¿De verdad conoces a Dios?

Tito 1:15-16

“Todas las cosas son puras para los puros, mas para los corrompidos e incrédulos nada les es puro; pues hasta su mente y su conciencia están corrompidas. Profesan conocer a Dios, pero con los hechos lo niegan, siendo abominables y rebeldes, reprobados en cuanto a toda buena obra.”

CONCLUSIONES.

Nos encontramos hoy ante una realidad que fue anunciada desde hace varios miles de años por la misma palabra y es que el hombre no quiere el conocimiento de Dios:  “Dicen, pues, a Dios: Apártate de nosotros, Porque no queremos el conocimiento de tus caminos.”. Job 21:14.  El hombre, aunque directamente no lo confiese, no quiere conocer a Dios; sin embargo profesa conocerlo; sabe que es el creador de los cielos, de la tierra, y de todo ser viviente incluyendo la raza humana y con esto supuestamente se ufana de que conoce a Dios.  El hombre de hoy dice conocer a Dios, pero se inclina ante una estatua, dice conocer a Dios, pero ni siquiera conoce sus mandamientos, dice conocer a Dios, pero aun no ha rendido su vida a Jesucristo, dice conocer a Dios, pero casi todo lo que hace desagrada a al Creador.

En realidad, el supuesto conocimiento del hombre es ignorancia, pues confían su salvación a una estatua de madera o a un dios hecho por las manos del mismo hombre: “Reuníos, y venid; juntaos todos los sobrevivientes de entre las naciones. No tienen conocimiento aquellos que erigen el madero de su ídolo, y los que ruegan a un dios que no salva.”. Isaías 45:20.

El conocimiento de Dios es el único motivo que tiene el hombre para gloriarse de sí mismo; pues ni sus riquezas, ni su fuerza, ni su sabiduría lograrán conmover a Dios: “Así dijo Jehová: No se alabe el sabio en su sabiduría, ni en su valentía se alabe el valiente, ni el rico se alabe en sus riquezas. Mas alábese en esto el que se hubiere de alabar: en entenderme y conocerme, que yo soy Jehová, que hago misericordia, juicio y justicia en la tierra; porque estas cosas quiero, dice Jehová.”.  Jeremías 9:23-24. Entender y conocer a Dios es entonces una de las mayores riquezas espirituales, de las cuales quiere Dios que se apropie cada hombre.

Dice el texto que “profesan conocer a Dios, pero que con sus hechos lo niegan”.  Veamos algunos de esos hechos, que demuestran que el hombre no conoce a Dios.

1.  Siendo abominables. Abominable significa: “Que desagrada profundamente”.  Toda violación a los mandamientos de Dios, con conocimiento previo, es una abominación contra Dios. Esto es como la premeditación asociada con un delito, lo cual conlleva a que la condena sea mayor.  Dios dice “no matarás” y para saber que lo dijo Dios, ni siquiera se necesita leer la palabra, pues hay una conciencia en el hombre que le avisa qué es malo y qué es bueno; sin embargo hoy en día muchos infringen dicho mandamiento sin ningún tipo de remordimiento, pues tienen “cayos” en la conciencia debido a que se han acostumbrado al mal.  Dios dice “No te harás imagen ni ninguna semejanza” Éxodo 20:4 y “No te inclinarás a ellas, ni las honrarás” Éxodo 20:5; sin embargo el hombre se ha descarriado tras las imágenes y las estatuas, siendo abominables a Dios, al robarle el tributo que debe darle a Dios y dárselo a una cosa inerte como una estatua.

2.  Siendo rebeldes. Rebelde es una persona que “opone resistencia” ante las autoridades, ya sea a la palabra de Dios (que es el mandato divino) o a la delegada por Dios ante los hombres.  En cualquiera de los casos, el hombre no quiere estar sujeto a nada ni a nadie, quiere ser “libre”, pero no quiere ser libre del pecado y de la muerte, sino que quiere ser libre de la “autoridad”, pues no quiere que nadie se meta en su vida, no quiere que nadie le diga lo que debe hacer, no quiere que nadie le controle su vida y precisamente, si queremos vida eterna en el reino de los cielos, uno de los pecados que debemos enterrar es la rebeldía; pues al cielo no entraran personas rebeldes, que no se quieran sujetar a Dios y que más bien estén inclinados a causar un alboroto, una revuelta o a formarle un sindicato para reclamar delante de Él todo lo que el hombre desee; más bien estas personas serían un peligro para el reino de los cielos; por tanto allá no entrará nadie que haga iniquidad o pecado: “No entrará en ella ninguna cosa inmunda, o que hace abominación y mentira, sino solamente los que están inscritos en el libro de la vida del Cordero”. Apocalipsis 21:27.

3.  Siendo reprobados en cuanto a toda buena obra. Dios espera que todo hombre se instruya en la justicia y viva en ella; pero al hombre le ha gustado más la maldad y con gusto recibe todas las instrucciones del enemigo para hacer perversidad sobre la tierra y como resultado de ello en el mundo hay más maldad cada día.  El hombre recibe más fácilmente las instrucciones que se riegan a través de las redes sociales para hacer el mal, que recibir la instrucción bíblica o que sentarse a leer y meditar en la palabra de Dios.  Es por eso que el hombre está reprobado en cuanto a toda buena obra, porque no se ha instruido en justicia y por tanto solo sabe hacer lo malo.  Los jóvenes que les ha faltado el acompañamiento de sus padres y la instrucción de ellos, generalmente son los delincuentes del futuro, porque hay muchos afuera del vínculo familiar quienes los instruyen pero solo en las cosas malas.

¿De verdad conoces a Dios?  Muchos dicen conocer a Dios y niegan ser abominables, rebeldes o reprobados, pero van caminando por la puerta ancha del mundo con sus pasiones y deseos; y esto es contrario a las exigencias de Dios en su palabra: “Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella”. Mateo 7:13.  Muchos dicen conocer a Dios, pero no quieren leer la Biblia, ¿Entonces en qué se basa su conocimiento?  La verdad es que el hombre cree que lo que confiesa con su boca eso es cierto, pero muchos han caído en la hipocresía, confesando lo que no son y demostrando con sus obras, con sus malos frutos que no son amigos, sino más bien enemigos de Dios y de su obra: “Dice, pues, el Señor: Porque este pueblo se acerca a mí con su boca, y con sus labios me honra, pero su corazón está lejos de mí, y su temor de mí no es más que un mandamiento de hombres que les ha sido enseñado”.  Isaías 29:13.  El hombre puede confesar que es de Dios y que lo conoce; pero realmente sus hechos son los que dicen de quién es esa alma, si del diablo o de Dios.  Algunos creen que son de Dios y destruyen los bienes y las propiedades ajenas, con la supuesta convicción de que le están ayudando a Dios a hacer justicia; pero qué equivocación tan grande, pues Dios vino a salvar en cambio “el diablo vino a matar, hurtar y destruir” Juan 10:10 y el hacer justicia solo puede llevarla a cabo aquel que es justo y santo, que es únicamente Dios.

Para conocer a Dios indudablemente tenemos que leer, meditar y obedecer su palabra, pues esta es la revelación del conocimiento de Dios, de su Hijo Jesucristo y del plan de redención para el hombre y no hay nada más en todo lo basto del universo que nos permita conocer a Dios.  Este proceso le debe llevar a la intimidad con Dios, que se obtiene a través del ayuno y la oración, allí se tiene un encuentro, una comunión personal con Dios, que le permite al hombre tener una revelación y una unción fresca de parte de Dios, la cual lleva su conocimiento a un estado superior.  Allí en esa intimidad con Dios, es que se conocen sus verdaderos hijos y siervos; fuera de ese vínculo de la unidad solo hay desconocidos para Dios: “Mas él, respondiendo, dijo: De cierto os digo, que no os conozco”. Mateo 25:12.

También ha de saber que Dios es la verdad, que su conocimiento es la verdad y que esa verdad nos hará libres de la condenación eterna: “y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres” Juan 8:32. El tener vida eterna es un motivo suficiente para que en nosotros haya la necesidad de conocer a Dios.  Anímese a conocer a Dios, pues ningún otro tipo de conocimiento trae tantas riquezas sobre su vida, siendo la salvación la mayor de ellas.

Que Dios los bendiga grande y abundantemente.

Estimado amigo, si deseas hoy entregar tu vida a Jesucristo haz esta sencilla oración en voz alta: “Señor Jesús, reconozco que soy pecador y me acerco a ti arrepentido, para que me perdones y me laves con tu sangre derramada en la cruz del calvario.  Yo te acepto hoy como el Señor y Salvador de mi vida y te pido que entres en mi corazón y me transformes, me purifiques y me santifiques, porque quiero ser el templo de tu Santo Espíritu.  A partir de hoy me comprometo a no practicar más el pecado, a leer tu Palabra, a meditar en ella y sobre todo a obedecerla, para que yo pueda estar en el reino de los cielos por una eternidad.  Amen”.  Y si estás en peligro de muerte y no estás en paz con Dios, puedes acudir a la misericordia de nuestro Señor Jesucristo, clamando a gran voz por salvación: “Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo.” Hechos 2:21.

 

  

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