Como heredar las riquezas celestiales.

Gálatas 4:4-7.

“Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley, para que redimiese a los que estaban bajo la ley, a fin de que recibiésemos la adopción de hijos.  Y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, el cual clama: !!Abba, Padre!  Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si hijo, también heredero de Dios por medio de Cristo.”

 
CONCLUSIONES.


Todo esto suena muy bonito, ¿pero cómo llegar a disfrutar de todas las riquezas que Dios tiene preparadas para sus hijos?

La Palabra nos habla de una promesa y cuando vino el tiempo de su cumplimiento, estando todavía en el periodo de la ley, entonces Dios envió a su Hijo y lo puso en un vientre de una mujer, para que allí se gestase el cuerpo físico de Jesús, pues dado que era Espíritu, necesitaba de un cuerpo para manifestarse a los hombres.  Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad.” Juan 1:14   Una vez manifestado Cristo como el único camino hacia la vida eterna, entonces todos los que le reciben como Señor y Salvador, son redimidos del pecado y de la ley que hizo manifiesto el pecado, de tal forma que mediante su poder y el poder de su sangre derramada en la cruz del calvario, entonces recibamos la adopción como hijos de Dios.  Por el hecho de recibir esta adopción, entonces también recibimos el Espíritu Santo de Dios (que es el mismo Espíritu de Cristo) en nuestros corazones, y este Espíritu nos coloca el sello de la redención, por el cual tenemos la distinción entre hijos del mundo o hijos de Dios y por el cual somos seleccionados el día que venga Jesucristo por segunda vez a llevarse su iglesia o el día en que nos toque morir físicamente.

Luego de este hecho milagroso de la ADOPCIÓN COMO HIJOS, entonces ya escapamos de la esclavitud del pecado y pasamos a ser completamente libres (no libres para pecar, sino libres del pecado) como verdaderos hijos de Dios.  Ya con este título de HIJOS DE DIOS entonces por derecho propio también seremos herederos de todas las riquezas espirituales, siendo una de la mayores la vida eterna en el reino de los cielos.  Todo esto Dios quiere compartirlo con sus hijos, con los que le buscan de corazón y entregan su vida a Jesucristo.

Que Dios los bendiga grande y abundantemente.

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