La ley es buena.

1 Timoteo 1:8-11

 Pero sabemos que la ley es buena, si uno la usa legítimamente; conociendo esto, que la ley no fue dada para el justo, sino para los transgresores y desobedientes, para los impíos y pecadores, para los irreverentes y profanos, para los parricidas y matricidas, para los homicidas, para los fornicarios, para los sodomitas, para los secuestradores, para los mentirosos y perjuros, y para cuanto se oponga a la sana doctrina, según el glorioso evangelio del Dios bendito, que a mí me ha sido encomendado.”

CONCLUSIONES.

La ley de Dios es buena, justa, santa y perfecta; y básicamente fue dada para los trasgresores y desobedientes, pues si Adán y Eva no hubieran sido expulsados del Edén a causa de la desobediencia, entonces no hubiera sido necesario que Dios entregase una tabla de mandamientos a Moisés y que fuera entregando los demás estatutos y decretos a través de todos los escritores de la biblia. Si Dios es perfecto, sus leyes también lo son: “La ley de Jehová es perfecta, que convierte el alma; El testimonio de Jehová es fiel, que hace sabio al sencillo.” Salmos 19:7. Es tan perfecta la ley de Dios, que, si se pone por obra, entonces convierte el alma de un transgresor en una criatura nueva, esto equivale al nacimiento del agua a través de la palabra.  Aquí vemos varias manifestaciones de la injusticia: Transgresión, desobediencia, impiedad, pecado, irreverencia, profanación, parricidios, matricidios, homicidios, fornicaciones, lesbianismo, homosexualismo, secuestro, mentiras, perjuros y cualquier oposición a la verdad de Dios; todo esto hace parte de la maldad que se vive en el mundo de hoy.

Para los que amamos a Dios, sus mandamientos son verdaderas delicias: “He deseado tu salvación, oh Jehová, Y tu ley es mi delicia.” Salmos 119:174.  Y los que no sienten agrado por los mandamientos de Dios, es porque son trasgresores y desobedientes, pues su orgullo y vanagloria les hace estar en contra de todo aquello que trate de restringir su libertad.  El apóstol Pablo, quien fue el mayor de los apóstoles, se deleitaba en los mandamientos de Dios: “Porque según el hombre interior, me deleito en la ley de Dios” Romanos 7:22.

No necesariamente es cristiano quien asista a una iglesia, quien escuche los servicios de su iglesia por televisión, quien lea mucho la biblia, quien ore continuamente, quien ayune varias veces a la semana, quien vigile varias veces al mes, quien evangelice a las almas perdidas; aunque ciertamente son actividades muy importantes, pero si la palabra de Dios no se pone por obra; es decir, no se obedece, entonces el hombre seguirá siendo injusto y pecador delante de Dios: “porque no son los oidores de la ley los justos ante Dios, sino los hacedores de la ley serán justificados.” Romanos 2:13. En el sentido estricto de la palabra, esto se llama religiosidad, ósea aquellos que profesan ser cristianos, pero que hacen su propia voluntad e ignoran abiertamente la voluntad de Dios.

Los cristianos desobedientes dicen que ya no importa le ley y que ahora la salvación es por gracia, dado que la ley era débil y no podía salvar: “Porque lo que era imposible para la ley, por cuanto era débil por la carne, Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne” Romanos 8:3. Y también dice otro texto: “No desecho la gracia de Dios; pues si por la ley fuese la justicia, entonces por demás murió Cristo” Gálatas 2:21.  Eso está muy bien, que la salvación ahora sea por gracia y no por el cumplimiento de la ley; pero no olvidemos que para ser justificados en el periodo de la gracia, tenemos que ser hacedores de la ley; pues un transgresor o desobediente no puede entrar al reino de Dios, así haya recibido a Jesucristo como su Señor y Salvador, porque simplemente desechó la gracia por cuanto no obedeció, estos tienen una fe muerta, que es una fe sin obras, la cual desagrada a Dios.

Por eso dijo el mismo Jesús: “Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando.” Juan 15:14. Dios se compromete a regalarnos la salvación; pero el hombre también tiene que comprometerse con la obediencia.  La verdad es que el hombre quiere el cielo sin compromisos, quiere vivir como le plazca, pero quiere lo mejor de cielo para él.  El hombre quiere el cielo, pero no le interesa conocer los mandamientos y los que ya conoce, procura olvidarlos para librarse de los compromisos delante de Dios.  Estimado amigo, no hay bendición sin sacrificio y el principal de los sacrificios es la obediencia a Dios; púes esto significa negarnos a nosotros mismos, dejar de hacer lo que nos plazca, para dar paso a que se haga la voluntad de Dios en nuestras vidas.

Y si usted es de los que dice que la ley y los mandamientos son del antiguo testamento y que ahora estamos bajo otro periodo, el de la gracia, le tengo una mala noticia, pues Jesucristo no vino a derogar la ley, sino a ponerla por obra y mediante esa obediencia, darnos ejemplo a nosotros y mostrarnos el camino por donde debemos avanzar: “No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir.” Mateo 5:17. Jesucristo se hizo obediente hasta la muerte y por eso fue exaltado hasta lo sumo; si Jesucristo hubiera sido desobediente, todavía estaríamos en tinieblas y sin posibilidades de salvación; es por eso que el hombre debe someterse a Dios el Padre, así como lo hizo Jesús, para poder obtener ese gran tesoro de la salvación.

Y si esto no es suficiente, veamos lo que dijo el apóstol Pablo, muchos años después de la muerte de Jesucristo:  “Pero esto te confieso, que según el Camino que ellos llaman herejía, así sirvo al Dios de mis padres, creyendo todas las cosas que en la ley y en los profetas están escritas” Hechos 24:14.  Estando dentro del periodo de la gracia, expresó que él creía todo lo que estaba escrito en el antiguo testamento, de tal forma que no se puede desechar, máxime cuando toda la ley y los profetas se resumen en los dos grandes mandamientos dados por Jesucristo:  “De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas.” Mateo 22:40. En el juicio final no se podrá usar como excusa el mito de que el antiguo testamento, que es el periodo de la ley, fue reemplazado por el nuevo testamento, que es el periodo de la gracia.  Allí solo servirá si somos amigos de Dios y para eso es necesario obedecer a sus mandamientos. Y para obedecer a sus mandamientos, tenemos que concientizarnos de que son buenos, justos, santos y perfectos; de lo contrario no podremos tener gozo cuando los estemos poniendo por obra.

Que Dios los bendiga grande y abundantemente.

Estimado amigo, si deseas hoy entregar tu vida a Jesucristo haz esta sencilla oración en voz alta: “Señor Jesús, reconozco que soy pecador y me acerco a ti arrepentido, para que me perdones y me laves con tu sangre derramada en la cruz del calvario.  Yo te acepto hoy como el Señor y Salvador de mi vida y te pido que entres en mi corazón y me transformes, me purifiques y me santifiques, porque quiero ser el templo de tu Santo Espíritu.  A partir de hoy me comprometo a no practicar más el pecado, a leer tu Palabra, a meditar en ella y sobre todo a obedecerla, para que yo pueda estar en el reino de los cielos por una eternidad.  Amen”.

 

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