¿Dónde tienes la ciudadanía?

Filipenses 3:20-21

 Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo; el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya, por el poder con el cual puede también sujetar a sí mismo todas las cosas.”

CONCLUSIONES.

Cuando una persona entrega su vida a Jesucristo, es inscrito en el libro de la vida del Cordero, en el reino de los cielos y allí tendrá una nueva ciudadanía y un nuevo nombre: “El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al que venciere, daré a comer del maná escondido, y le daré una piedrecita blanca, y en la piedrecita escrito un nombre nuevo, el cual ninguno conoce sino aquel que lo recibe.” Apocalipsis 2:17.  Allá no se entra con visa, ni con pasaporte, ni con una nave espacial, ni teletransportado y tampoco se puede entrar ilegalmente a través de trochas en sus fronteras; pues el cielo está dentro de un universo espiritual, al cual no podemos tener acceso con nuestro cuerpo físico y el problema mayor es que si alguien muere sin Cristo en el corazón, entonces los ángeles de la muerte conducirán el alma del difunto hacia el infierno, donde no tiene posibilidades de salir y solamente lo podrá hacer para ir a presentarse ante el gran juicio final.

Si queremos esa ciudadanía en el reino de los cielos, tenemos que entregar nuestras vidas a Jesucristo; pues Él es el único camino que nos puede llevar a la vida eterna.  Allá en los cielos está Jesucristo sentado a la diestra de Dios en espera de que llegue el momento de venir a buscar a su iglesia, aquellos que fueron redimidos mediante la sangre del Cordero.  Nosotros los redimidos (si es que usted también hace parte de ellos), esperamos con anhelo aquella hora en que veremos la gloria de Dios, en que veremos a nuestro Salvador en las nubes, quien viene a rescatar a sus redimidos de este mundo perverso.  Aquellos que pertenecen a una iglesia, a una secta o a una filosofía serán dejados aquí en la tierra a menos que tengan a Jesucristo en su corazón y que estén viviendo una vida de obediencia y santidad a la Palabra de Dios.  Una vez venga Jesucristo, Él transformará nuestro cuerpo físico, que es un cuerpo de humillación y de pecado, en un cuerpo glorioso semejante al suyo, el cual será eterno y no necesitará comer, ni dormir, ni descansar.  Esto es posible mediante el poder de Dios, que se manifestó en la resurrección de su Hijo Jesucristo y que sujetó toda la creación con sus cosas y criaturas bajo los pies de su Hijo Jesucristo.

Si aún no tienes la ciudadanía del reino de los cielos, anímate, pues aún están abiertas las puertas del arrepentimiento. La importancia de esta ciudadanía no consiste en pertenecer a una nación celestial, sino en tener asegurada la vida eterna en el reino de los cielos.  Al finalizar encontrará una oración que le guiará en la búsqueda de esta nueva ciudadanía; pues sería muy lamentable que llegara la hora del rapto de la iglesia o la hora de su muerte y fuera un completo desconocido en el reino de los cielos.

Que Dios los bendiga grande y abundantemente.

Estimado amigo, si deseas hoy entregar tu vida a Jesucristo haz esta sencilla oración en voz alta: “Señor Jesús, reconozco que soy pecador y me acerco a ti arrepentido, para que me perdones y me laves con tu sangre derramada en la cruz del calvario.  Yo te acepto hoy como el Señor y Salvador de mi vida y te pido que entres en mi corazón y me transformes, me purifiques y me santifiques, porque quiero ser el templo de tu Santo Espíritu.  A partir de hoy me comprometo a no practicar más el pecado, a leer tu palabra, a meditar en ella y sobre todo a obedecerla, para que yo pueda estar en el reino de los cielos por una eternidad.  Amen

 

 

 

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