Como cumplir toda la ley.


Gálatas 5:13-14.
 
“Porque vosotros, hermanos, a libertad fuisteis llamados; solamente que no uséis la libertad como ocasión para la carne, sino servíos por amor los unos a los otros.  Porque toda la ley en esta sola palabra se cumple: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.”

CONCLUSIONES.

Partimos del fundamento de que, en el Nuevo Testamento o periodo de la gracia, la salvación es por fe en nuestro Señor Jesucristo y que el Antiguo Testamento o periodo de la ley quedaría entonces sustituido por el nuevo pacto.  Sin embargo, vivir bajo el periodo de la gracia requiere de fe y tener una fe viva requiere que esta fe esté soportada por obras y estas obras se refieren al cumplimiento de la ley; por lo tanto, es ineludible el cumplimiento de la ley en el periodo de la gracia.  El mismo Jesucristo habló de esta gran realidad: “No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir.” Mateo 5:17.

Es menester recordar a 1 Juan 3:9: “Todo aquel que es nacido de Dios, no practica el pecado, porque la simiente de Dios permanece en él; y no puede pecar, porque es nacido de Dios.”  Esto quiere decir que el cristiano verdadero que ya nació del agua y del Espíritu no tendría muchas dificultades para cumplir con toda la ley, pues la presencia de Dios está en su corazón y esta presencia lo aleja constantemente del pecado o de la infracción de la ley.

Sin embargo, el cumplimiento de la ley para las personas naturales (que no tienen a Cristo en su corazón) es un poco complicado.  Por ejemplo, en Éxodo 20:15 dice: “No hurtarás.”  Se trata de uno de los diez mandamientos entregados a Moisés.  Aquí no habla específicamente qué cosas son las que no podemos hurtar, sin embargo, como es muy simple y genérico, se aplica a todos los ámbitos de nuestra vida.  Si usted compra un artículo, lo paga y por casualidad le dieron una moneda de más en la devuelta y usted se dio cuenta, pero en vez de devolverla la guardó, estaría infringiendo este mandamiento.  Otro caso es que usted le pide prestado un lapicero al alguien, lo usa y enseguida lo guarda en su bolsillo y más tarde se da cuenta que ese lapicero no es suyo y no lo devuelve, entonces está hurtando.  Son cosas tan simples, pero Dios no mide la obediencia por cantidades (como decir que, si robó poco no es nada; pero que si robó mucho es pecado), más bien Dios mide por la actitud del corazón.  Ver Lucas 16:10: “El que es fiel en lo muy poco, también en lo más es fiel; y el que en lo muy poco es injusto, también en lo más es injusto.”  La realidad es que el que se queda con la moneda o el lapicero, también es capaz de quedarse con una gran suma de dinero, si tiene la forma de apropiarse de ella, así sea bajo la suposición de la legalidad.  Y si aquí en la tierra se apropia de una simple moneda, entonces Dios no lo querrá en el cielo; pues sería capaz de arrancar el oro de las calles de la Nueva Jerusalén para tratar de venderlo.

¿Pero cómo cumplir con toda la ley, si lo estudiosos de la Biblia han encontrado aproximadamente cuatrocientos ochenta y cinco mandamientos?  Este texto nos aclara el tema y nos expone un solo mandamiento, el cual, si cumplimos, entonces nos confiere la garantía y la confianza de que implícitamente estamos cumpliendo el resto de los mandamientos y es el AMOR AL PRÓJIMO.  Aparentemente es como un misterio, pero se trata de algo muy simple:  El que ama a su prójimo está cumpliendo con todo el resto de los mandamientos; dado que, si ama de verdad, no sería capaz de quedarse con la moneda ni con el lapicero que pertenecen a su prójimo.  Y si ama al prójimo entonces también estaría amando a Dios y cumpliendo con el primer gran mandamiento.  Si ama a su prójimo entonces su intención es que su prójimo esté en mejores o iguales condiciones que las suyas, por eso dice la Palabra “amarás a tu prójimo como a ti mismo”.  Miremos que la mayoría de los mandamientos están orientados a regir la convivencia entre Dios y los hombres y entre los hombres mismos; por lo cual, amando al prójimo, estaríamos implícitamente cumpliendo con los demás mandamientos relacionados con la convivencia. 

Servíos por amor los unos a los otros” es el secreto para llegar a ser grande delante de Dios, pues su mismo Hijo Jesucristo dijo: “Yo vine a servir y no a ser servido”.  El servicio es entonces una columna fundamental en el amor a Dios y al prójimo, lo que finalmente nos conlleva al cumplimiento de toda la ley.

Que Dios los bendiga grande y abundantemente.

 

 

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