Seamos ricos en buenas obras.

1 Timoteo 6:17-19

“A los ricos de este siglo manda que no sean altivos, ni pongan la esperanza en las riquezas, las cuales son inciertas, sino en el Dios vivo, que nos da todas las cosas en abundancia para que las disfrutemos. Que hagan bien, que sean ricos en buenas obras, dadivosos, generosos; atesorando para sí buen fundamento para lo por venir, que echen mano de la vida eterna.”

CONCLUSIONES.

Hay dos tipos de riquezas: Las materiales y las espirituales.  Las materiales son pasajeras, por cuanto están compuestas por cosas perecederas; por ejemplo el dinero se acaba, se devalúa, queda inservible cuando la nación dueña del dinero está en banca rota, con niveles de inflación desorbitantes y con altos niveles de desempleo; cuando una bolsa de valores cae, al dinero le sucede como a las nubes que se disipan con el sol de la mañana.  No así sucede con las riquezas espirituales, pues en el cielo nada se desgasta, allá no hay inflación, no hay pobreza, no hay desempleo, no hay bolsas de valores y fuera de eso las riquezas no son perecederas.

Es por eso que Dios nos ha mandado a no hacer riquezas materiales que nos podrían llevar a la perdición; sino más bien riquezas espirituales:  “No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan; sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan. Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón.” Mateo 6:19-21. Las riquezas materiales bien administradas son una bendición; pero normalmente el corazón del hombre se pervierte a causa de ellas.

Pero si Dios le dio la posibilidad de tener riquezas materiales, entonces debe cuidarse de ellas haciendo lo siguiente: No siendo altivos, no poniendo la esperanza en dichas riquezas, sino más bien poniendo su esperanza en el Dios vivo, haciendo el bien, siendo ricos en buenas obras, ayudando al prójimo, siendo generosos con los necesitados, guardando y haciendo provisión para el futuro, mas no derrochando en el presente y por sobre todo, echando mano de la vida eterna.  El futuro depende de lo que hagamos en el presente y si caminamos rectamente delante de Dios desde hoy, entonces nuestro porvenir estará lleno de bendiciones.

¿Y qué son esas riquezas espirituales? Todo lo que se haga a favor de la obra de Dios, de la expansión de su Santo Evangelio, es como consignar dinero en una cuenta corriente a nuestro nombre: “Porque Dios no es injusto para olvidar vuestra obra y el trabajo de amor que habéis mostrado hacia su nombre, habiendo servido a los santos y sirviéndoles aún.” Hebreos 6:10.  Recordar que ayudar económicamente a congregaciones donde se practica la idolatría o se vive el paganismo o se siguen las tradiciones humanas o se adoran dioses diferente a Jehová de los Ejércitos, no es ayudar en la obra de Dios; es más bien ayudar a la obra de las tinieblas.

Y también todo lo que se de con amor para suplir las necesidades de nuestro prójimo es como una letra de cambio a nuestro favor:  “A Jehová presta el que da al pobre, Y el bien que ha hecho, se lo volverá a pagar.” Proverbios 19:17.  La verdad es que todo lo que tenemos no es nuestro, pues todo es de Dios y nosotros solo somos sus administradores y cuando damos lo que hacemos es devolverle una parte de lo que nos entregó: “Sino en el Dios vivo, que nos da todas las cosas en abundancia para que las disfrutemos”.  Realmente es algo raro en las matemáticas de Dios, pues Él nos da todo y lo que nosotros le devolvemos a través de nuestro prójimo (lo cual es de Él), resulta que también Dios lo bendice y nos lo devuelve multiplicado; es algo como un poco raro, pero es la realidad de las finanzas de Dios.

Y cuando no damos con amor, entonces la “torta” se voltea, y parece que todo se vuelve en nuestra contra; es por eso que lo mejor es estar a favor de los mandatos divinos: “El que da al pobre no tendrá pobreza; Mas el que aparta sus ojos tendrá muchas maldiciones.” Proverbios 28:27.  Muchos pensarán que dando nunca prosperarán económicamente, pero todo es al contrario: Si damos, Dios nos multiplica; si no damos, la pobreza vendrá sobre nosotros.

Pero Dios no nos habla solamente de riquezas materiales y de abundancia económica, necesitamos ser ricos en virtudes y dones espirituales, porque esto es lo que prevalecerá más allá de la muerte física; pues no nos llevaremos nada material, pero esto que es espiritual sí viajará con nosotros: “Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley.” Gálatas 5:22-23. Cuando dice que contra tales cosas no hay ley, quiere decir que ni aún la muerte podrá afectar a dichas virtudes.  Y fuera de que cargamos con nuestras virtudes, allá estará esperando nuestra cuenta corriente y los títulos valores a favor nuestro, si es que realmente hicimos tesoros de buenas obras y no tesoros de cosas perecederas.

Que Dios los bendiga grande y abundantemente.

Estimado amigo, si deseas hoy entregar tu vida a Jesucristo haz esta sencilla oración en voz alta: “Señor Jesús, reconozco que soy pecador y me acerco a ti arrepentido, para que me perdones y me laves con tu sangre derramada en la cruz del calvario.  Yo te acepto hoy como el Señor y Salvador de mi vida y te pido que entres en mi corazón y me transformes, me purifiques y me santifiques, porque quiero ser el templo de tu Santo Espíritu.  A partir de hoy me comprometo a no practicar más el pecado, a leer tu Palabra, a meditar en ella y sobre todo a obedecerla, para que yo pueda estar en el reino de los cielos por una eternidad.  Amen”.  Y si estás en peligro de muerte y no estás en paz con Dios, puedes acudir a la misericordia de nuestro Señor Jesucristo, clamando a gran voz por salvación: “Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo.” Hechos 2:21.

 

  

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