Un ejército de menospreciados y débiles. 1 Corintios 1:26-29.

“Pues mirad, hermanos, vuestra vocación, que no sois muchos sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni muchos nobles; sino que lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte; y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es, a fin de que nadie se jacte en su presencia.”

 

Existen dos reinos en el ámbito espiritual: El reino de la luz y el reino de las tinieblas.  Cada reino de estos tiene un ejército a su disposición y el ejército de las tinieblas está conformado por una tercera parte de los ángeles caídos que pertenecían al cielo, dado que se dejaron contaminar y fueron expulsados junto con el diablo para morar en la tierra y en el centro de ella donde está ubicado el infierno.

Fuera de estos dos ejércitos, Dios formó un tercero, que es su iglesia, lavada con la sangre de Jesucristo, dotada con el poder del Espíritu Santo y preparada para hacer frente al ejército de las tinieblas.  Este ejército no está conformado por personas especializadas en combate, ni especialistas en diferentes ramas del saber, ni superdotados, ni doctores, ni estudiosos, ni poderosos, ni nobles, ni ricos; sino que está conformado con personas simples, sencillas, humildes, necesitadas, pobres, iletradas, etc.; pero que reconocen a Jesucristo como su único Señor y Salvador, quien ya venció al mundo y a las tinieblas en la cruz del calvario.

Este ejército, quiso Dios constituirlo así, para que nadie se gloríe, para que nadie se jacte, para que nadie se enorgullezca, para que nadie se enaltezca, para que nadie sea engreído, para que nadie sea arrogante, para que nadie sea soberbio; porque estas cosas son pecado, por las cuales cayó Luzbel, el querubín protector, quien luego de la caída pasó a ser el padre de perdición, el general del ejército de las tinieblas, el diablo o satanás. 

Por esto Dios escogió a los más necios para avergonzar a los sabios; escogió a los más débiles para avergonzar a los fuertes, escogió a los más viles para avergonzar a los orgullosos; escogió a los menospreciados para avergonzar a los de la clase alta.  Pero esto no significa que un sabio, o un fuerte, o un orgulloso, o un vanaglorioso, no se pueda convertir para pertenecer a este tercer ejército glorioso de los hijos de Dios.  Cree en Jesucristo y recíbelo como tu Señor y Salvador, para que seas hecho un hijo de Dios y un soldado de su glorioso ejército, dotado de las armas espirituales necesarias para combatir el pecado y las tinieblas. 

Aquí en este ejército no se combate con armas físicas, sino con armas espirituales y la mayor de ellas es la espada del Espíritu, representada por la Palabra de Dios; “porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas”. 2 Corintios 10:4.

Que Dios los bendiga grande y abundantemente.

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