Estarás seguro en Cristo Jesús. Romanos 8:32-39
“El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por
todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas? ¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios
es el que justifica. ¿Quién es el que
condenará? Cristo es el que murió; más aún, el que también resucitó, el que
además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros. ¿Quién nos separará del amor de Cristo? Tribulación, o angustia, o persecución, o
hambre, o desnudez, o peligro, o espada?
Como está escrito: Por causa de
ti somos muertos todo el tiempo; Somos contados como ovejas de matadero. Antes, en todas estas cosas somos más que
vencedores por medio de aquel que nos amó.
Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni
principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo
profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que
es en Cristo Jesús Señor nuestro.”
CONCLUSIONES.
Si has gustado el don de la vida eterna, también querrás
saber que, si rindes tu vida totalmente a Cristo, Él te cuidará y protegerá ese
valioso tesoro que hay en ti.
Si Dios entregó a su Hijo Jesucristo como sacrificio por
nuestros pecados, Él también nos entregará todas las cosas que le pidamos, esto
es si andamos con Cristo. Una de las
cosas que recibiremos es la seguridad de que nunca más nuestra alma podrá ser
arrebatada por el mundo, ni por las tinieblas, ni por satanás; pues Cristo,
donde reposa nuestra alma es una gran fortaleza infranqueable. El enemigo tampoco podrá acusarnos, dado que
ya hemos sido justificados mediante la sangre de Jesucristo (los realmente
convertidos a Cristo) y todos nuestros pecados han sido borrados de nuestro
historial, por tal motivo no hay evidencia en la que pueda sustentarse satanás
para acusarnos; tampoco podrá condenarnos, porque ya no tiene potestad sobre
los hijos de Dios, esta potestad le corresponde a Jesucristo, quien murió en la
cruz, resucitó al tercer día y además está sentado a la diestra de Dios,
intercediendo por todos los que han rendido su vida a Él.
Ahora, estando ya en Cristo no habrá nada que nos pueda
separar de Él, excepto nosotros mismos a través de nuestras acciones; pues si
le damos la espalda a Cristo o nos apartamos de sus caminos, Él ya no podrá
protegernos, porque estaría violando nuestra libertad. En síntesis, no habrá tribulación, ni angustia,
ni hambre, ni persecución, ni desnudez, ni peligro, ni espada que nos pueda
separar de la comunión con Dios, si es que de corazón estamos viviendo para
Él. Tampoco la muerte nos podrá separar
de Cristo, antes hará que nuestra alma se libere del cuerpo y parta gozosa
hacia el encuentro con Cristo. Tampoco
habrá espíritus buenos ni malos que nos puedan separar de Cristo (como ángeles
o demonios), tampoco las circunstancias del tiempo presente ni las malas expectativas
del tiempo futuro. Ni los cielos, ni el
abismo, ni ninguna otra cosa que exista dentro del universo, nos podrá separar
del amor de Dios que está en Cristo Jesús.
Es de anotar que por causa de Cristo, somos muertos todo el
tiempo; es decir, el mundo hace todo lo posible por acabarnos, por
desaparecernos y nos tiene catalogados en un círculo social muy bajo (como
ovejas de matadero). Pero en todas estas
cosas somos más que vencedores por medio de Cristo.
Estimado amigo, para gozar de la seguridad que nos puede
brindar Jesucristo, tenemos que abandonar el mundo de pecado, recibirle como
nuestro Señor y Salvador y vivir una vida de obediencia a su Palabra, con el
fin de que seamos santos y puros en su presencia y Él así mismo pueda
considerarnos como sus hermanos en Dios el Padre y coherederos del reino de
Dios.
Que Dios los bendiga grande y abundantemente.