Dios tiene el control.

Amós 3:6.

“¿Se tocará la trompeta en la ciudad, y no se alborotará el pueblo? ¿Habrá algún mal en la ciudad, el cual Jehová no haya hecho?

CONCLUSIONES.

Dios es el creador y sustentador de todo cuanto existe y sería una idea descabellada pensar en que Dios creó todo, pero que sobre algunas cosas no tiene el control.  Dios tiene potestad y dominio desde lo más pequeño como un virus hasta lo más grande en el reino animal como un elefante, o como el sol en el vasto universo: “Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra.”. Mateo 28:18.

El hecho de que Dios tenga potestad y dominio sobre todo lo existente, indica también que en su mano está tanto la bendición como los juicios.  Cuando llegan tiempos de bendición ahí está la mano poderosa de Dios, deleitándose en bendecir a su pueblo y si por el contrario llegan tiempos difíciles, ahí está Dios aplicando corrección y haciendo juicios sobre el mundo.

En todo lo bueno, siempre se manifiesta la voluntad activa de Dios, pues esta tarea no puede ser encomendada al enemigo, pero sí a todo su ejército de los cielos que está presto a ejecutar sus órdenes; es decir, Él ejecuta u ordena las cosas directamente. Y en lo malo, fuera de la voluntad activa, también entra en función su voluntad permisiva; es decir, que Dios permite al diablo que haga su parte, ya que el enemigo solo sabe hacer el mal.

Veamos un ejemplo de la voluntad permisiva cuando Dios permitió al diablo que quitara a Job todos sus bienes, sus hijos y su salud, pero le prohibió que tocara su vida: “Dijo Jehová a Satanás: He aquí, todo lo que tiene está en tu mano; solamente no pongas tu mano sobre él. Y salió Satanás de delante de Jehová.” Job 1:12. Esto confirma que el mal no puede actuar solo y que necesita de la autorización de Dios. Y otro hecho importante es que a los que amamos a Dios, Él nos tiene rodeados con un cerco de protección el cual no puede ser violado por el diablo, a no ser que Dios se lo permita.  El diablo podrá acercarse a hablarnos, a persuadirnos, a tentarnos; pero no podrá hacernos ningún mal sin la autorización de nuestro Padre.

La verdad es que pese a los muchos esfuerzos por parte de las autoridades, es imposible guardar la ciudad y cuidar la vida y la honra de sus ciudadanos, si Dios no está presente con su cuidado y su bendición: “Si Jehová no edificare la casa, En vano trabajan los que la edifican; Si Jehová no guardare la ciudad, En vano vela la guardia.” Salmos 127:1. Es por esto que debe ser una directiva de las autoridades y su correspondiente ejemplo, para que los ciudadanos busquen de Dios, se arrepientan y se conviertan de corazón; así de esta forma Dios cambiará los juicios en bendición, así solo vendrán tiempos de paz y de abundancia; pues si desechamos a Dios, Él con profundo dolor tendrá que apartarse de nosotros y dejarnos vivir de acuerdo a nuestra voluntad.

Ahora, para los realmente convertidos, existe un cerco de protección colocado por el mismo Dios sobre sus vidas y sobre sus bienes: “¿No le has cercado alrededor a él y a su casa y a todo lo que tiene? Al trabajo de sus manos has dado bendición; por tanto, sus bienes han aumentado sobre la tierra.” Job 1:10. Y nadie puede saltar este cerco a no ser que cuente con la voluntad permisiva de Dios. Este texto es una de las pocas verdades que dijo el diablo, reconociendo que no había podido hacer nada contra Job y ahora se acerca a Dios para persuadirlo de que lo deje destruir a Job y sus bienes, para demostrar que Job dejaría de adorarle; sin embargo aunque Dios se lo permitió, Job siempre se mantuvo íntegro delante de Dios.

En estos días de pandemia es insensato pensar que el virus fue creado en un laboratorio con el fin de diezmar a la población, o que sencillamente escapó de un laboratorio aprovechando un accidente o una falta de precaución de sus científicos, tampoco se puede creer, que porque cierta población comía murciélagos, entonces que este virus aprovechó para saltar al hombre.  Debemos tener claro, que por cualquier medio que se haya propagado este virus, esto es obra de Dios, es uno de sus tantos juicios que tiene preparados para la humanidad en estos últimos tiempos y a Dios no lo cogen las sorpresas, precisamente porque Él es el creador, pero también el que gobierna cada paso de los seres vivos, teniendo en cuenta que no debe infringir la voluntad del hombre; es decir, si el hombre quiere hacer injusticia, Dios se lo permitirá porque lo dotó de libertad para escoger entre el bien y el mal.

Es tan profundo el control de Dios, que aún Él lleva la cuenta de cada uno de nuestros cabellos: “Pues aun los cabellos de vuestra cabeza están todos contados. No temáis, pues; más valéis vosotros que muchos pajarillos.” Lucas 12:7.  ¿Habrá algún mal en la ciudad, el cual Jehová no haya hecho? Sobre el pueblo de Israel Dios envió espada, hambre, pestilencia y cautiverio, para hacer que el pueblo se convirtiera de sus malos caminos y dejaran a los ídolos para adorar al Dios vivo, pero dice la escritura que con todo esto siguieron en su pecado: “Y dirás: Me hirieron, mas no me dolió; Me azotaron, mas no lo sentí; Cuando despertare, aún lo volveré a buscar.” Proverbios 23:35.  Esta es la misma situación del hombre moderno, vino una pandemia y el hombre no se inmutó, el hombre no se conmovió y mucho menos se convirtió de corazón y por eso, esto apenas es principio de dolores: “Y todo esto será principio de dolores.” Mateo 24:8.

Estimado amigo, ¿Habrá alguna cosa de las que hoy estén sucediendo, que no tengan la aprobación de Dios?  La respuesta es: No hay nada por fuera de la voluntad de Dios, de lo contrario no fuera Dios. Y si tiene el control sobre lo infinitamente pequeño como un virus, entonces también tiene el control de la naturaleza, del hombre y de los animales.

Que Dios los bendiga grande y abundantemente.

Estimado amigo, si deseas hoy entregar tu vida a Jesucristo haz esta sencilla oración en voz alta: “Señor Jesús, reconozco que soy pecador y me acerco a ti arrepentido, para que me perdones y me laves con tu sangre derramada en la cruz del calvario.  Yo te acepto hoy como el Señor y Salvador de mi vida y te pido que entres en mi corazón y me transformes, me purifiques y me santifiques, porque quiero ser el templo de tu Santo Espíritu.  A partir de hoy me comprometo a no practicar más el pecado, a leer tu Palabra, a meditar en ella y sobre todo a obedecerla, para que yo pueda estar en el reino de los cielos por una eternidad.  Amen”.

 

  

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