La visión de rayos x de Dios.

Hebreos 4:13.

“Y no hay cosa creada que no sea manifiesta en su presencia; antes bien todas las cosas están desnudas y abiertas a los ojos de aquel a quien tenemos que dar cuenta.”

CONCLUSIONES.

Primero miremos una de las virtudes de Dios, que es la omnipresencia o la capacidad de estar presente en todos los lugares a la misma vez.  Para nosotros como humanos es imposible estar en varios sitios a la misma vez; pero Dios a través de su Santo Espíritu, puede estar en todos los lugares al mismo tiempo y en cuanto al ser humano, los que han nacido de nuevo como verdaderos hijos de Dios, entonces tienen su corazón como morada permanente del Espíritu Santo; por tal razón dice el texto que “No hay cosa creada que no sea manifiesta en su presencia”; es decir, que toda la creación de Dios está manifiesta o está revelada delante de su presencia y esto incluye a su más hermosa creación que es el hombre.

Para el caso del ser humano, podríamos decir, que la presencia de Dios es aún más potente que una máquina de rayos x, y que escudriña hasta lo más profundo de nuestro ser.  La máquina puede formar imágenes no muy fieles de los componentes físicos del cuerpo; pero Dios escudriña el cuerpo y aún también el alma y el espíritu.  Dios escudriña lo que hay en nuestra mente, en nuestro corazón y en nuestras emociones, haciendo que la máquina de rayos x sea insignificante y que esté supeditada solo al campo físico.

Entonces debemos hacer claridad en cuanto a dos puntos:  Dios es omnipresente y toda cosa o criatura está manifiesta delante de él; es decir, que Dios puede ver tanto su exterior como su interior, lo que no podemos hacer nosotros; y en cuanto al ser humano, también Dios puede escudriñar sus componentes espirituales.  Fuera de que todo le es manifiesto, también debemos entender que nuestra vida es como una película, la cual está llena de acontecimientos, uno enseguida del otro y que todos estos movimientos quedan grabados en el libro de la vida de cada ser humano y que de allí es donde se sacarán la pruebas en el día del juicio para mostrar al hombre sus buenas o malas obras y en base a ellas tomar un veredicto final:  Cielo o infierno

Dado que el hombre podrá ver todo lo que hizo, no habrá necesidad de alegatos, ni discusiones y nuestro juez Jesucristo solo estará para confirmar a los verdaderos hijos de Dios, que Él los lavó con su sangre y que por lo tanto pertenecen al reino de los cielos.  El mismo hombre ratificará su estado espiritual cuando sienta profundo dolor por haber hecho las malas obras y cuando sienta gozo, por todo lo bueno.  Es de anotar que cuando llegamos a Cristo arrepentidos, todas nuestras malas obras son borradas de ese archivo o libro de la vida, para que en el día del juicio no seamos avergonzados por pecados que ya fueron perdonados: “El volverá a tener misericordia de nosotros; sepultará nuestras iniquidades, y echará en lo profundo del mar todos nuestros pecados.” Malaquías 7:19.

Lo anterior indica claramente que si hay alguien escudriñando nuestra vida, es porque un día tendremos que dar cuentas a Él de nuestros actos; o si no ¿para que entonces la vigilancia?  Pues dice el texto “a quien tenemos que dar cuenta”.  Si el mundo entero reflexionara y se percatara que un día tenemos que dar cuenta de nuestros actos, entonces se cuidaría y llevaría una vida más justa y recta delante de Dios, pero nos encontramos ante un mundo que es indiferente e incrédulo y que por la misma razón no creen en Dios y mucho menos creen que un día estaremos ante un juicio.

Antes bien todas las cosas están desnudas y abiertas a los ojos de aquel”.  ¿Se imagina usted que por mucho que se tape, Dios siempre estará viendo su interior con sus vicios y pecados; que por mucho que se esconda, Dios estará viendo lo que usted hace a oscuras o en los sitios más secretos? Cuando una persona muere, generalmente le hacen un proceso que se llama la autopsia, allí abren el cuerpo y examinan cada órgano para ver su estado y determinar en dónde fue que se produjo una falla que indujo a que la vida de ese cuerpo se detuviera.  Ellos tienen que abrir el cuerpo y también abrir órganos para obtener un conocimiento limitado del origen de las fallas catastróficas que condujeron a la muerte; pero Dios sin tener qué hacer esto, puede ver cada órgano desde su interior y es por eso que dice que todas las cosas estás desnudas y abiertas delante de sus ojos. 

Realmente hay muchos misterios que se escapan a nuestra mente limitada, pero luego que nuestra naturaleza cambie por efecto de la resurrección de los muertos o por la transformación de nuestros cuerpos en el rapto de la iglesia, entonces habrá muchas cosas que serán descubiertas delante de nuestros ojos (ya espirituales) y que estaban vedadas, debido a nuestra condición humana.

Por todo lo anterior, es necesario que nos demos cuenta que ningún hecho de nuestras vidas pasará inadvertido para Dios y que todo aquello que hagamos quedará guardado en el libro de la vida y será usado en nuestro juicio final ante el gran trono blanco.  Pero qué bueno que cuando Dios se fije en nosotros, encuentre que estamos haciendo obras de justicia y no de pecado y para que eso suceda, entonces debemos acercarnos a Jesucristo, para que Él nos perdone, nos limpie, nos purifique y santifique, para que ese día estemos llenos de gozo, mirando las buenas obras que hicimos durante nuestra existencia.

Que Dios los bendiga grande y abundantemente.

Estimado amigo, si deseas hoy entregar tu vida a Jesucristo haz esta sencilla oración en voz alta: “Señor Jesús, reconozco que soy pecador y me acerco a ti arrepentido, para que me perdones y me laves con tu sangre derramada en la cruz del calvario.  Yo te acepto hoy como el Señor y Salvador de mi vida y te pido que entres en mi corazón y me transformes, me purifiques y me santifiques, porque quiero ser el templo de tu Santo Espíritu.  A partir de hoy me comprometo a no practicar más el pecado, a leer tu Palabra, a meditar en ella y sobre todo a obedecerla, para que yo pueda estar en el reino de los cielos por una eternidad.  Amen”.  Y si estás en peligro de muerte y no estás en paz con Dios, puedes acudir a la misericordia de nuestro Señor Jesucristo, clamando a gran voz por salvación: “Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo.” Hechos 2:21.

 

  

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