Todo lo puedes en Cristo.
Filipenses 4:11-13.
“No lo digo porque tenga escasez, pues he aprendido a contentarme,
cualquiera que sea mi situación. Sé
vivir humildemente, y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado,
así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como
para padecer necesidad. Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.”
CONCLUSIONES.
¿Has llegado a tal punto de sentirte sin fuerzas? Esto es algo muy común en nuestros
tiempos. Llega un momento en que hay
muchas situaciones que demandan nuestra atención, o sencillamente muchos
problemas que menguan nuestro ánimo, nuestra tolerancia, nuestra fortaleza y
nuestra capacidad para enfrentarlos y atenderlos. Si has llegado hasta ese límite, donde ya no
hay más recursos, donde parece que no hay solución, entonces recuerda que
podemos encontrar apoyo en Dios. Lo
bueno es que a Dios nunca se le acaban las fuerzas ni los recursos y que
siempre está dispuesto a escucharnos y a salir en nuestra ayuda.
Si ya estás cansado puedes acudir a Dios para que te de descanso: “Venid a mí
todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar.” Mateo
11:28. Y si ya no tienes fuerzas, también puedes acudir a Él para que te las reponga: “El da
esfuerzo al cansado, y multiplica las fuerzas al que no tiene ningunas.”
Isaías 40:29.
Dios nos fortalece para hacer todo aquello que nos hemos
propuesto; pero fuera de esto los más importante es que nos da contentamiento,
nos da paz, para que estemos cómodos con lo que tenemos, sea poco o sea mucho;
pues debemos entender que Dios igualmente nos sustenta. Si recibimos poco, Dios nos garantiza que
como mínimo tendremos con qué satisfacer nuestras necesidades básicas y si nos
da mucho, ya sabemos que no podemos colocar nuestro corazón en ello y que más
bien debemos usar ese excedente para bendecir la obra de Dios y también para
bendecir a nuestro prójimo. Por amor,
Dios siempre ha cuidado de los suyos: “Joven fui, y he envejecido, Y no he
visto justo desamparado, Ni su descendencia que mendigue pan.” Salmos
37:25.
El principal problema del hombre es su indiferencia delante
de Dios, entonces se cansan y se fatigan tratando de solucionar por sí mismos
todo aquello que sobrepasa sus fuerzas y no acuden a Dios porque no quieren
comprometerse. El hombre quiere que Dios
le ayude mientras él se dedica a sus deseos carnales o simplemente como lo
hacía el pueblo de Israel, que pedían bendición, pero seguían adorando a sus
ídolos; así el hombre espera ser bendecido por Dios; pero no quiere saber nada
de Él, pues sigue complaciendo al mundo y a sus deseos, sigue hundido en la
idolatría, sigue en pecado, aunque sepa que es malo. El hombre quiere bendición de Dios, pero le
encanta decir mentiras y vulgaridades, quiere bendición, pero sigue haciendo
injusticia, quiere bendición, pero sigue apartado de Dios, quiere bendición,
pero sigue acudiendo a las imágenes y hasta se postra delante de ellas y las
venera, quiere bendición, pero no abre la Biblia para escudriñarla, quiere
bendición, pero en su corazón está el obedecer al diablo antes que a Dios.
Si aún no eres cristiano, Cristo te está esperando con los
brazos abiertos, haz la oración que está al final de esta reflexión, si quieres
de verdad que Dios te fortalezca en todo lo que emprendas.
Que Dios los bendiga grande y abundantemente.
Estimado amigo, si deseas hoy entregar tu vida a Jesucristo
haz esta sencilla oración en voz alta: “Señor Jesús, reconozco que soy
pecador y me acerco a ti arrepentido, para que me perdones y me laves con tu
sangre derramada en la cruz del calvario. Yo te acepto hoy como el Señor
y Salvador de mi vida y te pido que entres en mi corazón y me transformes, me
purifiques y me santifiques, porque quiero ser el templo de tu Santo
Espíritu. A partir de hoy me comprometo a no practicar más el pecado, a
leer tu Palabra, a meditar en ella y sobre todo a obedecerla, para que yo pueda
estar en el reino de los cielos por una eternidad. Amen”