Los tesoros más grandes están por descubrir.

Colosenses 2:1-3

 

“Porque quiero que sepáis cuán gran lucha sostengo por vosotros, y por los que están en Laodicea, y por todos los que nunca han visto mi rostro; para que sean consolados sus corazones, unidos en amor, hasta alcanzar todas las riquezas de pleno entendimiento, a fin de conocer el misterio de Dios el Padre, y de Cristo, en quien están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento.”

 

CONCLUSIONES.

 

Hay riquezas terrenales, pero también las hay celestiales.  Las terrenales son tangibles aquí en el ámbito físico; pero las celestiales no se pueden recibir ni percibir con los sentidos físicos; por esta misma causa, a pocos les interesa las riquezas espirituales, porque muchos piensan que la vida es para disfrutar y que ¿Cómo podrían disfrutar de algo que no se ve?  No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan; sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan.” Mateo 6:19-20.  La invitación de Dios es a no pensar, ni trabajar en la búsqueda de las riquezas terrenales, pues estas un día desaparecerán; pero que sí debemos hacer riquezas en los cielos, donde nada las corromperá, donde nadie las robará, donde permanecerán tal cual como son. 

 

Veamos un ejemplo tangible que se ha presentado en esta época que estamos viviendo, y se trata del colapso financiero de muchos empresarios, comerciantes e inversionistas.  Sus riquezas eran puramente materiales y un simple virus, supremamente pequeño, lo ha echado a perder todo.  ¿Por qué sucedió?  Porque todo está cimentado en lo terrenal y lo terrenal es pasajero; por eso Dios nos invita a hacer tesoros en los cielos, donde no hay ningún peligro de que desaparezcan de un momento a otro.  El banco de Dios es incorruptible, no lo afectan las crisis, ni las caídas de las bolsas de valores, ni las amenazas de guerra, porque allá no hay nada de eso.

 

Muchos se preguntan ¿En qué consisten esas riquezas? Una de las formas simples de hacer riquezas en el reino de los cielos es ayudando a los necesitados: “A Jehová presta el que da al pobre, Y el bien que ha hecho, se lo volverá a pagar”. Proverbios 19:17. Sin embargo hay unas riquezas que sobrepasan todo entendimiento y que solo estarán disponibles cuando estemos en el reino de los cielos.  Una de las mayores riquezas que podemos obtener es LA SALVACIÓN DE NUESTRA ALMA; esto no tiene precio, tanto que hoy muchos ricos lloran en el infierno, perdidos para siempre y sin poder hacer nada con las riquezas que dejaron en la tierra y que de nada les sirve en donde están ahora.  Seguramente su descendencia malgastará lo que con tanto esfuerzo acumularon durante su vida.  Otra riqueza que es visible desde ahora y que podemos obtener en el tiempo presente es el PLENO ENTENDIMIENTO del misterio de Dios Padre y de Cristo.  Estas riquezas las encontramos escudriñando la palabra de Dios, mediante la asesoría de su Santo Espíritu.

 

Pero hay otros tesoros que están escondidos en Cristo, los cuales se resumen en la SABIDURÍA y el CONOCIMIENTO.  Estos tesoros, por supuesto permanecen escondidos para el hombre común, pues este tiene su mirada puesta en las cosas del mundo y no en las de Dios.  Además de ser unos verdaderos cristianos, tenemos que crecer a la estatura de la plenitud de Cristo para poder tener acceso a dichos tesoros.  Podríamos llegar a entenderlos y visualizarlos; pero tenemos que estar en el reino de los cielos para poder disfrutarlos completamente.  Imagínese uno de los tesoros más simples:  Una mansión en el reino de los cielos, en la nueva Jerusalén que tiene calles de oro y mar de cristal, es una mansión que a costos terrenales podría llegar a la suma de 15 millones de dólares.  Imagínese otro de los tesoros más simples, el poder vivir en completa paz, amor, gozo, abundancia, sanidad y justicia todos los días de nuestra vida.  Otro tesoro sería la eternidad de ese gozo y esa comunión permanente con Dios.  Y si Dios nos dice que hay tesoros escondidos, es que son excelentísimos y no podríamos escudriñarlos con nuestra mente y si lo lográramos entender, nuestros cuerpos y nuestras mentes no lo podrían soportar; por eso, es que muchos tendrán que ser revelados solo cuando estemos en el reino de los cielos en nuestra verdadera naturaleza espiritual.

 

Pero para todo esto es necesario llegar a los pies de Cristo arrepentidos y recibirle como Señor y Salvador de nuestras vidas, y vivir una vida de obediencia y santidad a la palabra de Dios; de resto estaríamos perdidos y no tendríamos acceso a estos maravillosos tesoros.  Aquí no vale religión, no vale corriente ideológica, no vale ninguna filosofía, no vale ningún intermediario fuera de Cristo, no vale sabiduría terrenal, no vale posición social; aquí lo único que vale es Jesucristo, quien fue nombrado por Dios como el único intermediario para obtener esos tesoros.  Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre”. 1 Timoteo 2:5.

 

Que Dios los bendiga grande y abundantemente.

 

Estimado amigo, si deseas hoy entregar tu vida a Jesucristo haz esta sencilla oración en voz alta: “Señor Jesús, reconozco que soy pecador y me acerco a ti arrepentido, para que me perdones y me laves con tu sangre derramada en la cruz del calvario.  Yo te acepto hoy como el Señor y Salvador de mi vida y te pido que entres en mi corazón y me transformes, me purifiques y me santifiques, porque quiero ser el templo de tu Santo Espíritu.  A partir de hoy me comprometo a no practicar más el pecado, a leer tu Palabra, a meditar en ella y sobre todo a obedecerla, para que yo pueda estar en el reino de los cielos por una eternidad.  Amen

 

 

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