Lo que vendrá para la tierra.

Mateo 24:7-8 

 “Porque se levantará nación contra nación, y reino contra reino; y habrá pestes, y hambres, y terremotos en diferentes lugares. Y todo esto será principio de dolores.”

CONCLUSIONES.

¿Qué cosas están sucediendo en estos tiempos?  Hace rato que estamos viendo guerras, sobre todo en el medio oriente, los terremotos tampoco han faltado en diferentes lugares del mundo y la hambruna aún no se ha apartado de algunos países como África.  Ahora estamos viviendo una pandemia, que, debido al auge del turismo a nivel mundial, allí ha encontrado un vehículo para propagarse, para viajar sin control ni restricciones en su etapa inicial.  ¿Pero quién ha originado esta serie de problemas?  Sin duda alguna no son los científicos, no son los grupos extremistas, no son los turistas, tampoco las circunstancias del momento, tampoco los gobiernos, tampoco el cambio climático.

El pecado del hombre guarda mucha relación con estos eventos; pero sobre todo está sucediendo porque está escrito en la Palabra de Dios.  Hace varios miles de años, el mismo Hijo de Dios, dijo que iban a suceder estas cosas.  ¿Y por qué Dios habría de predecir cosas tan crueles para la tierra?  Pues Dios ya sabía de antemano que al hombre le iba a gustar más el pecado que la justicia, ya sabía que, por la avaricia del hombre, este se convertiría en un depredador de los recursos naturales, y de esta forma desequilibraría la balanza entre el oxígeno y los gases tóxicos, entre el desierto y la tierra fértil, entre la salud y la enfermedad, entre la abundancia y la pobreza.  ¿Entonces para qué rogar a Dios que quite este juicio?  Es cierto, porque de algún modo estaríamos tratando de persuadir a Dios para que no se cumpla su voluntad; más bien debemos rogar a Dios, para que estos juicios no toquen nuestra vidas, ni nuestras familias y para eso debemos entregarnos y rendirnos ante Jesucristo.  Hay que recordar que el pueblo cristiano goza de muchas promesas de protección de parte de Dios, las cuales se hacen efectivas en aquellos que le obedecen y se guardan del pecado.   Debemos saber también que Dios es soberano y Señor de toda la creación, que tiene el control absoluto de todo y que aún el diablo requiere permiso de Dios para actuar. “Y ellos, habiéndolo oído, alzaron unánimes la voz a Dios, y dijeron: Soberano Señor, tú eres el Dios que hiciste el cielo y la tierra, el mar y todo lo que en ellos hay”. Hechos 4:24.

¿Hay alguna solución para esto?  El hombre podrá moderar el uso de los recursos; pero aun así la Palabra de Dios se tiene que cumplir. “Porque de cierto os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la ley, hasta que todo se haya cumplido.” Mateo 5:18. Y también dijo Dios que un día habrá cielo y tierra nuevos, donde vivirán eternamente sus escogidos, aquellos que vivieron en la justicia y en el temor de Dios, aquellos que valientemente se apartaron del pecado.  ¿Entonces por qué debemos preocuparnos?  Preocupémonos por hacer un uso racional de los recursos naturales, preocupémonos por vivir en la justicia, pero principalmente preocupémonos por la salvación de nuestras almas; de tal forma que, si morimos ahora, nuestra alma esté tranquila y segura que luego de este episodio iremos a morar por una eternidad a ese cielo nuevo y tierra nueva que Dios ha prometido para los que le obedecen.  Pero nosotros esperamos, según sus promesas, cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales mora la justicia.” 2 Pedro 3:13.

También dice la Palabra que esto es apenas principio de dolores, queriendo decir que habrá juicios más duros sobre la tierra, hasta el día que ocurra el rapto de la iglesia y se inicie la gran tribulación, en cuyos primeros tres años y medio habrá una aparente paz bajo el gobierno del anticristo y luego en su segunda mitad se desatarán los juicios apocalípticos sobre la tierra. “He aquí el día de Jehová viene, terrible, y de indignación y ardor de ira, para convertir la tierra en soledad, y raer de ella a sus pecadores.” Isaías 13:9. Los que no han rendido sus vidas a Cristo, a ellos les tocará vivir en carne propia esta gran tribulación, porque los verdaderos hijos de Dios partirán con Cristo antes que esto comience.

Que Dios los bendiga grande y abundantemente.

Estimado amigo, si deseas hoy entregar tu vida a Jesucristo haz esta sencilla oración en voz alta: “Señor Jesús, reconozco que soy pecador y me acerco a ti arrepentido, para que me perdones y me laves con tu sangre derramada en la cruz del calvario.  Yo te acepto hoy como el Señor y Salvador de mi vida y te pido que entres en mi corazón y me transformes, me purifiques y me santifiques, porque quiero ser el templo de tu Santo Espíritu.  A partir de hoy me comprometo a no practicar más el pecado, a leer tu Palabra, a meditar en ella y sobre todo a obedecerla, para que yo pueda estar en el reino de los cielos por una eternidad.  Amen

 

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