendió el peldaño del gozo. El gozo invadió a todos.
Una característica del pecador perdonado,
salvado, reconciliado, restaurado es el gozo indescriptible que inunda su vida.
“En gran manera me gozaré en Jehová, mi
alma se alegrará en mi Dios; porque me vistió con vestiduras de salvación…”
(Isaías 61:10). ¡Y hasta los ángeles del cielo se gozan por un pecador que se
arrepiente!Amigo, abandone el pecado y venga a Cristo. Descarriado, vuelva a su Dios, Él le espera con sus brazos abiertos. Si estás enfermo, el Señor te sana en este instante. Amén.
Por
Rev. Luis M. Ortiz
Fundador
del M.M.M.