El origen del Evangelio.
Gálatas 1:11-12
CONCLUSIONES.
Antes de entrar a discernir sobre el origen del Evangelio,
es menester recordar cómo fue la conversión de uno de los mayores apóstoles de
Jesucristo, llamado Saulo de Tarso, quien posteriormente se llamó Pablo. Saulo era un perseguidor de la iglesia de
Jesucristo y le fueron concedidos los permisos necesarios para buscar, detener
y encarcelar a cualquiera que estuviese hablando en el nombre de Jesús. Sin embargo, Dios tenía unos planes mucho
mejores para Saulo que perseguir a su iglesia, y fue como lo convirtió y le dio
la magna tarea de ser el APÓSTOL DE LOS GENTILES. Veamos algunos versículos, donde Saulo tiene
un encuentro personal con Jesucristo y habla con El en persona.
“Saulo, respirando aún amenazas y muerte contra los
discípulos del Señor, vino al sumo sacerdote, y le pidió cartas para las
sinagogas de Damasco, a fin de que, si hallase algunos hombres o mujeres de
este Camino, los trajese presos a Jerusalén.
Mas yendo por el camino, aconteció que, al llegar cerca de Damasco,
repentinamente le rodeó un resplandor de luz del cielo; y cayendo en tierra,
oyó una voz que le decía: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? El dijo: ¿Quién eres, Señor? Y le dijo: Yo
soy Jesús, a quien tú persigues; dura cosa te es dar coces contra el
aguijón. El, temblando y temeroso, dijo:
Señor, ¿qué quieres que yo haga? Y el Señor le dijo: Levántate y entra en la
ciudad, y se te dirá lo que debes hacer.
Y los hombres que iban con Saulo se pararon atónitos, oyendo a la verdad
la voz, mas sin ver a nadie.” Hechos
9:1-7
Saulo tenía la tarea de ir a Damasco a detener y encarcelar
a todo miembro de la iglesia del Señor que pudiese encontrar. Al llegar cerca de Damasco, le rodeó un
resplandor que lo hizo caer a tierra y desde allí de esa luz le habló
Jesucristo las siguientes palabras: “Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?” Saulo preguntó quién era aquella persona que
le hablaba y recibió esta respuesta: “Yo soy Jesús, a quien tu persigues”.
Saulo temblando y temeroso doblegó su voluntad a la de Jesucristo y dijo: “¿qué
quieres que yo haga?”. Los
acompañantes de Saulo, vetados sus ojos, solo escuchaban la conversación, pero
no podían ver a nadie. Este fue el
momento en que un hombre que era siervo de diablo dedicado a perseguir las
almas convertidas, pasó a ser siervo de nuestro Señor Jesucristo. Este encuentro con el Señor no fue único,
pues Pablo fue arrebatado al tercer cielo, donde recibió muchas revelaciones: “que
fue arrebatado al paraíso, donde oyó palabras inefables que no le es dado al
hombre expresar.” 2 Corintios 12:4.
Conociendo un poco la historia de Pablo, podemos entender
por qué el mismo asegura que el Evangelio no lo recibió ni lo aprendió de
ningún hombre y que más bien le fue entregado por revelación directa de
Jesucristo. Pablo recibió el Evangelio
para predicarlo a los gentiles; pues Jesucristo ya había venido en persona a
predicarle a los judíos: “Dios envió mensaje a los hijos de Israel,
anunciando el evangelio de la paz por medio de Jesucristo; éste es Señor de
todos.” Hechos 10:36. Por lo anterior, no es necesario poner en entredicho
la revelación recibida por Pablo, máxime cuando el Hijo de Dios bajó desde el
cielo a predicar el Evangelio a su pueblo escogido, varias décadas atrás.
¿Entonces cuál es el origen del Evangelio? No se trata de una obra literaria, no se
trata de un manual de convivencia, no se trata del fundamento de una religión,
no se trata de la inspiración de un escritor, no se trata de las tesis de un
líder distinguido; se trata de la Palabra de Dios, hablada directamente por el
Altísimo y transmitida al hombre a través de su hijo Jesucristo y varios años
después a través de un segundo instrumento, el apóstol Pablo. Y para que quedara suficiente evidencia de lo
que Jesús habló, entonces fueron instituidos cuatro evangelistas, hombres que
caminaban tras el Maestro tomando nota de lo que veían y escuchaban, para
dejarle un legado a la humanidad. El
Evangelio es poder para transformar al hombre y hacerlo una nueva criatura
libre de pecado, el Evangelio es poder para santificar al hombre y hacerlo apto
para entrar al reino de los cielos. Por
eso los verdaderos seguidores del Evangelio de Jesucristo se dicen llamar
cristianos evangélicos, porque han recibido a Jesucristo en su corazón y
obedecen a su Santo Evangelio.
Que Dios los bendiga grande y abundantemente.