Vale la pena seguir a Cristo.
Efesios 2:4-7.
CONCLUSIONES.
Dios es infinito en amor, en bondad y también en
misericordia y esto fue demostrado hasta lo sumo, al enviar a su Hijo
Jesucristo a morir en la cruz del calvario, para que, por medio de su sangre
derramada, poder redimir del pecado a todo hombre que acudiera a sus pies
arrepentido y que le recibiera como su Señor y Salvador. A partir de este hecho trascendental de
Cristo, también suceden otros hechos en la vida de cada persona que decide
creer en su obra retentora y entregarle su vida para que Él la transforme. Estos son algunos de esos hechos, que Dios
ejecuta en la vida del hombre, solo si está acompañado de Jesucristo, si está
caminando con Jesucristo por el sendero estrecho que conduce a la salvación:
1. Dios nos da
vida juntamente con Cristo.
El estado actual del hombre sin Cristo es un estado de
muerte, pues está condenado al castigo eterno.
El hombre sin Cristo tiene olor a muerte delante de Dios, aunque se
vista espléndidamente y use lociones costosas.
Cuando una persona común se convierte en cristiano verdadero, entonces
adquiere un olor fragante, un olor delicioso delante de Dios, debido a la
presencia del Espíritu Santo en su corazón.
Cristo es la vida, por eso todo el que acude a Él, nace de nuevo, es
levantado del lodo cenagoso del pecado y pasa a ser parte de las ovejas del
rebaño de Dios, pastoreadas por su Hijo Jesucristo, pues Él es el Buen
Pastor.
2. Dios nos
resucita juntamente con Cristo.
Dice la palabra: “Respondió Jesús y le dijo: De cierto,
de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de
Dios.” Juan 3:3. Nacer de nuevo significa morir al hombre de pecado, morir
al mundo, morir a los vicios, morir a las tinieblas y finalmente hacerse
visible en el reino de Dios, hacerse visible como Hijo de Dios. Esta transformación ocurre mediante el agua
que es la Palabra y el Espíritu Santo según el versículo de Juan 3:5. Hay un
acontecimiento que dispara toda esta serie de procesos y es cuando se recibe a
Jesucristo en el corazón. Dios en su poder infinito resucitó a Jesucristo al
tercer día de su muerte; es por esa garantía que también a nosotros no resucita
de la muerte, cuando decidimos andar con Jesucristo, pues dice el texto “juntamente
con Él”, lo que quiere decir que no es posible hacerlo solos, ni tampoco
por intermedio de otro instrumento, sea persona o cualquier otra cosa. Es solamente con Jesús y a través de Jesús
que podemos nacer de nuevo. Si el hombre
pudiera hacerlo solo o con la ayuda de un “santo” tradicional, entonces en vano
hubiera sido la crucifixión de Jesucristo.
3. Dios nos sienta
al lado de Cristo.
Luego de darnos vida a través de Jesús y de habernos
resucitado, entonces Dios nos sienta en los lugares celestiales con Cristo
Jesús. Si somos cristianos, por fe
estamos sentados en este momento en esos lugares celestiales; pero una vez
nuestra alma y espíritu sean liberados del cuerpo físico, entonces veremos
realmente a Jesucristo cerca de nosotros, a nuestro lado, consolándonos de los
sufrimientos recibidos aquí en la tierra.
Por eso dice el texto: “y asimismo nos hizo sentar en los lugares
celestiales con Cristo Jesús”.
Maravilloso, que donde esté Jesucristo, allá también estaremos nosotros,
recibiendo las mismas bendiciones que recibe Jesucristo de nuestro Padre
Celestial.
4. Dios nos da
abundantes riquezas en Cristo.
Dios dice que, en los siglos venideros, “nos mostrará las
abundantes riquezas de su gracia, por su bondad para con nosotros en Cristo
Jesús”. Fíjense que todo sucede por
la presencia de Jesucristo. Él es la
garantía de que recibiremos todo lo que Dios nos promete; pues si nos amó a
nosotros estando en pecado, ¿Cuánto más amó a su Hijo Jesucristo para hacerlo
crucificar, luego resucitarlo y exaltarlo hasta lo sumo y ponerlo por rey de
reyes y señor de señores sobre todo pueblo, nación y lengua? Lo que para nosotros son riquezas como el
oro, allá arriba en el cielo, es solo un material del que están construidas las
calles de la nueva Jerusalén, entonces esas riquezas de las cuales nos habla Dios
no son ni siquiera imaginables para el ser humano; aún no las podemos discernir
ni entender; pero de seguro serán maravillosas.
Entonces, si acudimos a Jesucristo arrepentidos y aceptamos
su obra redentora y caminamos a su lado, por consiguiente, recibiremos vida,
seremos resucitados y estaremos sentados al lado de Jesús, recibiendo
abundantes bendiciones de nuestro Padre Celestial. Por eso es que vale la pena seguir a
Cristo. En esta vida solo hay dos
opciones: Estar con Cristo o estar con
el diablo; pero no hay puntos intermedios.
Alguien podrá decir: Es que yo no creo; pero con el solo hecho de ser
incrédulo ya es propiedad del diablo, porque la incredulidad es pecado y todo
el que peca es del diablo. Otro dirá: Es
que el santo “Equis” está intercediendo por mi para que vaya al cielo. Esta es una absoluta mentira del diablo; pues
solo hay un camino y ese es Jesucristo.
Tampoco se usan tramitadores en la vida espiritual; usted tiene que
presentarse personalmente delante de Jesucristo, pues la salvación es
totalmente personal. Si no se presenta,
ese regalo gratis de la salvación “porque por gracia sois salvos” tendrá
que ser entregado a otra persona; por eso es ya hora de que se decida, porque
la segunda venida de Cristo para llevarse a los verdaderos cristianos (los
nacidos de nuevo) está cerca.
Que Dios los bendiga grande y abundantemente.