Cada uno dará cuentas. Romanos 14:10-13.
“Pero tú, ¿por qué juzgas a tu hermano? O tú también, ¿por qué
menosprecias a tu hermano? Porque todos compareceremos ante el tribunal de
Cristo. Porque escrito está: Vivo yo,
dice el Señor, que ante mí se doblará toda rodilla, Y toda lengua confesará a
Dios. De manera que cada uno de nosotros dará a Dios cuenta de sí. Así que, ya no nos juzguemos
más los unos a los otros, sino más bien decidid no poner tropiezo u ocasión de
caer al hermano.”
CONCLUSIONES.
Somos los reyes de las excusas y dejamos de hacer cosas demasiado
importantes en nuestro diario vivir, como es el buscar la vida eterna; por
causas insignificantes.
No buscamos de Dios porque estamos demasiado ocupados o
porque creemos más en la teoría de la evolución.
No buscamos de Dios porque nuestra vida es tan cómoda que no
nos falta nada, ni siquiera Dios.
No buscamos del Dios verdadero porque tenemos otros dioses
que nos mantienen contentos y ocupados como el placer, el poder, el negocio, la
política o la abundancia económica.
No buscamos de Dios porque nos creemos buenos y con derecho
de entrar al reino de los cielos sin pagar el boleto de entrada.
No buscamos de Dios porque nos dijeron que Dios es Amor y que,
por lo tanto, si por casualidad existiera el infierno, Él no nos mandaría para
allá; pues Él es demasiado bueno.
No buscamos de Dios porque le rendimos culto más fácilmente
a la pereza que a Dios.
No nos humillamos y arrodillamos delante de Dios, porque
nuestro orgullo y vanidad nos hacer sentir superiores a Él.
No vamos a la iglesia porque se trata de nuestro tiempo de
descanso o el tiempo que debemos dedicar a nuestra familia.
No leemos la Biblia porque nos sentimos cansados o porque
para nosotros no tiene suficiente importancia.
Para muchos es solo una obra literaria escrita por hombres.
No alabamos a Dios, porque nos parece que estamos haciendo
el ridículo, o quizás creemos que Dios no necesita de eso para sentirse bien.
No compartimos de Cristo con otros, porque no le hemos dado
la oportunidad a Dios de obrar en nuestras vidas y así de esta forma tener
testimonios para contar.
Al final de nuestra existencia, cuando estemos frente al
tribunal de Cristo, se habrán acabado todas las excusas. Allí tenemos que arrodillarnos delante de
Dios y reconocerlo como el único y verdadero Dios de todo el universo, aunque
aquí nunca hayamos querido hacerlo.
Entonces con desespero, buscaremos hacer todo aquello que no hicimos
cuando estuvimos en la tierra y nos daremos cuenta de que ya es imposible; pues
ha llegado la hora de ver nuestro historial pecaminoso y de indiferencia, y
escuchar la sentencia de Dios.
Si nuestra prioridad aquí en la tierra siempre fue Dios y
fallecimos con Cristo en nuestro corazón, entonces nuestro veredicto será:
Mat. 25:34 “Entonces
el Rey dirá a los de su derecha: Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino
preparado para vosotros desde la fundación del mundo.”
Si nuestra prioridad aquí en la tierra estuvo enfocada en
las cosas vanas y pasajeras del mundo, entonces nuestro veredicto será:
Mat. 25:41 “Entonces dirá
también a los de la izquierda: Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno
preparado para el diablo y sus ángeles.”
El ser verdaderos cristianos, implica primeramente recibir a
Jesucristo como nuestro Señor y Salvador y tenerlo viviendo en nuestro corazón
en la persona de su Santo Espíritu, también implica poner por obra el segundo
gran mandamiento de amar a nuestro prójimo y esto incluye NO JUZGAR ni
MENOSPRECIAR a nuestros hermanos en Cristo, pues no podemos tomar la autoridad
en nuestras manos, tampoco podemos poner tropiezo en los caminos de nuestro
prójimo, además de que es bien claro que cada uno tendrá que rendir cuentas
ante el tribunal de Cristo.
Que Dios los bendiga grande y abundantemente.