Los dos pilares de la salvación.

Romanos 10: 8-10.

“Mas ¿qué dice? Cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón. Esta es la palabra de fe que predicamos: que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo.  Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación.”

CONCLUSIONES.

Para comenzar citaremos este texto que es de suma importancia para toda la humanidad y que nos muestra en dónde es que debemos buscar la salvación: “Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí”.  Juan 14:6. Por este texto conocemos entonces que la salvación no puede venir de ninguna religión, de ningún credo, de ninguna secta, de ninguna filosofía, de ningún ídolo, de ningún líder y mucho menos de ninguna forma de pensar, sino solamente de nuestro Señor Jesucristo.  En el plan de rescate que tenía Dios para el hombre, estaba el sacrificio de su Hijo Jesucristo, no habiendo en todo el universo ninguna otra persona o ser que pudiera satisfacer las exigencias de Dios; pues tenía que ser un cordero limpio y sin mancha de pecado y no lo había ni siquiera entre los hombres; pues todos estábamos destituidos y apartados de la presencia de Dios por causa del pecado:  “Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron”.  Romanos 5:12.

Es entonces Jesucristo la roca o el fundamento donde está cimentada su iglesia, que es la reunión de todos los convertidos, los que confesaron que Jesús es el Señor y creyeron que Dios lo levantó de los muertos:  “Este Jesús es la piedra reprobada por vosotros los edificadores, la cual ha venido a ser cabeza del ángulo”.  Hechos 4:11.  Una iglesia cuyo fundamento esté puesto en otras doctrinas fuera del evangelio de Jesucristo, está destinada a desaparecer, está destinada a sucumbir ante las tormentas del mundo y ante los ataques de las tinieblas.  Pero hoy no necesariamente desaparecen dichas iglesias; sino que al cambiar sus fundamentos, entonces ya no le sirven al Dios vivo, sino que se convierten en instrumentos de las tinieblas y en este punto ya no son perseguidas, pues el diablo ya ha cumplido con sus propósitos logrando apartar a sus siervos de la promesa de vida eterna y exponiéndolos al castigo eterno.  Y debido a que estas no son iglesias sufridas, sino más bien bendecidas materialmente por la ausencia de persecución, entonces estarán llenas de miembros, cada cual buscando llenar los propios anhelos de su corazón y de su carne, bajo el amparo de unos líderes que son instrumentos del mundo y de las tinieblas y que sirven a cada miembro un evangelio a la “carta”; es decir lo que pida cada uno sin medida y sin reservas.

La roca que es Jesucristo ya estaba presente en el éxodo del pueblo de Israel; aunque materialmente aún no había sucedido el maravilloso prodigio de la encarnación de Jesús: “y todos bebieron la misma bebida espiritual; porque bebían de la roca espiritual que los seguía, y la roca era Cristo”.  1 Corintios 10:4.  Aún allí en el desierto, esa congregación de israelitas ya tenía la roca de Jesucristo como el fundamento de sus vidas.

Encima de este fundamento, de esta roca que es Jesucristo, entonces aparecen los dos pilares, puestos por el hombre que de corazón quiere seguir a Dios, donde nace y se sostiene la esperanza de vida eterna de cada cristiano convertido:

1.  La confesión del señorío de Cristo. El texto dice: “Si confesares con tu boca que Jesús es el Señor”.  Nuestra confesión tiene que ser escuchada aún por lo ángeles del cielo quienes serán nuestros testigos y también deben escucharnos aquí en la tierra, en la congregación donde estamos dando este paso de fe.  No podemos confesarlo solo con nuestra mente, porque entonces no habrá testigos, sabemos que Dios lee nuestra mente, pero nuestros hermanos en Cristo no lo sabrán, así mimo los ángeles del cielo tampoco lo sabrán, por eso debe hacerse dicha confesión en público.  ¿Por qué debe hacerse con la boca?  Es simple, porque Dios estipuló que este acto sea de carácter público: “pero con la boca se confiesa para salvación”; y no es una vez solamente, pues todos los días debemos confesar el Señorío de Cristo, esto hace parte del sacrificio de alabanza y adoración que le debemos dar a Dios.

Si pone su mirada en alguien más fuera de Jesucristo o en alguna cosa material, entonces sin duda estará sirviendo a otro señor y este pilar se desboronará y entonces caerá la promesa de salvación para su vida.

2.  La fe en la resurrección de Cristo.  El texto dice: “y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos”.  Es indispensable creer en la resurrección de Cristo de entre los muertos, pero esto es más simple de lo que se puede pensar, pues Jesucristo no resucitó en privado, ni anónimo y este hecho sucedió en público y luego de haber resucitado, la tumba fue su principal testimonio (ya que estaba vacía y custodiada por soldados), luego los ángeles que recibieron a las mujeres que fueron a visitar a Jesús, luego todos sus apóstoles y otras muchas personas a quien se les apareció Jesús luego de su resurrección, estos también dan fe y testimonio de la resurrección de Jesús, por lo tanto es un hecho irrefutable.

¿Qué es lo importante de todo esto?  Que si creemos que Dios el Padre levantó a su Hijo de entre los muertos, entonces nos aseguraremos de que Dios también nos levantará a nosotros en dos tiempos:  Ahora nos levantará de nuestro estado de muerte espiritual a causa del pecado y luego de la muerte física nos resucitará como cuerpos gloriosos para estar ante el tribunal de Cristo, con una sentencia a favor ya confirmada (vida eterna), por el hecho de tener a Jesucristo como abogado de nuestro lado.  ¿Y cómo contratamos a Jesucristo como nuestro abogado?  Es simple, solo con el hecho de recibirle como nuestro Señor y Salvador, entonces ya podemos disponer de todos sus servicios adicionales.

Si esta fe mengua o desaparece en nosotros, entonces este pilar de la fe se desborona y también desaparece la promesa de vida eterna dada para nuestra vida. 

Si estos dos pilares se mantienen erguidos (la confesión y la fe), entonces viene la promesa de Dios que consiste en una declaratoria:  “Serás salvo”.  ¿Salvos de qué?  Hemos de saber que habrá un castigo sobre los habitantes de la tierra y que luego tanto vivos como muertos resucitados deberán presentarse ante el juicio final donde será dado un veredicto para cada una de las almas:  salvación o perdición, que es vida o muerte.  Entonces los redimidos por la sangre de Jesucristo serán salvos tanto de la ira venidera, como de la muerte segunda en el lago de fuego y azufre. 

Y tomar esta decisión es simple, solo se necesita voluntad para hacer la cosas; pues casi todos podemos hablar para confesar con nuestra boca y algunos pocos tendrán que hacerlo en lengua de señas por ser mudos, pero igual también están confesando.  Ahora el hecho de pensar también es simple (porque creer es un pensamiento positivo constante, cuya manifestación principal se da en el corazón); pues la mayoría tenemos cerebro y podemos pensar, a excepción de algunos que están en estado vegetativo y que no tienen forma de hacerlo; pero seguramente que Dios les dio la oportunidad de confesar y creer mucho antes de que cayeran en este estado.

¿Y qué dice la escritura?  “Cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón”.  Los que han escuchado el evangelio de salvación con fe y han guardado la palabra, entonces la tendrán muy cerca y muy fácil de usar y solo bastaría la voluntad para tomar una decisión, la de confesar y la de creer y es por eso que solo los valientes podrán entrar en el reino de los cielos:  “Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, el reino de los cielos sufre violencia, y los violentos lo arrebatan”.  Mateo 11:12.

Estimado hermano o amigo, sigue confesando que Jesucristo es el Señor y sigue creyendo que Dios levantó a Jesucristo de entre los muertos y así mantendrás estos dos pilares firmes sobre la roca que es Jesucristo y tu salvación también estará firme.  Es menester recordar que la fe sin obras es muerta y para que sea viva, debes escudriñar la palabra de Dios y obedecerla, de lo contrario la presencia del Espíritu Santo de Dios ya no estará en su corazón y el fundamento sobre el que se levantan los dos pilares habrá desaparecido, lo mismo que la promesa de salvación que reposaba encima de ellos.

Que Dios los bendiga grande y abundantemente.

Estimado amigo, si deseas hoy entregar tu vida a Jesucristo haz esta sencilla oración en voz alta: “Señor Jesús, reconozco que soy pecador y me acerco a ti arrepentido para que me perdones y me laves con tu sangre derramada en la cruz del calvario.  Yo te acepto hoy como el Señor y Salvador de mi vida y te pido que entres en mi corazón y me transformes, me purifiques y me santifiques, porque quiero ser el templo de tu Santo Espíritu.  A partir de hoy me comprometo a no practicar más el pecado, a leer tu Palabra, a meditar en ella y sobre todo a obedecerla, para que yo pueda estar en el reino de los cielos por una eternidad.  Amen”.  Y si estás en peligro de muerte y no estás en paz con Dios, puedes acudir a la misericordia de nuestro Señor Jesucristo, clamando a gran voz por salvación: “Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo.” Hechos 2:21. 


Comentarios

Entradas populares de este blog

El sueño espiritual. Romanos 13:11-14

El poder del evangelio (Romanos 1:16-17)

En ningún otro hay salvación. Hechos 4:11-12