¿Quieres ser perfecto?

2 Timoteo 3:16-17

“Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra.”

CONCLUSIONES.

La Biblia fue escrita progresivamente en un tiempo aproximado de 1,500 años. Empieza por el libro de Génesis escrito por Moisés en el año 1,400 a.C. y termina por el Apocalipsis escrito por el apóstol Juan el año 90 d.C.  Entre el antiguo y nuevo testamento hubo 400 años de silencio en el que no hubo ninguna inspiración del Espíritu Santo y por lo cual no se escribió ninguna palabra.  Cada autor escribió bajo la inspiración del Espíritu Santo, quien literalmente les “soplaba el texto”: “Porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo." 2 Pedro 1:21.  Y los textos en los cuales no se evidenció la inspiración del Espíritu Santo, fueron excluidos del canon hebreo; es decir, fueron excluidos de la Biblia, como sucedió con el libro de los Macabeos.

Ahora veamos las características que encierra la Biblia:

1.  Toda la Escritura es inspirada por Dios.  Cada uno de los 40 autores que intervinieron en la construcción de la Biblia se sentaron a escribir cuando recibieron la inspiración del Espíritu Santo; ninguno pensó en escribir un trozo literario que fuera atractivo de leer para las futuras generaciones; ellos no pensaron en eso, sino que fueron obedientes al llamado divino.  Si bien es cierto, hay libros narrativos en los cuales había hombres presenciando los hechos y dejando por escrito la evidencia de cada uno de los acontecimientos, aún ellos fueron guiados por Dios, como el caso de los cuatro evangelios, en los cuales era necesario que hubiese mínimo cuatro personas registrando los mismos acontecimientos para que no quedara dudas de que lo allí escrito ciertamente sucedió y las generaciones futuras no tuvieran forma de decir que el evangelio se lo inventó un hombre; pues es irrefutable la idea de que cuatro personas se hayan sentado a escribir y resultaran escribiendo lo mismo.

2.  Útil para enseñar.  La Biblia es la fuente de conocimiento divino y por tal razón es uno de los textos más necesarios para la enseñanza del hombre; es tanta su importancia que a través de ella podemos obtener la sabiduría necesaria para la salvación de nuestras almas, lo que no puede proveer ningún otro libro.

3.  Útil para redargüir.  Este término se traduce como: “Convertir el argumento contra quien lo hace”.  Jesucristo es la verdad y esta verdad aplasta cualquier argumento contrario que tenga el hombre sobre el conocimiento espiritual.  Generalmente los argumentos del hombre se basan en el conocimiento parcial de Dios y su palabra y es por eso que necesitamos leer y releer varias veces toda la Biblia, para que haya en nosotros el conocimiento completo, quien derribará todos los argumentos nuestros o de las personas con quienes compartimos.

4.  Útil para corregir.  Este término traduce como: “Enmendar lo errado”.  Por la falta de conocimiento tenemos falsas ideas aún de quien es Dios; por ejemplo, muchos dicen que Dios es amor y que por tal condición no dejará ir a nadie al infierno; pero cuando estudiamos la palabra, nos damos cuenta de que Dios también es fuego consumidor y que no dará por inocente al culpable.  Esta corrección en nuestra forma de pensar nos incita a no descargar sobre Dios la responsabilidad de nuestra salvación, sino que nos hacemos responsables nosotros mismos.  Luego de corregir ese error, damos por sentado que, si nosotros no nos arrepentimos, ni recibimos a Jesucristo como nuestro Señor y salvador, entonces en un futuro vendrá el juicio sobre nuestras vidas.

5.  Útil para instruir en justicia. Por las escrituras sabemos que los justos heredarán la tierra: “Los justos heredarán la tierra, Y vivirán para siempre sobre ella.” Salmos 37:29. Pero para saber qué es justicia, tenemos que escudriñar las escrituras y también enseñarles a otros.  Esta justicia que nos enseña la Biblia nos permite vivir quieta y reposadamente sobre la tierra, pero también nos permite prepararnos para ser compatibles con el reino de los cielos, en los cuales mora la justicia; sin olvidar que finalmente somos justificados mediante Jesucristo y su sangre derramada para perdón de pecados.

¿Y cuál es el fin de todas estas maravillosas utilidades de la Biblia?  La finalidad es que el hombre de Dios sea perfecto y enteramente preparado para toda buena obra.  Y ningún otro libro fuera de la Biblia tiene estas particularidades de poder transformar la vida del hombre, a través del poder de Jesucristo quien respalda la palabra con su Espíritu Santo. Hay otros escritos que nos pueden preparar para hacer obras que beneficien a la humanidad, pero solamente en el terreno físico y ninguna de ellas es capaz de preparar al hombre para afrontar la vida eterna.  ¿Quieres de verdad ser perfecto? Debemos entender que sin santidad nadie verá al Señor y esta se logra mediante la obediencia a la palabra; pero si no hay conocimiento de la palabra de Dios, igualmente seguiremos perdidos y guardados para el fuego eterno de los infiernos.

¿Quieres ser perfecto delante de Dios?  Si ese es su deseo, entonces debe hacerse el propósito de leer la Biblia diariamente, en su orden de tal manera que en un año o menos pueda leerla completamente y así de esa forma repetir cada año.  Pero no debe quedarse solamente en la lectura, hay que creerla y ponerla por obra, de lo contrario Dios no puede actuar en su vida y tampoco puede sellarlo como propiedad suya para el día del juicio:  En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa.” Efesios 1:13. Creer y poner por obra, significa que cosas tan simples como las palabras vulgares, no deben volver a salir de su boca, Efesios 5:4.

Que Dios los bendiga grande y abundantemente.

Estimado amigo, si deseas hoy entregar tu vida a Jesucristo haz esta sencilla oración en voz alta: “Señor Jesús, reconozco que soy pecador y me acerco a ti arrepentido, para que me perdones y me laves con tu sangre derramada en la cruz del calvario.  Yo te acepto hoy como el Señor y Salvador de mi vida y te pido que entres en mi corazón y me transformes, me purifiques y me santifiques, porque quiero ser el templo de tu Santo Espíritu.  A partir de hoy me comprometo a no practicar más el pecado, a leer tu Palabra, a meditar en ella y sobre todo a obedecerla, para que yo pueda estar en el reino de los cielos por una eternidad.  Amen”.  Y si estás en peligro de muerte y no estás en paz con Dios, puedes acudir a la misericordia de nuestro Señor Jesucristo, clamando a gran voz por salvación: “Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo.” Hechos 2:21. 

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