Como nacen los falsos maestros.

1 Timoteo 6:3-5

Si alguno enseña otra cosa, y no se conforma a las sanas palabras de nuestro Señor Jesucristo, y a la doctrina que es conforme a la piedad, está envanecido, nada sabe, y delira acerca de cuestiones y contiendas de palabras, de las cuales nacen envidias, pleitos, blasfemias, malas sospechas, disputas necias de hombres corruptos de entendimiento y privados de la verdad, que toman la piedad como fuente de ganancia; apártate de los tales.”

CONCLUSIONES.

Hay muchos maestros de la palabra hoy en día, pero su grado de fidelidad depende de varios principios:  1.  Que sean unos estudiosos de la palabra de Dios, 2. Que reciban permanentemente la asesoría del Espíritu Santo de Dios a través de la oración y 3. Que estén conformes con la voluntad de Dios. Por la inconformidad vienen los pleitos y las guerras, por la inconformidad fue que Lucifer se reveló contra Dios porque quiso sentarse a la misma altura donde está el trono de Dios.

Si al maestro de la palabra le falta alguno de esos principios o adolece de profundidad en alguno de ellos, entonces es probable que le falte conocimiento, que le falte la esencia de la palabra que es el Espíritu Santo o que le falte una convicción verdadera que lo lleve a predicar el evangelio por amor a las almas perdidas.  Si no predica por amor, entonces lo hace porque es su único medio de sustento o porque ve en la predicación una fuente de ganancia y podría ser que algunos de sus oyentes se salvaran, pero el propio maestro estaría perdido por vender la palabra.

Para el caso del texto bíblico, se habla de maestros que están enseñando otras cosas, porque no se conformaron con las sanas palabras de Jesucristo ni con su obra redentora (o lo que es el misterio de la piedad), a causa de su vanidad, orgullo o altivez de espíritu.  Quiere decir que se sintieron más grades en conocimiento que la palabra de Dios y que por esta causa están enseñando doctrinas de error y hasta herejías que sin duda alguna conducirán a los oyentes al fuego eterno de los infiernos.  Estas personas según el texto no saben nada, deliran acerca de los principios de la sana doctrina, contienden con otros por causa de la verdad y esto genera contaminación para el pueblo oyente como: Envidias, pleitos, blasfemias, malas sospechas, disputas necias entre hombres corruptos de entendimiento y privados de la verdad y también capacita ministros que trabajan en la obra por amor al dinero y no por amor a las almas que necesitan encontrar el camino de la salvación.

Otros creen que de verdad tienen el conocimiento de Dios y entonces interpretan la escritura a sus antojos o acomodándola a las exigencias de sus oyentes y aunque les toque torcer la palabra, están seguros de que lo que tienen en su mente es lo correcto; lo cierto es que una revelación de parte de Dios jamás irá en contra de las escrituras.  Otros creen tener la asesoría del Espíritu Santo de Dios y dan por cierta toda revelación que reciban; sin embargo, pueden estar siendo asesorados por un espíritu de error.  Para combatir este problema, el cristiano debe tener presente la palabra para probar a los espíritus y determinar de dónde son: “En esto conoced el Espíritu de Dios: Todo espíritu que confiesa que Jesucristo ha venido en carne, es de Dios” 1 Juan 4:2.

Sin duda alguna la inconformidad con los mandamientos y los estatutos de Dios ha llevado al hombre a buscar alternativas que sean menos restrictivas con el hombre, que sean menos exigentes en cuanto al cumplimiento de los mandamientos y es así que han resultado infinidad de traducciones diferentes de la biblia original y en muchas de las traducciones han ignorado grandes verdades, han tapado otras o les han cambiado el sentido, para crear denominaciones, credos o religiones cuyas características distan mucho de la sana doctrina y las cuales tienen muchos seguidores que van rumbo a la perdición.  “Y si alguno quitare de las palabras del libro de esta profecía, Dios quitará su parte del libro de la vida, y de la santa ciudad y de las cosas que están escritas en este libro.” Apocalipsis 22:19.

Que Dios los bendiga grande y abundantemente.

Estimado amigo, si deseas hoy entregar tu vida a Jesucristo haz esta sencilla oración en voz alta: “Señor Jesús, reconozco que soy pecador y me acerco a ti arrepentido, para que me perdones y me laves con tu sangre derramada en la cruz del calvario.  Yo te acepto hoy como el Señor y Salvador de mi vida y te pido que entres en mi corazón y me transformes, me purifiques y me santifiques, porque quiero ser el templo de tu Santo Espíritu.  A partir de hoy me comprometo a no practicar más el pecado, a leer tu Palabra, a meditar en ella y sobre todo a obedecerla, para que yo pueda estar en el reino de los cielos por una eternidad.  Amen”.  Y si estás en peligro de muerte y no estás en paz con Dios, puedes acudir a la misericordia de nuestro Señor Jesucristo, clamando a gran voz por salvación:  “Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo.” Hechos 2:21.

  

Comentarios

Entradas populares de este blog

El sueño espiritual. Romanos 13:11-14

El poder del evangelio (Romanos 1:16-17)

En ningún otro hay salvación. Hechos 4:11-12